Medio Ambiente
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Continúa celebrándose la COP-27, hasta el próximo 18 de noviembre, en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheikh, en la legendaria península del Monte Sinaí. Allí, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, recordó que «en solo unos días la humanidad llegará a 8.000 millones de personas, con todo su peso de emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero: el planeta se acerca rápidamente al caos climático irreversible».
Como vimos en nuestro artículo en esta columna de Planeta Tierra en LA RAZÓN del 28 de octubre, en la COP-27, está dedicándose especial atención a África, aunque sea fundamentalmente porque ese encuentro tiene lugar en el extremo nororiental del continente. Con gran retraso de todos los demás asuntos previstos en el Acuerdo de París del año 2015.
En definitiva, la cuestión clave radica en si todavía estamos a tiempo de frenar la carbonización del planeta, debido a los cambios antropogénicos: las evidencias en ese sentido es que tal vez ya hemos pasado el punto de no retorno, y que estemos de cara a la gran catástrofe ecológica; todavía velada por el falso optimismo de las autoridades, que aún esperan contener la situación, no sobrepasando el nivel de 1,5ºC de aumento de la temperatura superficial media del planeta. vanidad de vanidades.
Lo peor de la situación es que las jeremiacas lamentaciones de Guterres en la ONU no tienen suficiente eco en los máximos contaminadores de la Tierra, que ni siquiera se han dignado de ir la COP-27, ni China, ni India, ni Rusia. No pasarán por allí los ensoberbecidos Xi, ni Modi; ni Putin, que sigue deshojando la margarita nuclear. Al Sinaí no irán esos tres a recoger las nuevas tablas de la ley: avisados quedan.