Aniversario
«Socialismo o libertad»: las 10 carreras políticas que cambiaron el 10-M de hace un año
La implicación personal de Sánchez y la candidatura de Pablo Iglesias convirtieron la campaña en una cita de calado nacional
Las elecciones autonómicas en Madrid del 4 de mayo como consecuencia de la crisis de Gobierno entre el PP y Ciudadanos traspasaron con creces el perímetro de los 179 municipios de la región para convertirse en una suerte de comicios de repercusión nacional. Ayuso situó a Sánchez como rival. Y el presidente aceptó el pulso hasta el punto de que Moncloa se convirtió en el centro de operaciones de la campaña socialista. Al tiempo, el vicepresidente segundo de Sánchez en ese momento, Pablo Iglesias, optó por renunciar a la comodidad de su despacho en el Paseo del Prado para fajarse en una campaña en la que Unidas Podemos, según algunas encuestas, se jugaba incluso la posibilidad de quedarse como fuerza extraparlamentaria en la Asamblea de Vallecas. De una forma una otra, estos tres elementos pusieron la base de una contienda que marcó definitivamente la carrera política de un buen puñado de dirigentes del país en todos los partidos.
Isabel Díaz Ayuso, la presidenta que renunció al poder para ir a las urnas. La presidenta madrileña convocó las elecciones del 4 de mayo, un martes, bajo el lema de «socialismo o libertad». Obtuvo un respaldo mayoritario en las urnas, de norte a sur de la región, y consiguió neutralizar a la izquierda. Obtuvo más diputados que Más Madrid, PSOE y Unidas Podemos juntos. Eso y el apoyo de Vox le permitieron conforman un equipo monocolor.
Ignacio Aguado, el vicepresidente que no pudo ser candidato. Ignacio Aguado logró en 2019 situarse a unos pocos miles de votos del Partido Popular. Ese extraordinario resultado fue suficiente para entrar en el gobierno presidido por Ayuso. La abrupta crisis de marzo de 2021 acabó con su destitución y la convocatoria de elecciones. En su partido, se multiplicaron las voces que lo situaron como responsable de la situación generada. Y no fue candidato.
Mónica García, líder de la oposición. Muy pocas encuestas apuntaban a que Mónica García y Más Madrid pudieran adelantar al PSOE de Sánchez. Su discurso pragmático lo permitió.
Rocío Monasterio: influyente, pero menos. resistió la tormenta del 4-M frente a una candidata, como Ayuso, que gusta entre los votantes de Vox. Es el socio preferente.
Pablo Iglesias, el gran perdedor. Es posible que Iglesias lograra evitar que Podemos quedara fuera de la Asamblea. Pero el pulso con Ayuso, que es a lo que vino, lo perdió.
Ángel Gabilondo, tercero tras haber ganado. Una campaña electoral diseñada desde Moncloa desdibujó al candidato que en mayo de 2019 ganó a Ayuso con comodidad.
Edmundo Bal, una misión imposible. El reto que Cs planteó a Bal era imposible. Consciente de ello, el candidato no renunció a su acta de diputado en el Congreso. Hizo bien.
Isa Serra, obligada a renunciar. Ante los malos presagios de las encuestas y la posibilidad de que fuera condenada por la Justicia, la portavoz Isa Serra renunció a ser candidata.
Hana Jalloul, sin “efecto Kamala”. Moncloa situó a Hana Jalloul como número dos de Gabilondo el 4-M. El PSOE naufragó y Jalloul no ha terminado como sucesora del ex ministro.
Eugenia Carballedo, segunda autoridad. Fue la única consejera popular que no permaneció en el Gobierno. Ayuso le confió la labor de presidir la Asamblea.
¿Quién ganó? Parece evidente señalar que la gran vencedora de aquella cita de las urnas fue, precisamente, la que más se jugaba. Tenía el poder y optó por renunciar a él para darle a la voz a los madrileños. Pero la jugada le salió bien: Ayuso logró quedarse a las puertas de la mayoría absoluta. Se impuso en 177 de los 179 municipios de la comunidad y sumó más diputados y más votos que los tres partidos de la izquierda, PSOE, Unidas Podemos y Más Madrid. No todo fueron, sin embargo, malas noticias para estas formaciones. El partido fundado por Manuela Carmena e Íñigo Errejón de cara a las elecciones de 2019 logró un «sorpasso» histórico. Su candidata, Mónica García, fue otra de las figuras que salió reforzada del 4-M. Con un discurso más práctico del PSOE logró la segunda plaza que le permitirá hasta 2023 ejercer como líder de la oposición. Rocío Monasterio, candidata de Vox, salvó los muebles ante el empuje de Ayuso, aunque la aritmética rebajó su capacidad de influencia sobre el Gobierno.
¿Y quién perdió? En el lado de los perdedores del 4-M, todos los demás. Empezando por el ex vicepresidente, que ni siquiera pudo comparecer como candidato por decisión de su partido. Su recambio en este papel, el diputado Edmundo Bal, no pudo evitar la debacle y Cs confirmó su salida del parlamento regional. Iglesias anunció la misma noche electoral su salida de la política, confirmando así la teoría de quienes auguraron que, en caso de derrota, jamás recogería su acta en Vallecas. Entre las filas del PSOE, además de Sánchez, Gabilondo sufrió un estrepitoso varapalo. También su número dos, Hana Jalloul, aupada desde Moncloa. El «socialismo o libertad» planteado por Ayuso como terreno del 4-M dejó al PSOE ante un espejo doloroso: en apenas dos años pasaron de ganar las elecciones a tercera fuerza.
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