Política

La democracia plena de Iglesias

Es interesante que un comunista nos explique su concepto de democracia, porque no hay un solo país donde la hayan impuesto o mantenido. La democracia no necesita ningún adjetivo. Hay o no hay democracia. Por ello, tenemos que desconfiar cuando los defensores de dictaduras y regímenes totalitarios de diverso pelaje propongan un concepto pintoresco denominado «democracia plena». El comunismo, como el fascismo o el nazismo, es una ideología totalitaria que rechaza el pluralismo político y la libertad de expresión. Es fácil acudir a la Historia, por supuesto desde una perspectiva científica, para comprobar las atrocidades cometidas por los «ídolos» de Iglesias contra los demócratas en todo tiempo y lugar. Es verdad que van modificando sus estrategias y ahora intentan alcanzar el poder con otros métodos. Por supuesto, no queda bien declararse estalinista, aunque actúen de esa forma contra sus rivales dentro del partido y los periodistas, y ahora se han inventado la «democracia plena». Por ello, las hordas podemitas arremeten contra los que rechazan esta verdad revelada del «amado líder». Es asombroso que Margarita Robles, una extraordinaria jurista y un modelo para cualquier mujer que defienda la igualdad, tenga que aguantar los ataques de las «comisarias» ideológicas de Iglesias. Y Pedro Sánchez permanece inane ante este cúmulo de despropósitos. La llegada del comunismo al gobierno ha sido un auténtico desastre, porque no sólo no ha sosegado su populismo totalitario, sino que está sirviendo de acicate para generar una permanente crispación. Iglesias considera que en España no hay una situación de plena normalidad política y democrática. Cabe suponer porque solo la conseguiremos cuando nos convirtamos en Venezuela, Cuba o Irán. Estos son los países que sí tienen esa «democracia plena» que tanto admira. Este concepto tiene una aterradora similitud con las democracias populares comunistas durante la Guerra Fría. A Iglesias le gustaría una República Popular o Democrática de España como sufrieron los Países del Este bajo el yugo de la Unión Soviética. Esas sí eran auténticas democracias donde no se respetaban los derechos humanos y las libertades políticas. Había que arrancar de raíz el espíritu burgués y el pernicioso capitalismo. Hay que tener en cuenta que todos esos países «liberados» levantaban barreras para impedir que el pueblo se contaminara con la influencia de las democracias occidentales y, sobre todo, que no huyera del paraíso comunista. Esta es la «democracia plena» que el populismo de Iglesias y sus seguidores querrían imponer con su «spanish revolution» cañí.