Música
Aurum: cómo crear experiencias de música clásica para todos los públicos
Tres jóvenes han fundado una productora cultural que realiza conciertos de orquesta y coro en los que mezclan elementos del repertorio clásico con formatos de hoy
Fue en una cena de un día de octubre de 2019. Sofía Sainz (Madrid, 1999), entonces estudiante de composición y sonología, y Bartomeu Tur (Ibiza, 1998), de dirección de coro y orquesta, eran amigos del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y tenían intereses similares, como ser unos «culos inquietos: de hacer cosas aparte de estudiar». Y en esa conversación, se dijeron: «Molaría juntarnos y hacer conciertos». Dicho y hecho. Probaron en uno primero benéfico para darse a conocer e hicieron «match (cuando dos personas se gustan en las aplicaciones de citas), pero en el sentido profesional: nos dimos cuenta de que se había creado algo», cuenta Sainz. Se llamaron Sonora. El «match» amoroso llegó cuando Sofía conoció a su novio, Santiago López (Madrid, 1999), que se dedica al marketing, empresas e inversiones, y terminó por unirse al proyecto: él se encarga de hacer el «producto vendible». Con la llegada de López, se creó Aurum Experiences, la marca de experiencias de Sonora. La iniciativa cultural tiene una idea detrás: hacer música, con base tradicional clásica, que alcance a todos los públicos, incluso a esos que nunca se acercarían a un concierto así.
Las velas que iluminan el escenario se unen a las voces de los cantantes, al coro, a los violines, a las partituras, a los altavoces y a la dirección de Tur. Así es un concierto de Aurum, muy distinto a uno habitual de música clásica. «Nosotros hicimos una apuesta muy fuerte en sonorizar todos nuestros conciertos. Y muy criticada. Pero tenemos muy claro que el efecto que se consigue con esa sonorización del coro y la orquesta es una pasada para el espectador», cuenta Tur.
El primer concierto, cuando todavía eran solo Sonora, se dio en la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que desde ese momento cede un espacio para que los músicos ensayen. «Empezamos con una cestita en la iglesia», dice Sainz, pero el dinero recaudado iba para una acción social, no para financiarse: el objetivo era darse a conocer.
Cuando se unieron, tenían algo claro. «La idea era crear un espacio donde los estudiantes como nosotros se pudieran desarrollar en el ámbito profesional y cultural ofreciendo experiencias», cuenta Sainz. Respondía, también, a una necesidad. «Hay un problema muy grande en el Superior y es que la gente está muy preparada, pero luego termina la carrera y no sabe qué hacer», añade. No pasaba eso con ellos. «Sofía y yo compartíamos el no ser conformistas con lo que se nos había dicho o veíamos que se hacía cuando estudias un superior de música. Ir más allá y hacer algo que esté insertado dentro del contexto cultural real que entiende que consume la gente. No hacer algo más aislado».
Ahora solo faltaba el cómo. Para eso vino muy bien la incorporación de López, no solo por su valía en lo profesional, sino porque es el perfecto ejemplo de alguien que no escuchaba ni le interesa la música clásica. Hasta que lo vio. Se reunieron los tres y pensaron. «¿Cómo podemos con los músicos profesionales que tenemos, que suena todo muy bien, para hacer un producto y hacerlo vendible?», explica López.
«Vimos que en el mercado hay una barrera muy grande entre un usuario que escucha música clásica a un usuario que escucha música de bandas sonoras, musicales… Ahí vimos una vía de comercializarlo», añade López, que cuenta que con la música quedaba «muy soso» y añadieron, en primer lugar, las velas.
Aurum, esa marca que crea experiencias de Sonora, ya ha tenido conciertos por toda España y han actuado para 500 personas. Han realizado «Aurum bandas sonoras», «Aurum musicales», «Aurum Navidad» y «Aurum Natura». Este último se trata de una propuesta musical basada en la naturaleza con imágenes proyectadas y generadas por inteligencia artificial y una ambientación de velas y plantas, todo bajo la música de un repertorio clásico. «Intentamos diferenciarnos, ahora que hay mucha oferta de un montón de cosas», dice Sainz. Este febrero comienzan una gira de bandas sonoras que recaerá en Madrid el sábado 22 de febrero a las 12:30 en el Teatro La Latina.
Aurum funciona a través de una bolsa de músicos. Hay algunos muy recurrentes, pero no son fijos. Y pueden gestionar varios eventos a la vez por la cantidad de músicos dispuestos a unirse. Los músicos no pueden ser mayores de 30 años. «Intentamos promocionar el talento joven. Vamos su primera promoción», explica Tur. Talento joven gestionado por jóvenes.
El poco interés por la música clásica –no solo de los jóvenes pero sí especialmente– es el motor principal de este proyecto. «Hay mucho desconocimiento de la música clásica y mucha gente no lo escuchan porque no se dan la oportunidad», considera Tur. Aurum se presenta así como un punto que pueda iniciar a los espectadores en este género. «Creamos la marca para que la gente diga: “joe, nunca había ido a escuchar una orquesta y un coro en directo, pero he ido porque eran bandas sonoras y me he dado cuenta de que me encanta”», cuenta Sainz.
«Somos músicos formados en un conservatorio y queremos que lo conozcan y enseñar que estos músicos pueden hacer esto», señala Tur. Sin embargo, reflexiona el director, «si lo que quiero es difundir la cultura a todos los públicos, no me puedo encerrar solo en el repertorio clásico».
Bien lo sabe López, que no era oyente de este tipo de música, pero que ahora sí le gusta –«incluso entiende algo», bromea Tur. «Hay un problema muy grande, y es que lo que se estudia de música no va al unísono de lo que escucha ahora el consumidor medio», opina López.
Es por eso que en los conciertos de Aurum hay cantantes, e incluso Tur narra al público ciertas partes en medio de la interpretación para «explicar lo que está pasando». Y se refiere a conciertos del Auditorio Nacional como ejemplo: «Allí hay un protocolo en el público, en la orquesta, que o eres experto o no te enteras de nada». Y ellos lo que buscan es que «todo el mundo pueda sentirse parte del concierto», afirma Sainz.
Mantienen por su formación que el repertorio clásico es «espectacular» –Mozart, Mahler– y se debe seguir consumiendo. «Pero no podemos quedarnos solo en eso, sino ser conscientes de la sociedad en la que vivimos», explica Sainz, que considera que el problema está en el formato. En estos tiempos rápidos, de redes sociales, ellos se dirigen a los que «ni siquiera se comprarían una entrada para la novena de Beethoven, que la conoce todo el mundo», dice Sainz. «¿Cómo vas hacer que una persona que está acostumbrada a que con un “clic” tiene todo y está todo el rato pendiente de estímulos esté dos horas sentado mirando sin hacer nada? No es algo que esté conectado con la sociedad de hoy». Es en la forma desde donde quieren cambiar las cosas.