Un patrimonio de todos. Y un desastre, según algunos, para los que lo tienen más cerca. El Manzanares, ese río de Madrid tantas veces despreciado e ignorado, quiere ser para sus vecinos ejemplo de recuperación y naturaleza. Al menos eso fue lo que animó a decenas de habitantes de su entorno a marchar, este fin de semana, en favor de la recuperación del río, algo que, afirman, pasa por la eliminación de la contaminación de sus aguas y la limpieza de sus márgenes. «Esto es un dolor más que un río», afirman unos colectivos que exigen también la recuperación de afluentes como el arroyo de La Gavia y el arroyo de La Abulera y la recuperación del Camino de la Magdalena, lo que incluye el fin de los usos indebidos, junto con la eliminación de las escombreras ilegales, entre otras actuaciones.

Ponen el foco además en la eliminación de los malos olores y contaminación del río procedentes de las depuradoras existentes en la zona, y apuntan a la necesidad de cerrar o soterrar las instalaciones más viejas y molestas.

El movimiento vecinal plantea que el terreno liberado por este tipo de intervención debería servir para promover usos culturales, sociales e incluso económicos, con el impulso de iniciativas sobre energías renovables y de investigación y desarrollo.

La elección de este fin de semana para las protestas y demandas no ha sido casual. El Ayuntamiento de Madrid se encuentra en pleno proceso de estudio y definición de una serie de intervenciones en sus dos márgenes y arroyos, actuaciones que se ejecutarán en el marco del Plan Madrid 360 y el proyecto de Bosque Metropolitano, y que estarán incluidas en el lote número cuatro de Parques Fluviales de Madrid. Según defienden los convocantes, «la degradada zona sur del Manzanares» requiere de «una intervención profunda» que sirva para recuperarla tanto desde el punto de vista medioambiental como social. Ganas de río en un Madrid que busca reinterpretar su relación histórica con el Manzanares. Y volver a empezar.