Cástor Díaz Barrado
No hay legalidad
En Siria no hay legalidad alguna ni tampoco legitimidad. En Siria sólo hay lugar, infortunadamente, para el dolor y la desesperación. El derecho internacional ha perdido su significación en un conflicto, como el sirio, que ha alcanzado unas dimensiones insospechadas. Las normas intencionales no son tenidas en cuenta por las partes en el conflicto y, además, las violaciones del derecho internacional son constantes y persistentes. A nadie le preocupa que se respeten las normas básicas que aseguran la convivencia en la comunidad internacional y, por si fuera poco, las instituciones internacionales, como el Consejo de Seguridad, están totalmente ausentes. Todos los incumplimientos y violaciones del derecho internacional son posibles e imaginables en Siria. Ni tan siquiera, los estados se pronuncian ya sobre la legalidad o no de sus actos. Se ha llegado a reflexionar sólo en términos de poder, de amenazas, de respuestas y de represalias. La sociedad internacional ha excluido a Siria del respeto al derecho y, con ello, está facilitando el olvido de la humanidad y lo humanitario. Lo que está sucediendo en Siria supera todos los límites de los valores y principios que inspiran a la comunidad internacional. Se han empleado armas químicas, cuyo uso no sólo está terminantemente prohibido por el derecho internacional sino que, también, demuestra una trágica crueldad. Se están produciendo, sin someterse a las reglas del derecho internacional, intervenciones militares que los Estados no consideran preciso ni justificar. En el fondo, se están violando, de manera generalizada y sistemática, los derechos humanos. Más aún, las partes en el conflicto han decidido que no importa el respeto del derecho internacional humanitario. La visión política más descarnada se ha instalado en el conflicto sirio y, lo peor de todo, es que los estados y el resto de la comunidad internacional parecen haber llegado a la conclusión de que no es preciso respetar el derecho y las leyes que garanticen los derechos humanos. En Siria no hay legalidad y, por ello, no hay humanidad.
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