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Medio Ambiente
El reto de reciclar 7.500 palas de aerogeneradores
El sector eólico se ha comprometido a reciclar el 100% de los molinos para 2025. Todo un reto que implica encontrar métodos eficientes y económicamente viables para reutilizar las enormes aspas de los aerogeneradores y que estas no terminen en vertederos como hasta ahora
Las impactantes imágenes, publicadas por Bloomberg hace unos meses, en las que se ven cientos de palas de aerogenerador enterradas en Wyoming levantaron cierto revuelo en la opinión pública americana. Salía a la luz un inesperado lado oscuro de esta energía renovable que hizo preguntarse a más de uno, también a este lado del charco, qué pasa con los molinos de viento cuando llegan al final de su vida. «Los fragmentos cortados parecen huesos de ballena blanqueados acurrucados unos contra otros», decía el reportaje haciendo alusión a estos enterramientos.
Las grandes instalaciones eólicas son relativamente nuevas, las de España datan de finales de los 90, y cuando se diseñaron no estaba tan presente el concepto de economía circular. Ahora muchos de esos parques instalados están llegando al final del periodo para los que están certificados. Cumplen 20-25, la edad de operación que se calculó, por ejemplo, en Europa cuando empezó el despegue de esta energía renovable. Según la patronal eólica europea Wind Europe se darán de baja hasta 14.000 palas en 2023, lo que equivale a entre 40.000 y 60.000 toneladas de material viejo que necesita una segunda vida o terminará en el vertedero. «A nivel nacional, Alemania, Austria, Finlandia y los Países Bajos prohíben que los composites sean vertidos... En el futuro, puede haber más armonización de las directrices y la legislación para ser más eficientes en el desarrollo de un mercado paneuropeo de reciclaje de residuos de palas», dice el organismo.
Este mismo organismo recuerda que entre el 85-90% de las partes de un molino ya se reciclan, es decir la torre, las partes mecánicas o los rotores. Sin embargo, hay un punto especialmente conflictivo: las aspas. «Las palas tienen varios materiales compuestos que son difíciles de desestructurar. Por un lado, contienen espuma de poliuretano, por otro resinas poliméricas, fibras de vidrio y madera de balsa. Son componentes mezclados en diferentes proporciones y en diferentes partes. En cierta manera, una pala se parece al casco de un barco en cuanto a diseño aerodinámico y es que una pala también se tiene que mover dentro de un fluido como el aire. Esta mezcla y diseño hace que sean partes difíciles de descomponer y aprovechar», dice Juan Manuel Manso, director del departamento de Ingeniería Civil y de Construcción Sostenible de la Universidad de Burgos. Solo los materiales compuestos suponen, según Wind Europe, hasta 2,5 millones de toneladas en el sector de la energía eólica.
50% de energía del viento
Cuando se diseñaron los primeros parques se pensó sobre todo en la eficiencia y en hacer aerogeneradores que fueran resistentes al viento, al polvo y otras inclemencias del tiempo, además de a los arranques y paradas. Sin embargo, ahora que hay que añadir y repotenciar muchas instalaciones para
los objetivos de renovables que se ha marcado Europa, el sector se enfrenta al reto de reciclar. No hay que olvidar que para 2050 se espera que la energía eólica suponga hasta el 50% de la generación total de energía (ahora está en torno al 16%). «Muchos de los molinos instalados en la década de 1990 son de unos pocos cientos de kW y tienen menos de 60m de altura. Si es reemplazada por turbinas más altas y potentes, el incremento en los rendimientos energéticos podría ser considerable. De hecho, el análisis de más de cien proyectos de repotenciación en Europa ha demostrado que, en promedio, el número de turbinas aumenta en un tercio, mientras que la capacisarios. dad de los parques eólicos supera el doble», dice la patronal europea Wind Europe sobre la repotenciación.
