Cástor Díaz Barrado
Patriotas
El discurso de Emmanuel Macron está bien orientado. Su triunfo se le atribuye a aquellos ciudadanos que sienten y que son los verdaderos patriotas franceses. Con ello, desarma a los populismos. Sentirse europeísta va a ser, a partir de ahora, una seña de identidad o, al menos, debe serlo. Francia ha dado un respiro a la Unión Europea y todo hace presagiar que, en pocos días, Macron se convertirá en el nuevo presidente de la República. Pero, comoquiera que sea, los populismos están fuertemente arraigados en la sociedad europea en su conjunto. Es posible que, en este momento, no logren el asalto en Francia pero están a la espera y aguardan su oportunidad en todos los países de Europa. Los populismos significan la disgregación de Europa y la atomización en Estados soberanos e independientes que tan sólo defienden sus propios intereses. Los nacionalistas no son generosos ni solidarios. Macron debe saberlo y parece que lo sabe. La Unión Europea merece ahora un impulso renovado y se precisa una intensa labor de convicción y persuasión. Los ciudadanos no sólo deben ser conscientes de las nefastas consecuencias que se derivan del debilitamiento o la desaparición de la Unión Europea sino que, al mismo tiempo, deben sentirse ilusionados con un proyecto de Unión entre todos los europeos. Los populistas están al acecho y los nacionalistas no cejarán en su empeño de que desaparezca la idea de Europa. Debemos aguardar unos días y si, finalmente, Macron llega a la presidencia se debe abrir una nueva etapa. Francia y Alemania deben ser, una vez más, el impulso de esta Europa. Nos jugamos nuestro bienestar. Macron acierta en su discurso y llama patriotas a quienes sustentan y se sienten europeos. El patriotismo más universal. La defensa de los valores que habitan en Europa. Nos basta con sentirse así. La construcción de Europa exige compromisos. Macron tiene o, mejor dicho, es muy posible que nos facilite una nueva oportunidad. Ojalá no nos equivoquemos.
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