
Entrevista
Gonzalo Sáenz de Miera, desde la COP29: «Cambiar el modelo económico es más económico que no hacerlo»
Hablamos con uno de los grandes espadas del crecimiento económico verde en nuestro país. Presente en la cumbre del clima de la ONU, el líder empresarial advierte que España puede estar arriesgando su oportunidad para convertirse en el país rey de las renovables

El lunes arrancó la COP29, una cumbre que ya tildan de «difícil». Entre otros escollos, los países presentes en las negociaciones de Bakú deberán fijar una cifra de financiación climática (es decir, el dinero que los países ricos deberán dar a los menos desarrollados para que se adapten al cambio climático y puedan mitigar sus emisiones). Gonzalo Sáenz de Miera es uno de los portavoces españoles que participa en esta cita organizada por la ONU y uno de los «puntas de lanza» del crecimiento de la economía verde en nuestro país.
En febrero de este año, fue nombrado presidente del Corporate Leaders Group (CLG), la principal alianza empresarial que apuesta por una economía verde en Europa, por un periodo de dos años. Además, es el director de Cambio Climático y Alianzas de Iberdrola y el presidente del Grupo Español para el Crecimiento Verde (GECV), una asociación formada por más de 60 empresas, tanto grandes (representan al 40% del IBEX) como pymes implicadas en la innovación sostenible.
—¿Cómo son las sensaciones en Bakú?
—Esta es una COP compleja. Primero, porque no se está trabajando al ritmo en que se debería. Y segundo, porque no hay más que ver las consecuencias climáticas y el contexto geopolítico mundial en el que nos encontramos. Pero, por otro lado, quienes apoyamos un cambio de modelo energético estamos trabajando a tope. Las empresas españolas estamos aquí, remando al lado de gigantes como Apple o Amazon. Si esta macrotendencia empresarial sigue, nos encontramos ante una revolución global que es imparable.
—¿Es cierto que las negociaciones sobre financiación climática se han topado con un muro?
—Sí, y se está luchando mucho contra ese muro. La financiación climática es un tema complicado, donde las posiciones entre países en vías de desarrollo y países en desarrollo están muy encontradas. No solo por la cuantía, sino por los sectores [público y privado] y los países que deben contribuir a los fondos. Va ser uno de los temas más relevantes de la COP, pero creo (soy optimista) que también será uno de los temas donde habrá acuerdo.
—¿Incluso con Trump y Milei en el panorama?
—Creo que la transición energética es un proceso imparable. Es imparable. Hay dificultades, sí, pero la transición no se va a parar porque el cambio climático no va a parar. Además hay otros “drivers” que la impulsan, como la economía. Mi impresión es que EE UU seguirá apoyando los incentivos para atraer industria verde a EE UU.
—¿Insinúa que el sector empresarial se mueve más deprisa que algunos gobiernos?
El contexto es complejo, porque la gente sabe que no estamos avanzando todo lo rápido que se debería, pero hay una revolución industrial global en marcha que, como decía, es imparable. La transición energética no solo se hace por el cambio climático, por reducir la contaminación del aire o por proteger la biodiversidad. Se hace también porque beneficia a la economía. Muchas de las soluciones tecnológicas renovables ya son más competitivas que las convencionales. Esto es lo que ha cambiado. Hace 15 años, lo verde era mucho más caro. En la actualidad, las renovables son la forma más económica de producir electricidad en el 95% del planeta.
—¿Qué lugar ocupa la DANA de Valencia en la cumbre?
—Ha tenido mucho impacto. La gente de todo el mundo nos manda abrazos y muchas empresas se están solidarizando con España. Han visto lo que puede pasar en un país avanzado. No voy a jugar a las probabilidades, pero hay que escuchar a la ciencia. Y la ciencia nos dice que el cambio climático va a hacer que los fenómenos climáticos extremos van a ser cada vez más frecuentes y cada vez más intensos.
—¿Qué lecciones sacan?
—Se está viendo que es más económico actuar que no actuar; que merece la pena cambiar nuestro modelo económico para evitar las consecuencias de mantener el actual. Lo digo mucho, pero cada grado cuenta [e impacta de forma muy negativa en el PIB mundial]. Tenemos que acelerar la acción climática para evitar los peores escenarios climáticos, pero también los peores escenarios económicos. Esto sería muy bueno, especialmente para España. Tenemos los mejores recursos renovables de Europa. Vamos a poder tener una energía más económica y atraer industria a nuestro país. Podemos ser un motor verde para Europa. Pero, ojo, existe el riesgo real de que España pierda esta oportunidad si no aceleramos el proceso. Ya hay países que se nos están adelantando. Desde el grupo, estamos trabajando mucho para acelerar y mantener la industria en España.
