El Madrid de

Miguel Del Arco: «La precariedad es el problema más acuciante y no ha cambiado»

Director de «Jauría». En 2025 llegará con «La Patética» en el Valle Inclán y presentará dos películas, entre ellas «Jauría»

Miguel del Arco, director de teatro @Gonzalo Pérez Mata
Miguel del Arco, director de teatro @Gonzalo Pérez Mata Gonzalo Pérez Mata Fotógrafos

Miguel Del Arco se crio entre los bloques de Carabanchel Alto. Cuenta que su madre tenía una vena artística que nunca desarrolló, pero era una gran dibujante con una inteligencia emocional prodigiosa. Tuvo la suerte de que en su casa siempre se apostó por la cultura, y fue a los 17 años cursando COU, en el momento en el que una profesora lo llevó a ver «La vida del rey Eduardo II de Inglaterra» de Lluís Pasqual, cuando pensó: «Me ha traspasado de tal manera que necesito pertenecer a esto».

Siempre se proyectó sobre las tablas, por eso estudió en la RESAD como actor, y aunque en la dirección es dónde más cómodo se siente, el haberse adentrado en la interpretación fue la mejor enseñanza para saber lo que era la disciplina y empatizar todavía más con el sector: «Fui un actor muy tímido; me costaba mucho sostener encima del escenario cosas que no creía. Hacer temas que no me gustaban por sobrevivir me descomponía y mi cuerpo me decía que no. Sin embargo, como guionista me liberé porque ya no me hacía cargo de eso». El director señala que, «desde mi experiencia, animo a todo aquel al que le guste escribir a que pase por el escenario. Es muy complicado imaginar o desarrollar a un personaje sin antes haber hecho el esfuerzo de ponerlo en boca. Por eso muchos actores hemos devenido escritores, porque al final conocemos la carpintería. Un actor acaba sabiendo más de su personaje de lo que yo sé, aunque lo haya escrito».

Un punto importante de su carrera se retrotrae a la creación de la Academia de Artes Escénicas de España. En el contexto de una profesión vista desde una perspectiva muy desvinculada y en la que se trabaja en precario, Del Arco reconoce lo innegable: «Hay un paro gigantesco, como seguramente no lo hay en otras profesiones. Romantizarla como una carrera de persistencia dista mucho de vivirla a diario, lo que lleva a una frustración sistémica». Por ello, «la Academia es un sitio de encuentro para pensar sobre nosotros y la profesión, para catalizar todas las voluntades de refuerzo y hacerles frente. Los sindicatos están bien, pero nuestra profesión es muy particular y tenemos que pensar en hacerla más sostenible». El director apela a una profesión unida, la mayor probabilidad de que los resultados lleguen; y así lo pudimos ver con todo el sector de Hollywood, que fueron capaces de paralizar una industria multimillonaria. «No se me ocurriría contratar a un actor por debajo del convenio de la Unión de Actores. Es de mínimos vitales y cualquiera que baje de ahí es un sinvergüenza. Si no tienes dinero para pagar, no te metas en esa producción». En su criterio, la precariedad es el tema principal a tratar. «En Madrid, siempre se habla de la efervescencia creativa, y está genial, pero solo significa precariedad laboral. Es el problema más acuciante y no ha cambiado».

Miguel del Arco, director de teatro @Gonzalo Pérez Mata
Miguel del Arco, director de teatro @Gonzalo Pérez Mata Gonzalo Pérez Mata Fotógrafos

Por su parte, ha contado con el favor del público, y reconociendo que el factor suerte es incontestable, no olvidemos que «La función por hacer» se hacía a las 11 de la noche en el hall del Teatro Lara. Desde 2009, su trabajo como director empezó a destacar con proyectos que desafiaban las convenciones tradicionales del teatro. Fue cofundador de la compañía Kamikaze Producciones, una productora comprometida con el teatro de autor y con obras que exploran temas contemporáneos y relevantes. Se le reconoce, entre otras cosas, por la preocupación psicológica de los personajes y las tensiones sociales. Ha sido galardonado con numerosos premios, entre ellos varios Premios Max y el Premio Nacional de Teatro.

Jauría: una reflexión desde la cultura

«Jauría», obra que cuenta los hechos causados por La Manada, ha llenado de aplausos, lágrimas y reflexión la Nave 10 de Matadero.

Miguel Del Arco confiesa que tenía dos cosas claras antes de hacerla: necesitaba la aprobación de la víctima y que la obra se rigiese únicamente por la palabra directa de las actas del juicio.

«Este trabajo ha sido un viaje lleno de enseñanza», comenta el director. Y si algo tiene claro es que «la educación es la base de todo». Su proyección, además de exponer unos hechos desgarradores, busca dar un paso más y reflexionar sobre «qué pasa con los hombres educados en un país como España».