CUP

El peluquero de Anna Gabriel

Los exquisitos, los grandes dandis y excelentes damas de la historia no salían de casa sin su peluquero particular. Las mujeres del XIX lucían su cabello ondulado gracias a las tenazas de Grateau y las de los años sesenta los cortes pop que les prodigaba Vidal Sasoon. Algún caballero viaja con su barbero de la misma manera que una estrella de cine porta un eslogan. Toda liberación comienza por la cabeza. En estos días melancólicos la cuestión peliaguda es difícil de explicar pero fácil de entender. Fíjense en la cantidad de peluquerías que hay en su barrio. Bien. Seguramente piensan que no tiene importancia. Y sin embargo la tiene. Anna Gabriel se fue a Suiza a cambiarse de peinado. Allí, donde la banca se estresa con tanto nombre independentista. Allí donde Polanski retuerce el remordimiento de los demás. La ridícula humanidad. El corte del hachazo borroka ha sido suavizado por una melena armónica que descubre un rostro que hasta ahora aparecía maltratado por ese autodestructivo corte. El feísmo como una de bellas artes de la política. Hemos visto, como recuerdan los cursis, cosas que nunca creeríamos. Anna Gabriel aparecer como en el capítulo final de «Betty la fea», en el que la protagonista se quitaba las gafas y el corrector dental para que el patito feo se convirtiera en cisne. Para la CUP y otros grupos que prefiero no pronunciar supongo que el anterior comentario será considerado machista. Porque cualquier reflexión de un hombre es machista por naturaleza. He de pedir disculpas porque la trayectoria política, el intelecto y los motivos de la tocata y fuga de Anna Gabriel me interesan poco, tirando a nada. Me parece algo así como una piltrafa. Ya tenemos un héroe que también se cortó el pelo en cuanto llegó a Bélgica. Ese momento fregona pelada de Puigdemont fue tristeza supurada. Las heroínas están en España, soportando el desaguisado de la chica de las camisetas mensaje, la que promovía que viviéramos en tribus, sin padres ni madres. Anna Gabriel no se ha ido a una del Amazonas donde pasaría desapercibida por los medios. Allí, en pelotas, haciendo uso de las copas menstruales en lugar de compresas. Ha elegido la sutil Suiza. La antisistema prefiere ser Heidi a Pocahontas. Al peluquero suizo no le ha hecho falta cortar las puntas, más bien dejarle crecer la funda capilar como armadura contra los tribunales. Como recién salida de «Cámbiame», el programa de televisión donde la mayoría de los que se creen feos o feas acaban más feos y feas todavía después del proceso o del «procés».