Cristina López Schlichting
No somos vasijas
Se ha levantado una reacción feminista contra los vientres de alquiler. Desde hace año y medio un amplio grupo de asociaciones bajo el lema «No somos vasijas» argumenta contra los partidos que quieren autorizar la utilización de mujeres para gestar hijos por encargo. Se han sumado muchas formaciones, entre ellas Mujeres Juristas Themis, Forum Estatal de Política, Escola D’Pensament Feminista 25 D’Abril o Federación de Mujeres Progresistas. En sus propias palabras: «La perspectiva de los Derechos Humanos supone rechazar la idea de que las mujeres sean usadas como contenedores y sus capacidades reproductivas sean compradas. El derecho a la integridad del cuerpo no puede quedar sujeto a ningún tipo de contrato». Se trata de negar la afirmación materialista y liberal de que cada uno puede comprar y vender lo que desee. No es verdad. Uno no puede vender un riñón, ni comprarlo, una no debe de prostituirse, ni se deben comprar mujeres. Porque, sencillamente, todo eso envilece al ser humano y hace una sociedad peor.
Curiosamente ha sido una mujer del PP, Cristina Cifuentes, la que ha prestado su apoyo taxativo a la llamada maternidad subrogada. Ha señalado que se va a regular de forma altruista, sin retribución económica. Me pregunto cuántas madres de alquiler va a encontrar dispuestas a ello. El cuerpo de la embarazada sufre: las madres pagan una factura de osteoporosis, artrosis o miopía, por poner un ejemplo. No por algo las que se venden en Estados Unidos lo hacen por pasta. Pero además llevar un niño dentro no es indiferente. Separarse de él después del parto constituye un dolor, salvo que seas psicópata.
En el próximo congreso del PP, la semana entrante, éste será un debate clave. No creo que el asunto preocupe demasiado a la mayoría de los españoles, pero Cifuentes o Feijóo han hecho de él una bandera porque dicen que hay que adelantar a la izquierda en las cuestiones sociales.
Por el contrario, ni el Partido Socialista ni Podemos tienen claro esto de los vientres de alquiler, que está prohibido en casi todos los países europeos y que la UE ha rechazado varias veces. Se evidencia aquí que cierta derecha librecambista puede ser mucho más despiadada que la izquierda.
Puesto que la presidenta de la Comunidad de Madrid va a plantear el asunto, hay quien pretende evitar enfrentamientos pactando la libertad de voto de los diputados en los llamados «asuntos de conciencia», esto es, el aborto o la maternidad subrogada.
Pero lo que aparenta ser una solución de consenso no es más que una trampa para dejar solos a los pocos diputados capaces de plantar cara en esta lucha por un poquito de humanidad. En realidad, si opta por la libertad de voto el Partido Popular habrá demostrado a sus electores que las cuestiones relativas al valor de la vida y la integridad de las personas no son centrales en su programa. Que es incapaz de articular un mensaje donde el no nacido o la mujer sean sujeto de defensa decidida. Interesante debate, habrá que estar atentos.