Tribuna

50 años de la muerte del dictador ¿Qué celebrar?

Celebraremos el 50 aniversario de la Constitución cuando toque, por muchos motivos, entre ellos, que seguramente ya Sánchez será historia, historia negra de nuestro país

Coincidiendo con la escalada de casos de corrupción que asolan a Pedro Sánchez, a su Gobierno, a su familia y a su partido, así como los permanentes problemas para sacar cualquier iniciativa adelante demostrando una debilidad inédita, el Gobierno socialista se ha sacado recientemente una nueva efeméride para el año 2025: el 50 aniversario de la muerte de Franco. Sí, otra vez Franco.

El argumento gubernamental, así como de sus activistas mediáticos, reside en que se cumplen 50 años de la llegada de la libertad y de la democracia. Por lo tanto, cualquier demócrata está obligado a celebrar con alharacas este año. Y si no lo haces, ya sabes: eres un facha.

El 20 de noviembre de 1975 murió Franco, en su cama. No fue derrocado, ni asesinado, ni depuesto por valientes tropas libertarias. Y con su muerte no estaba garantizado absolutamente nada. Tampoco el fin de un régimen dictatorial.

El 25 de noviembre de 2016 murió Fidel Castro. También en su cama. Y pese a las teorías, proyectos y anhelos de libertad del pueblo cubano y del conjunto de la sociedad internacional, la muerte de Castro no supuso el final de la dictadura. A los hechos me remito.

La diferencia entre un caso y otro es evidente. En España, tanto desde los rescoldos del propio régimen como la oposición democrática, se conjuraron para transitar hacia una democracia plena en la que imperara el Estado de derecho y la convivencia. Y eso no lo garantizaba persé la muerte de Franco.

A mí no me parece mal que haya quien quiera celebrar que un dictador se ha muerto hace 50 años. Pero que no pretendan darnos lecciones ni imponer su calendario de fastos quienes: 1) Lo usan torticeramente para tapar sus escándalos, 2) en realidad son nostálgicos de un antifranquismo nunca ejercido y llevan 50 años tratando de expiar sus propias culpas o las de sus antepasados, y 3) esconden su verdadero objetivo que es borrar o minimizar una de las mayores páginas de éxito de la historia de nuestro país.

El régimen de libertades y la democracia que vivimos hoy (pese a los ataques del propio régimen sanchista) no se pueden entender sin poner en valor todo lo que ocurrió entre el 20 de noviembre de 1975 y el 6 de diciembre de 1978. Es la Transición, es la aprobación de la Constitución, es el papel de unos representantes políticos a la altura de las circunstancias y las ansias de libertad de un pueblo que buscaba la unidad, a quienes hay que agradecer la libertad y la democracia que hoy disfrutamos. Y ese gran día de celebración, esos 50 años reales, serán el 6 de diciembre de 2028. No ahora en 2025.

Y es precisamente esa gesta la que pretende borrar o menospreciar Sánchez y sus voceros. Porque esos años representan lo contrario de lo que es Sánchez y su proyecto totalitario y excluyente. Esos años representan la España del abrazo, del acuerdo, del consenso, el fin de las dos Españas, el comienzo de un futuro en común y en unidad. El fin de los bandos. En definitiva, esos años son la antítesis del país de divisiones y muros que pretende construir Pedro Sánchez.

Y si tiene alguna duda el lector, hágase esta pregunta. Si el PSOE va a destinar todo el año 2025 a conmemorar lo positivo (libertades, derechos, democracia…) que supuso la muerte del dictador en su cama, ¿qué valor le damos a la gesta que juntos hicimos hasta que se consiguió aprobar la Constitución española de 1978?

Es cierto que el primer objetivo lo consigue. Hablamos de ello, escribimos artículos como este… Pero ya pueden activar todos sus altavoces, incluso convertir RTVE en un NODO sanchista con especiales antifranquistas cada semana, que no hay dictador muerto hace 50 años que tape que tenemos el Gobierno más débil de la historia, el más peligroso y además plagado de casos de corrupción que llegan hasta el dormitorio de Pedro Sánchez, pasando por Expresidentes socialistas de CCAA, Ministros y la propia Fiscalía General del Estado.

Cada generación política desde 1978 ha tenido que afrontar la página de la historia democrática que le ha correspondido, y en estos 46 años ha habido retos importantes, y grandes problemas: el euro, entrada en la UE, reconversión industrial, lucha contra el terrorismo… Pero ninguna había tenido la tarea -no sólo de escribir la página que le tocaba-, sino de defender el propio libro de nuestra historia democrática, defenderlo de la hoguera a la que pretende tirarla el sanchismo.

Por eso, hoy más que nunca hay que reivindicar la gesta de esos años, y el papel que tuvieron unos y otros, incluyendo adversarios políticos, algunos hoy desterrados del propio PSOE porque no le dicen a Sánchez lo guapo que es. Y es que Sánchez ha convertido al PSOE en un instrumento a su servicio personal y político. Allá ellos y los socialistas que lo permitan con tal de mantener un cargo un par de años más.

La mayoría de los españoles no van a seguirle, ni a él ni a su partido. Celebraremos el 50 aniversario de la Constitución cuando toque, por muchos motivos, entre ellos, que seguramente ya Sánchez será historia, historia negra de nuestro país.

Alfonso Serranoes secretario general del PP de Madrid y senador por Madrid