—A veces se enmarca el discurso climático en la izquierda ¿qué opina de esta visión?
—Que esto no es un tema ideológico. Sin ir más lejos, es destacable que Juanma Moreno Castaño, presidente del PP de la Junta de Andalucía, es una de las principales figuras políticas que ha reconocido en nuestro país los impactos negativos del cambio climático y que también ve las oportunidades industriales que conlleva. Viene con ese mensaje potente y, el martes, se reunió con las empresas del Grupo Español para el Crecimiento Verde porque tenemos un acuerdos para aprovechar las oportunidades en Andalucía. Lo mismo está empezando a ocurrir con otras figuras políticas. La realidad científica es que el cambio climático no se va a ir. Si tiene sentido en el mundo y tiene sentido en Europa, tiene especial sentido en nuestro país, que además de sufrir más los efectos, tiene una buena base y podemos ser el hub industrial de renovables en Europa.
—En la COP28 los países acordaron triplicar la capacidad de renovables a 2030. ¿Se avanza en este objetivo?
—La meta de triplicar a 2030 la fotovoltaica va bien, cumpliendo plazos. La eólica va un poco por detrás porque el desarrollo es más complejo, tiene que ver con la aceptación social. El resto de tecnologías van peor. En concreto en España, en 2030 el 80% de la electricidad será renovable, pero no se está avanzando lo suficiente en descarbonizar la industria, el transporte (nos hemos centrado en el coche, pero faltan otros medios) y la edificación, cuando la clave es la descarbonización de toda la economía. Nuestro grupo está trabajando a tope en la búsqueda de soluciones conjuntas que permitan a la industria descarbonizarse manteniendo su competitividad. Porque todas las infraestructuras, no solo las eléctricas, se tienen que adaptar al cambio climático. Para eso hay que superar una barrera importante: desarrollar la red de distribución. Eso favorecerá el desarrollo renovable y la conexión de la industria (que quiere conectarse a las renovables, pero no puede por falta de red). Sin embargo, no se puede construir como hasta ahora, que es una de las cosas de las que más se está hablando en la COP29, también a raíz de lo de Valencia. Tenemos que construir con un sentido. Debemos hacer que los nuevos desarrollos estén preparados para el clima que vendrá, así como acelerar en adaptación al cambio climático. Hace falta una red de distribución mucho más resiliente, fuerte y digital.
—¿Considera compatible el crecimiento económico con ponerle freno al cambio climático?
—Por supuesto. Somos el ejemplo de que es posible crecer de forma sostenible; aumentar los beneficios económicos y al mismo tiempo reducir las emisiones, el consumo de recursos naturales y ser más eficiente energéticamente e, incluso, generar beneficios ambientales. Una de las cosas que hacemos en la COP es mostrar qué soluciones han adoptado nuestras empresas a otras, para que vean con sus propios ojos que sí se puede. Así será la economía del futuro: las empresas generarán un crecimiento económico compatible con el medio ambiente. Esto pasa por promover las tecnologías verdes y mejorar las políticas fiscales (por ejemplo, la ley de «quien contamina, paga»).
—Tras la ley europea contra el greenwashing, ¿se les complica a las empresas contar lo que hacen para descarbonizarse? ¿Cree que nos enfrentamos a una crisis de credibilidad empresarial?
—No, creo que la ley va a impactar positivamente porque el greenwashing tiene efectos muy negativos. Estás engañando a la gente, perdiendo su confianza. Esto puede penalizar productos positivos. Imaginemos que una marcha te vende un coche eléctrico y luego los medios te informaran de que no lo es (es un ejemplo inverosímil, pero para que nos entendamos). Perjudicaría la transición energética en conjunto, porque la falta de confianza del ciudadano haría que se promovieran menos políticas energéticas en este camino. Si muchos sectores de la sociedad se han movido es, en parte, gracias a la gente. Así que, que haya una regulación es importante porque se va a ver quién lo hace bien y quién lo hace mal. Desde el grupo que presido, pedimos de hecho una regulación más exigente, porque se debe premiar a las empresas sostenibles que legítimamente han invertido en verde y no a las que se han pintado de verde sin invertir nada, porque si no las empresas sostenibles pierden competitividad. Además, eso hará que aumente la confianza del consumidor.
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