Entrevista
«Los mayores son una fuente de conocimiento impagable»
Periodista y escritor, Félix Rosado se sirvió para su primera novela de fuentes orales de los ancianos de su pueblo, Las Navas del Marqués, y ahora presenta un homenaje a Gabriel García Márquez
Félix Rosado (Las Navas del Marqués, Ávila, 1964), formado en la Universidad Laboral de Cheste, dio el salto a Madrid para hacer Periodismo en la Complutense, y comenzó a ejercer la profesión en El Diario de Ávila y la agencia Efe. De vuelta a la capital, fue «de los pioneros en 1996 en el periodismo electrónico», aunque «no sabía ni lo que era un router». Después llegó a Estrella Digital en 1998, primer diario en la red en español, Estrella de Papel y Madridpress, además de colaborar en RNE y Radio América. Su currículum se cierra con el paso por una ONG, como profesor de español para extranjeros; autónomo y en funciones de empresario editorial y trabajador por cuenta ajena, sin abandonar nunca la literatura.
¿Cómo nace su vocación periodística?
Es intrínseca, vocacional en sí misma, y si no, pues es mejor hacer otra cosa, es muy gratificante trabajar en lo que te gusta, pero es exigente en horarios y trabajas cuando los demás están de vacaciones o descansando. El periodismo no me ha cansado, pero sí estar tantos días escuchando y contando la política nacional ligada a una generación de gobernantes egoístas e incompetentes, incultos, una clase corrupta y mentecata; no me extraña que causen rechazo en la ciudadanía cuando incluso desesperan al Periodismo independiente. Prefiero enfocarme ahora en la cultura y la educación.
¿Qué enseña la prensa local?
Escuché una vez decir que para llegar a ser director de un hotel es bueno empezar como botones. A toro pasado, veo que la prensa local es la mayor escuela de periodismo: haces de todo y aprendes a enfocar y a entender la información en todas sus gamas, aparte de comprender que todo tiene su valor, desde lo más pequeño.
¿Qué diferencias hay entre aquel periodismo y el de hoy?
Hablabas con los políticos, de uno y otro lado, e investigabas. Hasta con los sindicatos. Había un respeto y ahora hay muchas mentiras, no existe la palabra dada ni lo jurado ni prometido. Te contaban cosas y luego tirabas del hilo y no pasaba nada. Ahora no digo que haya desaparecido, hay oasis informativos, pero hay demasiado partidismo, frivolidad e incluso en la política el que se mueve no sale en la foto.
¿Cómo comienza a escribir?
Con 12 años, en clases de literatura de Cheste. El profesor Evaristo Carrillo nos inculcó el veneno literario. Primero con poemas, luego en Zamora pertenecí a un club de poetas, donde se encaminó mi narrativa; en El Diario de Ávila con cuentos de Navidad y en Madrid empecé actualizando enciclopedias para editoriales. Ahí me metí en el mundo de los libros y publiqué mi primer relato, «Yo vi llorar a Hernán Cortés», en una antología en la que están Joaquín Leguina, Daniel Samper, etc. Mis referentes literarios son muchos y diversos, leí con fruición a los rusos Dovstoievsky y Chejov, también Anatole France, Julio Verne, Dumas, Allan Poe, O Henry, Dino Buzzati, Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Miguel Hernández, Lorca, Aleixandre, Dámaso Alonso (quien, por cierto, me concedió la última entrevista de su vida cuando yo tenía 22 años); hay muchos, Cervantes, Shakespeare, Gabo, James Joyce, etc.
«Sangre de Luna» fue su debut literario.
Nace de un cuento. Yo escribía muchos cuentos y tengo inéditos, porque los escribo cuando me parece. Hacer relatos cortos no pide tanta paciencia. Lo leyó una editora y me dijo que podría convertirse en un novela, o sea que me lancé. Como se basa en las guerras de Cuba, me puse a investigar, hablando incluso con los viejos de mi pueblo, en la taberna de Campano: los ancianos son una fuente de conocimientos impagable. Estoy hablando de finales de los noventa, pues muchos habían conocido a sus abuelos o tíos que habían estado en Cuba, y también obtuve documentos de militares, por el nieto de un alto mando. También recurrí a revistas, libros, cómo vestían, etc. Quedó una gran historia. Mi admirado Raúl del Pozo aceptó apadrinarme por amigos comunes. Fue un honor, estuvimos conversando con un café, lo leyó y le gustó, e hizo una enorme presentación en el Ateneo de Madrid, pero por el azar, yo acababa de salir del hospital, llegué con retraso aquella tarde, estaba muy enfermo, por neumonía, casi como el protagonista de la novela en su arranque, qué casualidad. Siempre le estaré agradecido. Le tengo en gran estima y le regalé también mi libro de ciencia ficción «El Hombre que perdió su Espíritu».
