Bienestar
«La Danza y el Cerebro», el proyecto entre Nazareth y Gisela para prevenir los problemas de salud mental
Defienden el impacto positivo que aportan los movimientos de la danza a la actividad cerebral
«La Danza y el Cerebro» es el proyecto llevado a cabo por la madrileña y licenciada en Física Teórica y doctora en Neurociencia, Nazareth Castellano, y Gisela Schwartz, argentina residente en Madrid, bailarina y fundadora de Danzar y Conectar. Ambas han querido transmitir las evidencias científicas acerca del impacto positivo que aportan los movimientos de la danza a la actividad cerebral.
En una sociedad marcada por ritmos de vida cada vez más acelerados, Gisela y Nazareth han decidido explorar, desde sus profesiones, una conexión entre la danza y su impacto en el cerebro. Ambas han compartido con LA RAZÓN la historia detrás de su proyecto, los descubrimientos científicos que lo respaldan y cómo el baile se convierte en una herramienta poderosa para mejorar la calidad de vida.
El proyecto nació de una curiosa conversación entre Gisela y Nazareth. «Ambas conocíamos lo que hacía cada una, hasta que un día recibo un mensaje de Nazareth diciéndome, a toda risa, cómo podía hacer ella para bailar como había visto en los videos de Danzar y Conectar», recuerda Gisela. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de la posibilidad de unir sus conocimientos. La conexión entre ambas fue inmediata. «Yo, que era una ferviente seguidora de ella y ya había visto un posteo en sus redes sobre los beneficios de la danza en el cerebro, le dije que la haría bailar donde quisiera», comenta Gisela. Y así fue: el dúo se encontró en Mallorca, donde grabaron una pequeña charla que se convirtió en el punto de partida de su proyecto. «Fue una congruencia de dos mundos aparentemente tan diferentes y que, sin embargo, coincidíamos tan claramente», añade.
Nazareth, especialista en neurociencia, explica que la relación entre la danza y la salud cerebral está respaldada por numerosos estudios. «En la conferencia hacemos un repaso de las evidencias más importantes que se han demostrado en los últimos años en cuanto a la relación de la danza y la salud». El baile, asegura Nazareth, tiene un impacto positivo en todas las etapas de la vida: desde el desarrollo neuronal en los bebés, pasando por la adolescencia, donde ayuda a mantener la salud mental, hasta la vejez, etapa en la que la danza se ha revelado como una herramienta valiosa para prevenir el envejecimiento prematuro y patologías neurodegenerativas.
En un contexto caracterizado por el estrés y ritmos de vida frenéticos, Gisela encuentra en la danza su refugio. «Bailar es para mí una forma de meditación en movimiento que me ayuda a parar los pensamientos interminables de la cabeza y, de esa manera, habitar el momento presente», comparte. Además, describe cómo, al bailar, logra conectar con una alegría y plenitud que, según su experiencia, es compartida por las mujeres que participan en los encuentros que realiza alrededor del mundo. En el caso de Nazareth, los beneficios emocionales de la danza son también evidentes desde la neurociencia: «La danza, practicada de forma regular, nos ayuda a prevenir problemas de salud mental en cualquier etapa de la vida». Esta disciplina, indica la experta, se convierte en una herramienta accesible y poderosa, que muchas personas aún desconocen.
Pero, ¿cómo exactamente se relacionan la danza y el cerebro?, preguntamos a las entrevistadas. Nazareth lo explica de manera sencilla: «Cuando estamos bailando, percibimos la música, lo que activa zonas del cerebro relacionadas con la emoción, y al movernos, entra en juego la coordinación de los movimientos. Todo esto lo gestiona el cerebro, desde zonas superficiales hasta las más profundas».
Además, la danza es una actividad compleja que implica una coordinación entre la experiencia interior y el espacio, lo cual requiere estar plenamente en el momento presente. Esto, asegura Nazareth, es uno de los grandes beneficios del baile: «Te hace estar aquí».
Un estudio publicado en la revista New England Journal of Medicine es un ejemplo de la relevancia de la danza en la prevención de enfermedades neurodegenerativas. En él, se siguió a un grupo de 469 personas y se encontró que aquellas que practicaban la danza regularmente tenían un 76% menos de probabilidad de desarrollar estas enfermedades. «Este artículo tuvo un impacto tremendo porque evidenciaba que bailar de forma regular es uno de los grandes factores de prevención de salud neurológica», dice Nazareth.
Comentando también que uno de los desafíos más grandes de la actualidad es el sentimiento de soledad, incluso en una era hiperconectada. Para Nazareth, la danza es una respuesta a este problema: «Cuando bailamos juntos, se favorece la comunicación entre los cerebros, se incrementa la percepción de los otros y se fortalece el sentido de comunidad».
Aunque Gisela y Nazareth no tienen una próxima fecha concreta para su siguiente colaboración, ambas expresan su deseo de llevar este proyecto a nuevos territorios. «Me encantaría poder llevar los conocimientos de Nazareth y la forma que ella los divulga a EE.UU. y Latinoamérica», dice Gisela.
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