Arte y ciencia
Una joya de la arquitectura, escondida en El Retiro de Madrid
El Real Observatorio Astronómico de Madrid se remonta al reinado de Carlos III, cuando quiso convertir El Retiro en el Jardín de la Ciencia e incorporarlo a la vida ilustrada de los madrileños
La historia comienza lejos de Madrid. Aunque hablamos de lo mismo: del interés por la ciencia. A buen seguro que muchos han oído hablar del Real Observatorio de Greenwich, línea del Meridiano del mismo nombre. Longitud 0°, es el centro de la hora mundial, determinada por un instrumento de tránsito y una línea que atraviesa el patio de este Real Observatorio británico. Incluso es posible que, en algún viaje a Londres, se hubiesen acercado a visitarlo... Bueno, pues sin meridiano, pero con tanta historia como aquel, en Madrid, hay un Real Observatorio de singular calidad.
Si entra al parque por la Puerta del Ángel Caído, a buen seguro se habrá dado cuenta de que, justo al lado, hay otra entrada. Quizá en un primer vistazo nos puede pasar desapercibida debido a que pensemos que se trata de algo perteneciente al propio parque. Al otro lado de esa puerta encontraremos un rincón en el que la ciencia y el interés por el estudio del cosmos nos llevan al siglo XVIII.
El Real Observatorio Astronómico de Madrid, cuyos orígenes se remontan al reinado de Carlos III -como tantas cosas en la Villa y Corte-. Un rey singular que quería convertir El Retiro en el Jardín de la Ciencia e incorporarlo a la vida ilustrada de los madrileños.
La preocupación de Carlos III por la pedagogía, la industria, la ciencia y las artes, se refleja en el programa ilustrado que llevó a cabo en el palacio y jardines del Buen Retiro y los límites de este. El programa se inició con una función pedagógica, la creación de una Escuela Práctica de Agricultura. En 1759 ordena la construcción de la Fábrica de Porcelana del Buen Retiro, conocida años como la China, tomando como modelo la que había creado en Nápoles, la fábrica de porcelana de Capodimonte. Una fábrica que tuvo, hay que decirlo, mal final: Aunque a veces puede leerse que los autores de su destrucción fueron las tropas de Napoleón -se supone que la calidad de sus productos hacían daño a los de la fábrica francesa de Sèvres-, en realidad fueron las tropas británicas, comandadas por Wellington, quienes destruyeron Buen Retiro. Se ve que los defensores del liberalismo comercial no lo eran tanto... Pero volvamos a lo que nos ocupa. Carlos III, preocupado por el embellecimiento de la ciudad, empieza a levantar calles y paseos arbolados. En 1767 inició la creación del Paseo del Prado, cuyo objetivo era unir el arte con la ciencia en beneficio del progreso. En 1766 comienza las obras del Real Jardín Botánico, en un primer momento de la mano del arquitecto Francisco Sabatini, aunque será en 1780 Juan de Villanueva el encargado de finalizarlo. En 1785 el Gabinete de Historia Natural, actual Museo del Prado, con Juan de Villanueva como arquitecto. Dentro de este programa ilustrado, permitió el acceso al Buen Retiro a los ciudadanos, pero bajo estrictas normas de conducta. Toda una novedad para la época, eso de abrir los palacios a la plebe.
Y ahora llegamos a lo que nos ocupa. La última obra de su plan ilustrado fue la construcción del Real Observatorio Astronómico, que no se empezará a construir hasta el reinado de su sucesor Carlos IV. El observatorio se integra en el conjunto edificios de carácter científico, levantados en las inmediaciones del Paseo del Prado.
En 1785 fue Jorge Juan, el gran marino español y cosmógrafo, quien propuso al rey la idea de la creación de un observatorio astronómico que tendría como objetivos principales, establecer la teoría y la práctica de la astronomía, la geodesia, la geofísica y la cartografía. El proyecto fue encargado al arquitecto Juan de Villanueva y el lugar elegido la zona meridional del Buen Retiro, en el cerro de San Blas donde estaba la ermita del que tomó el nombre, en un espacio que ocupaba un almacén de pólvora.
El Ayuntamiento de Madrid ha rehabilitado el entorno del Observatorio Meteorológico y su integración en los jardines del Buen Retiro. Todo un intento para que no sea la gran obra pública olvidada de todo aquel señero momento ilustrado.
Los vestigios históricos que se han intentado subrayar son el Reservado de El Retiro, el jardín isabelino en torno al castillo del telégrafo óptico, el Mirador de la Reina y el Baño de la Elefanta. También se han acondicionado los paseos y los ámbitos de las puertas de Granada y del Niño Jesús. Una intervención en la que también se ha actuado sobre el arbolado, elementos vegetales, obra civil e infraestructuras.
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