Tiene un intensa relación con autores foráneos.
A raíz de colaborar con la Fundación Aculco desde 1996 tengo mucho contacto y amistades latinoamericanas y, por mis clases de español, con extranjeros de otros países, de Ucrania, de Bulgaria, hasta el punto de organizar eventos multiculturales, con danzas y gastronomía extranjeros, y veladas literarias con autores de muchas partes. Me inventé un evento en el paso de octubre a noviembre, el Halloween Literario, una velada con relatos nocturnos, poesía misteriosa y gastronomía latina; se cortó por la pandemia, el último fue online, prefiero las presenciales, con amistades y autores de Colombia, Perú, México, Bulgaria, España, Venezuela, etc. Últimamente comparto mucho con el colombiano Arturo Prado y el peruano Rolando Vera.
¿Cómo surge la idea de un libro en memoria de Gabriel García Márquez?
«Colombia, colibríes y campanas» se presenta el 17 de abril en Madrid, en el 10º aniversario del fallecimiento de Gabo. Es una obra que surgió por sí sola, porque la semilla está en el evento de la entidad cultural hispanocolombiana Estudio40, en su proyecto Un Millón de Mensajes a Gabo. La cosa es que empecé con textos y poéticas mensuales que hacía siguiendo las fechas del 17 de cada mes, porque un 17 de abril Gabo se marchó a ese macondo celestial. Las propuestas crecieron y se convirtieron en una costumbre oficial, de tal manera que seguimos incluso en plena pandemia. Cuando volvimos a la calle un día me dio por revisar todos mis textos y encontré que habíamos creado un libro sin buscarlo, así que planteé a Francisco Caballero sacarlo a la luz y, por la taumaturgia garciamarquiana, ese libro ya es una realidad que se completa con la colaboración del artista colombiano Alberto La Rotta Molenda, pintor que desde su país nos mostró su obra.Solo pinta colibríes, éste fue el segundo magnetismo ligado de forma natural a este libro. Fue un avistamiento mágico, como reza uno de los textos poéticos, creo que fue el segundo de la serie y fue realmente fascinante y premonitorio. Francisco Caballero, curador de E40, me llama «Félix, el Garciamarquiano de Ávila» (se ríe).
Del bocata de calamares al «viaje» por restaurantes exóticos
Félix es un «fan de Madrid» desde que llegó con 19 años a estudiar en el campus de la Complutense. Los bares de la Moncloa y los bocatas de calamares quedan en su memoria. Los bocadillos siguen en su afición, «y las sabrosas tapas», pero ahora es «aficionado a visitar restaurantes exóticos», peruanos, colombianos, orientales o africanos. «Me encanta esta forma de viajar en Madrid». Es apasionado de las exposiciones. La primera vez que visitó el Museo del Prado fue en un mes de agosto, como si «también fuera un turista». Le gustan mucho las muestras, «en cualquier arte, también las de Canal, por ejemplo», y recuerda «las dedicadas al Holocausto y la de Hernán Cortés». Su novela sobre Filomena «está por ser un relato histórico en el Museo de Historia de Madrid». Ha organizado eventos de danzas latinoamericanas en el Teatro Úrculo, en colaboración con Cultutetuán. Le atrae su Barrio del Pilar y sus parques. Y le agrada pasear por la ciudad: «Si vas sin prisa, nada como entrar en calles adyacentes para observar. Madrid siempre tiene algo por descubrir», dice. También le gusta compartir los eventos de la Asociación Artistas Creadores y Escritores en Defensa de los Derechos Humanos, entidad que le concedió el premio Letras en 2021.
Los títulos de Rosado
"Sangre de Luna". Novela histórica sobre la gran guerra de Cuba de 1875 (previa al desastre de 1898). El suplemento Babelia se hico eco de ella con el titular “En el amor y en la guerra”. Presentada en el Ateneo de Madrid.
"El Hombre que perdió su Espíritu". Son cinco cuentos fantásticos del futuro, como dice el subtítulo, y un sexto relato real.
"Encerrados y libres". Poesía onírica, retratos internos para sobrevivir y sobrevolar al encierro del Coronavirus. Fue expuesta por la Junta de Distrito de Tetuán-Ayuntamiento de Madrid en la muestra “El arte en los tiempos del Covid”.
"Odisea 4x4 Filomena". Novela documental que narra historias de héroes en la tormenta del siglo, la gran nevada que colapsó Madrid en enero de 2021. La obra ingresó en el Museo de Historia de Madrid por ser testimonio histórico.
"Ucrania, bombardeados y libres". Poesía épica. Emite fuerza y esperanza. Fue traducida al ucraniano por Nadiya Maletska-Grytsak y recibida por el Gobierno de Ucrania en su embajada en Madrid.
"Colombia, colibríes y campanas". Se presenta en abril. Obra dedicada a Gabriel García Márquez.