Hasta ahora se han desmantelado solo unos 10-15 parques en la Península, según apunta Tomás Romagosa, director técnico de la Asociación Empresarial Eólica (AEE). Y, según explican desde la asociación, la mayoría de las aspas que se han retirado han ido a parar a mercados de segunda mano. Con otras se ha probado su uso como combustible en grandes hornos, con resultados poco alentadores. Y las menos han terminado en proyectos piloto de reciclaje. Pero en menos de un lustro el número de palas que habrá que retirar será tan elevado que el sector es consciente de que ha de buscar soluciones alternativas para evitar el vertedero. «Antes de 2025 hay que desmontar unos 7.500 aerogeneradores que habrán llegado al final de su vida útil. El reportaje publicado por Bloomberg ha deteriorado la imagen del sector, pero la realidad es distinta. Gracias a los casos de desmantelamiento y repotenciación de parques se está generando un mercado de segunda mano que permite vender, a través de una subasta, piezas a terceros países que están empezando a instalar parques eólicos. Antes de ponerlos en venta se realizan inspecciones y se sustituyen los componentes que sean necealcanzar Estos aerogeneradores de segunda mano pueden estar otros diez de años funcionando. En realidad esta es una de las soluciones más eficientes, porque no hay que seguir ningún tratamiento», detalla Romagosa.
El sector eólico anunció el año pasado su compromiso de que en toda Europa se prohíba la llegada a vertedero de estos residuos en el año 2025. Este compromiso, llamado landfill ban, supone todo un reto para el sector que tiene que desarrollar en este tiempo un mercado de segunda mano y de reciclaje capaz de dar salida al volumen de residuos que se le viene encima. Y hacerlo económicamente viable.
Mobiliario urbano
De momento, las opciones que se están implementando tratan de descomponer los elementos de forma química o a través de calor. Sin embargo, «son métodos caros. El coste mínimo de la pirólisis es de 540 euros por cada tonelada de residuo», dicen desde la Universidad de Burgos. Es por eso que se ensaya también con métodos mecánicos qué consisten en triturar las palas e intentar usar el residuo para fabricar hormigón, «que podrían usarse como áridos en aceras o para construir mobiliario urbano. Usos para los que no se requieren determinadas características estructurales como puede exigir la construcción de un puente, por ejemplo», dice Manso. Es lo que ocurre en ciudades como Rotterdam, una de las capitales europeas que más ha incorporado los restos de las palas en el mobiliario urbano. Se encuentran restos de aspas en parques infantiles, bancos públicos, paradas de autobús y estaciones para bicis. En la Península el diseñador Alex Costa de la empresa Ventos Metódicos convierte las palas en lámparas, sillas o estanterías sin recurrir a ningún proceso químico ni calórico para reciclar. Por su parte, el grupo de investigación que dirige Manso en Burgos está trabajando en reutilizar las palas ya en desuso y las cimentaciones de los viejos parques para fabricar los nuevos apoyos de los molinos de instalaciones eólicas con más potencia.
Otra forma de atajar el problema a largo plazo es cambiar los diseños de aspas por nuevos modelos que se puedan reciclar. Es en lo que trabajan compañías como Siemens Gamesa o LM Wind Power Zebra, que ya cuentan con prototipos de laboratorio fabricados con otras materias primas menos difíciles de reciclar que los materiales compuestos.
La primera planta de reciclaje de España
Recientemente tres empresas (Endesa, PreZero España y Reciclalia) se han unido para construir la que será la primera planta de reciclaje de palas eólicas de la Península. Se ubicará en Cubillos del Sil (León) y en teoría estará operativa en 2024. El objetivo es reciclar más de 6.000 toneladas al año de fibra de vidrio y carbono procedente de los aerogeneradores, dando una segunda vida a los materiales de las palas. «El proyecto contempla la reutilización e incorporación de los materiales reciclados de fibra de vidrio, fibra de carbono y otros subproductos del proceso nuevamente en la industria, tanto eólica como de otros sectores que puedan demandar dichos compuestos», dice Endesa en su web.
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