1939
Xavier Cugat, “Cugui”, siempre fue un hombre oportuno, con suerte. Nació en Gerona el 1 de enero de 1900. Sin riegos a equivocarse se puede afirmar que fue el compositor, director e interprete de música ligera español más famoso de las décadas centrales del siglo XX.
Su familia emigró a Cuba en 1904 donde estudió violín clásico y tocó en la orquesta del teatro nacional de La Habana. En La Habana se enamoró de la música de Ernesto Lecuona, del cha cha cha, del mambo, la rumba y el jazz latino. Cuando llegó a Nueva York, como muchos emigrantes, con 18 años, durmió en un banco de Central Park. Allí fundó su primera orquesta. En 1915 nacían Los Gigolós para interpretar la música de moda, los tangos. Pronto “Cugui” creó su propio estilo, el estilo Cugat, que copiaron otros muchos como Pérez Prado. Un estilo alegre, vibrante y pegadizo que se convirtió en un género en sí mismo y llenó las salas de fiesta en las que alternaban lo más elegante de la sociedad estadounidense de la época. Fue un adelantado a su tiempo. En 1928, un año antes de que se estrenara “El cantor de jazz” -que ha pasado a la historia como la primera película sonora-, Cugat grabó para la Warner Cugat y sus gigolós, una pequeña pieza en la que “Cugui” dirigía su orquesta con la que ya triunfaba en las salas de fiestas de Los Ángeles y que fue la primera manifestación sonora en celuloide. Inmediatamente alcanzó la fama en la meca del cine, Hollywood, escribiendo las bandas sonoras de las primeras películas sonoras al tiempo que aparecía en pantalla en diversos filmes, siempre en el papel de director de música rítmica, al frente de su ya famosa orquesta, al tiempo que dibujaba tiras cómicas en “Los Ángeles Times.
Siempre apareció interpretándose a sí mismo, en más de veinte películas, y fue tan famoso por su actividad artística como por sus relaciones con los músicos más notables de la primera mitad del siglo XX. Cugat sugirió a Margarita Cansino su nombre artístico de Rita Hayworth y apadrinó la primera grabación en estudio de un jovencísimo italiano Frank Sinatra en el que adivinó un futuro muy prometedor.
El comienzo de la Guerra Civil española le cogió en los Estados Unidos. Desde un primer momento Cugat apoyó sin reservas a los Nacionales, haciendo propaganda de la justicia de su causa, explicando a la sociedad norteamericana que la España nacional había iniciado una cruzada contra el comunismo, actitud que no despertó muchas simpatías entre escritores, artistas e intelectuales como Hemingway, John Dos Passos, Truman Capote, Humphrey Bogar y en el club de ricos norteamericanos que jugaban a la izquierda desde la Liga de Escritores Americanos (League of American Writers) creada por el minoritario Partido Comunista de los Estados Unidos en 1935. Una asociación, lobby, en el que junto a los comunistas yanquis había una serie de snobs “compañeros de viaje” del stalinismo que se posicionaron abiertamente contra los nacionales.
Sus enemigos no pudieron cerrarle la boca, ni pudieron lograr que menguase una fama y popularidad obtenida como compositor y director de orquesta. Ni siquiera el abiertamente antifranquista Frank Sinatra, curado de su etapa de admiración por Mussolini, pudo resistirse al encanto “latino” del gerundense Cugat.
La Guerra Civil española popularizó muchas canciones, como “El paso del Ebro”, “No pasarán”, “Ya hemos pasao”, junto a himnos como el “Cara al Sol”, el “Novio de la Muerte”, “Quinto Regimiento” o el himno anarcosindicalista “A las barricadas”. Entre todas estas piezas musicales existe una nacida de la mano de Cugat, en 1939, casi desconocida, titulada “Mambo Mi España” (3:15), escrita para celebrar el final de la guerra civil y la victoria de los nacionales, cuya letra dice:
“España tierra bella de flores
España tierra de mi ilusión
España tierra bella de flores
Es España tierra de mi ilusión
Hoy sufres y lloras con pena lo triste que está tu nación
Al cielo mis ojos se fijan rogando por tu salvación
Hoy sufres y lloras con pena lo triste que está tu nación
Al cielo mis ojos se fija rogando por tu salvación”
Cugat es uno de los muchos, hoy olvidados y malditos, escritos, pintores, artistas, músicos que vieron con esperanza el alzamiento militar del 18 de julio y que celebraron la victoria de los sublevados en 1939: Imperio Argentina, Dalí, Edgar Neville, el directo de cine Sáez de Heredia, Celia Gámez, el músico Juan Tellería, los escritores Dionisio Ridruejo y Agustín de Foxá, el boxeador Paulino Uzcudun que disputo a Primo Carnera en título mundial para luego volver a España para hacer la guerra en el requeté, el cantante de ópera y falangista Miguel Fleta y muchos otros. Incluso Ortega y Marañón, inicialmente contrarios al golpe, celebraron la victoria de Franco al verse obligados a dejar España ante la posibilidad de ser paseados.
Cugat, en su patria siempre ha sido recordado por su música, por sus inseparables perritos chihuahuas, sus cinco matrimonios con la artista cubana Rita Montaner, la mexicana Carmen Miranda, la modelo Lorraine Allen y la cantante americana Abbe Lane y, finalmente, con la bailarina Charo Baeza con la que se casó el 7 de agosto de 1966 para divorciarse en 1970.
Durante años fue un mito internacional. Cugat, su orquesta, y Charo Baeza fueron los encargados de inaugurar en los tiempos dorados de Las Vegas el casino Caesars Palace. Grabó numerosos discos con Columbia Records y RCA Victor. Es el único español con cuatro estrellas en el Paseo de la Fama de Hollywood por mucho que le pese a Penélope y a Javier Bardem.
Cugat no actuó en España hasta 1954 para, finalmente, instalarse, definitivamente, en 1976 en Barcelona. “Cugui” llevó en Hollywood un tren de vida apabullante del que sólo pudo traerse a España su Rolls Royce con el que solía recorrer las calles de Barcelona y que dejó en pago por su estancia en el Ritz de la ciudad condal, donde vivió sus últimos años. De joven tocaba para comer en Nueva York y, en sus últimos años, pagaba las comidas del hotel barcelonés con sus dibujos firmados. Cugat nunca renegó de sus simpatías por José Antonio Primo de Rivera y por Franco. Junto a Salvador Dalí, durante la guerra, se dedicó a recolectar dinero para financiar el esfuerzo de guerra del Ejército Nacional. Salvador y “Cugui” idearon una forma de recaudar fondos que tuvo muchísimo éxito. Se dedicaban a firmar y dibujar corbatas a cambio de unos dólares con lo que, además de hacerse muy famosos, recolectaron gran cantidad de dinero. Cugat fue un gran embajador de la España nacional allí donde estuvo. De su pluma salió un mambo, uno de los más bonitos jamás escritos, dedicados a España y que hoy muy poca gente conoce y que muy poca gente recuerda “Mi España”. En 1990 la Generalidad de Cataluña le concedió la Creu de Sant Jordi, la más alta condecoración catalana, sin lugar a dudas porque no sabían nada de quién era verdaderamente Xavier Cugat.
Rastreo de las mordidas