El perfil
El "clan de los Óscar"
Fieles a las órdenes del «sanchismo», uno se prepara para la cacería contra Ayuso y el otro le ha metido una estocada de campeonato a quien fuera el más leal «sanchista», José Luis Ábalos
Así les llaman con ironía en el Gobierno y en el partido. El ministro de Transformación Digital y Función Pública, Óscar López, y su compañero de Transportes y Movilidad Urbana, Óscar Puente, se han convertido en «El clan de los Óscar» por su cercanía en influencia sobre el jefe del Ejecutivo. Nadie sabe si por la mente maquiavélica de Pedro Sánchez para reconvertir a un enemigo o por la habilidad de este último, lo cierto es que Óscar López Águeda pasó de ser la mano derecha de Alfredo Pérez Rubalcaba como secretario de Organización del PSOE, y no votar a Sánchez en las primarias, a su «fontanero» mayor en Moncloa. Y más aún, ahora es el elegido por deseo del gran líder para dirigir el Partido Socialista de Madrid, esa olla a presión en una Comunidad que se les atraganta desde hace 30 años y donde reina, muy a su pesar, una dama que es su obsesiva pesadilla, la imbatible Isabel Díaz Ayuso. Nacido en Madrid, pero muy vinculado familiarmente a Castilla y León, donde fue secretario general socialista, de aquí viene su amistad con Óscar Puente Santiago, el otro «brazo armado» de Sánchez. Dicen militantes de la región que ambos comparten jornadas de asueto en la localidad segoviana de Riaza, cuna familiar del ministro de Transformación Digital.
El exalcalde de Valladolid fue recuperado por el presidente para desatar la caja de los truenos en los debates parlamentarios contra Alberto Núñez Feijóo. La intervención de Puente en la sesión de investidura del líder del PP hizo historia por sus ataques en estilo zafio, tosco y barriobajero. Nadie duda que los dos «oscarcitos» aumentarán su poder en el núcleo duro, a imagen y semejanza de Pedro Sánchez, que saldrá del este 41º Congreso Federal del PSOE. Los dos son audaces y maniobreros, buenas cualidades en política para moverse en las alturas, pese a los conflictos. López navega por el escándalo de los mensajes a Juan Lobato sobre el novio de Ayuso, que deja a los pies de los caballos a quien fuera su número dos en Moncloa, Pilar Sánchez Acera, otra veterana revolvedora del socialismo madrileño que se comerá el marrón. La declaración de Juan Lobato ante el juez confirma los augurios de Ferraz sobre que el nombre del entonces jefe de Gabinete de Moncloa no aparece y, según ellos, queda limpio. La noticia llegó al Palacio de Congresos de Sevilla cuando la «número dos» del partido y ministra de Hacienda ofrecía la rueda de prensa previa a la inauguración del Congreso: «Estamos tranquilos, el PP es un partido golpista», sentenció María Jesús Montero entre un Santos Cerdán visiblemente nervioso y el todavía líder del socialismo andaluz, Juan Espadas, que preside el cónclave como anfitrión de la ciudad hispalense. Por su parte, Puente llegó al Ministerio de Transportes en medio de otro escándalo, el «Caso Koldo», con la defenestración de su antecesor, José Luis Ábalos, y una auditoría que le deja al borde del banquillo judicial.
Fieles a las órdenes del «sanchismo», uno se prepara para la cacería contra Isabel Díaz Ayuso, de quien opina es «cómplice» de los asuntos fiscales de su novio, y el otro le ha metido una estocada de campeonato a quien fuera el más leal «sanchista», José Luis Ábalos. La recompensa del gran jefe está servida. Cuentan compañeros del Gabinete que comparten amistad y confidencias tras las reuniones del Consejo de Ministros. El «clan de los Óscar» actúa con obediencia ciega al gran jefe Sánchez y ejercerá su poder sobre los futuros congresos regionales del partido. En el de Madrid, López no dejará ni rastro de la etapa de Lobato, y Puente hará lo propio en Castilla y León, donde a su actual dirigente, Luis Tudanca, le queda un telediario. Ya se sabe que el «sanchismo» es implacable, por encima de Begoña, Koldo, Ábalos o Aldama. Los dos Óscar se reparten estilos diferentes. López aparece más sosegado y Puente desata su verbo dialéctico. Pero ambos son hirientes contra el adversario. En este Congreso del PSOE, en las antípodas de todos los anteriores, la consigna es clara: ni los imputados, ni los escándalos, ni las filtraciones delictivas existen. Lo único importante son los asuntos fiscales del novio de Ayuso y los ataques al PP en la cima de la ultraderecha. Carentes de ideas, el único objetivo es aclamar al líder que saldrá reelegido por ovación. Alfombra roja para el nuevo delfín madrileño, Óscar López, y para Óscar Puente como verdugo de Ábalos. Con las ausencias de quienes forjaron el PSOE desde aquel Congreso de Suresnes, Felipe González y Alfonso Guerra, conviene aplicar la frase de este último: a este partido ya no lo conoce «ni la madre que lo parió».
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