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El perfil
Ángela Rodríguez «Pam»: Una conducta despreciable
La secretaria de Estado de Igualdad viene jalonada de escándalos, meteduras de pata y nula gestión
Frívola, bochornosa, injuriosa, bajo serias dudas de poder ocupar un puesto público en el Gobierno. No hay palabras para definir el comportamiento de Ángela Rodríguez «Pam», una auténtica «hooligan» metida a política, cuya labor como secretaria de Estado de Igualdad viene jalonada de escándalos, meteduras de pata y nula gestión. «Pagamos un Ministerio con enorme presupuesto para insultar a quienes lo mantienen», llegan a decir algunas ministras del ala socialista del Ejecutivo, tragándose el sapo de que «Pam» no vaya ser cesada.
Frente a la oleada de condenas y críticas a sus bromas impresentables sobre la excarcelación de violadores y agresores sexuales cuyas cifras aumentan cada día, bajo el cruel sufrimiento de las víctimas, el equipo de la ministra de Igualdad, Irene Montero, y de Unidas Podemos reaccionan con su habitual chulería: «A Pam nadie la cesa», advierten amenazantes las hordas moradas al recordar que el acuerdo suscrito por la coalición social-comunista impide al propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, mandarla a su casa. Un auténtico dislate, doloroso en los momentos actuales, que colma de nuevo la paciencia de miembros del Gobierno y veteranos dirigentes del partido socialista, aunque de nada sirve para mantener sobre todo el poder en lo que resta de legislatura.
La secretaria de Estado de Igualdad, «número dos» de Irene Montero, le cuesta al erario público un sueldo de más de cien mil euros al año, además de coche oficial y otras prebendas. Las otras dos podemitas que con ella aparecían en el impresentable acto de marras sobre feminismo, asesoras también del Ministerio, cobran cerca de sesenta mil euros, dentro de la pleya de altos cargos que la ministra Montero tiene actualmente con un presupuesto que supera los quinientos millones.
Las consecuencias del bodrio de la Ley de «sólo sí es sí» le está pasando una dura factura al Gobierno de Pedro Sánchez y ha encendido las iras de la oposición, barones del PSOE ante las elecciones de mayo, y el feminismo tradicional. El Partido Popular ha anunciado una ofensiva parlamentaria en el Congreso con la reprobación de Rodríguez «Pam» para obligar a retratarse a Sánchez, mientras los podemitas responden con ataques e insultos tildando de «inmundas letrinas» a las tribunas de periodistas críticos. Evidente prueba de su talente totalitario, comunista y chabacano en la política que representan.
Pese a todo, el malestar en Moncloa y el hartazgo de muchos socialistas, nada indica que Ángela Rodríguez «Pam» vaya a ser tocada. «Aquí seguimos», aseguró ella al tiempo que pedía un tibio perdón con la boca pequeña, entre las pertinaces acusaciones contra la extrema derecha.
Razón lleva el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, cuando se pregunta qué pillado debe estar Pedro Sánchez para no mover un dedo y cesar a la secretaria de Estado de Igualdad, que sin oficio ni beneficio se permite bromear sobre las consecuencias de una ley cada vez más discutida. Desde su puesta en marcha por Irene Montero, alguien que en cualquier país de nuestro entorno jamás habría llegado a ministra de un Gobierno, las rebajas de penas por agresiones a las mujeres y por delitos sexuales, así como las excarcelaciones no han parado de aumentar de modo alarmante.
Desde todos los sectores se reclaman modificaciones, pero tal parece que Pedro Sánchez no está por la labor de hacerlo y desautorizar a los podemitas, necesarios para garantizar llegar al final de la legislatura. Sin embargo, otras voces dentro del Ejecutivo y el PSOE opinan que es hora ya de «dar un golpe en la mesa» y ponerlos en su sitio, dado que no dejarán fácilmente los privilegios del cargo, la moqueta y el poder.
Ángela Rodríguez «Pam», nacida en Pontevedra, pertenece a la federación gallega de Unidas Podemos y se inició en los movimientos del 15-M y En Marea en Galicia. Aunque en su currículum figura que estudió Filosofía en Santiago de Compostela, jamás ha ejercido profesión alguna. Su acercamiento al partido se produce de la mano de los entonces dirigentes Carolina Bescansa y, sobre todo, Íñigo Errejón.
De hecho, «Pam» era considerada una «errejonista» pura, hasta que tras el enfrentamiento con Pablo Iglesias cambió de bando y se acercó al gran líder. Cuando Irene Montero fue nombrada ministra de Igualdad designó como «número dos» a Noelia Vera, otra histórica podemita que después abandonó el cargo por motivos personales. Fue entonces cuando Montero la eligió para ser secretaria de Estado y, desde entonces, su gestión ha estado salpicada de polémicas y patinazos.
Acusó a los jueces de «fachas con togas», se apuntó al viaje de lujo en Nueva-York con la ministra y sus chicas, y se ha colgado la medalla de la Ley «solo sí es sí» bajo el amparo de proteger a las mujeres. Todo lo contrario, pues los efectos de esta reforma del Código Penal están siendo devastadores.
A pesar de que en el ala socialista el malestar es grande por las bromas emitidas en ese podcast sobre feminismo de Unidas Podemos, tachado de frases y burlas impresentables, nada indica que Ángela Rodríguez «Pam» deje de ser la gran protegida de Montero y su respuesta es la de siempre: ataques a la extrema derecha, bulos, manipulaciones contra las que ella misma define como «las locas» de Igualdad.
Un espectáculo lamentable, triste y doloroso en medio de la tragedia sobre la violencia de género. Pero la impunidad y chulería de los ministros y dirigentes del partido morado prosiguen, mientras se acusa el silencio de la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en todo este asunto, encargada de la coordinación gubernamental de los morados. En tanto, las víctimas se revuelven en su drama y tachan de despreciable la conducta de Rodríguez «Pam».
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