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El reto de tu vida

Maceteros urbanos alimentados con el compost del bar, una solución para las ciudades del futuro

Tres estudiantes de la Universidad de Alicante proponen crear mini espacios verdes para reducir la concentración de CO y, al mismo tiempo, tratar los restos orgánicos de los bares y restaurantes. Esta idea ha ganado el Challenge Universitario de Fundación Repsol en la categoría de “ciudades sostenibles y descarbonizadas”

La Serra Grossa se ha convertido para Gabriela Cevallos en uno de sus lugares favoritos de Alicante. Son 80 hectáreas donde salir a correr, desconectar o, más bien, reconectar, y aprovechar las vitaminas que “nos da la naturaleza”. La joven de 29 años llegó a la ciudad desde Quito, Ecuador, en 2022. Quería salir de su país a estudiar, seguir sus sueños y “luchar contra lo establecido”, como le gusta decir. Así recaló en la Universidad de Alicante en el Máster en Comunicación e Industrias Creativas.

Atrás, una historia llena de vivencias. A pesar de su juventud, Gabriela ha aprendido a hacer escalada en glaciar en Suiza, ha corrido la carrera de ruta más grande de Quito, ha sido voluntaria en la frontera de Colombia (con solo 14 años) y ha hecho de guía de montaña con perro. Todo sin dejar a un lado los estudios: obtuvo el certificado de inglés, se graduó en comunicación organizacional y actualmente es colaboradora del TED. Un currículum de vértigo.

Conociendo parte de su historia no es de extrañar que este año, su segundo en el Máster y en España, haya decidido participar en el Challenge Universitario de Fundación Repsol. Lo ha hecho de la mano de dos compañeras de estudios: Noelia Cruz de Costa Rica y Vianny Castellanos de Colombia. Tres chicas representando a la Universidad de Alicante y a sus países de origen recalaban en Madrid en marzo para vivir el gran encuentro de este challenge. Un hackathon de dos días y presentaciones ante un jurado profesional en el que enfrentaron su idea a la de otros 93 estudiantes finalistas. El objetivo de esta primera convocatoria de Fundación Repsol era encontrar entre los jóvenes nuevas ideas y soluciones para cinco grandes retos relacionados con la transición energética: Ciudades sostenibles y descarbonizadas, Movilidad sostenible y descarbonizada, Economía circular como palanca de descarbonización, Industria sostenible descarbonizada y Transición energética y sociedad.

A su proyecto lo denominaron “EcoFuturo: Jardineras urbanas alimentadas por miniplanta de tratamiento de residuos”. Lo que plantearon es instalar macetas urbanas para sembrar plantas que, además, integren una miniplanta de tratamiento de residuos orgánicos del sector Horeca (Hoteles, Restaurantes y Cafeterías). Su relación con la naturaleza, dice Cevallos, tiene que ver con el proyecto. “Los residuos del sector parece que no tienen utilidad y, sin embargo, nos van ayudar a mantener estos paisajes, sobre todo, en las ciudades donde son tan necesarios”.

La idea gustó tanto que resultó ganadora en la categoría de “Ciudades sostenibles y descarbonizadas”. Y eso que no era fácil. Más de 1.700 participantes, ideas de todo tipo y un altísimo nivel, diría después Arantza Hernanz, la directora de Educación y Conocimiento de Fundación Repsol, quien además destacó la integración en los proyectos de tecnología predictiva, digitalización e IA, “aportando grandes dosis de conocimiento y motivación. La Generación Z es la más motivada a actuar y apoyar productos y empresas que se alineen con sus valores. Y creo que no solo lo hacen por motivos económicos".

Gabriela Cevallos, Noelia Cruz y Vianny Castellanos posan con el galardón, tras dos días de dura competición en el hackathon de MadridRepsol

Además de los 12.000 euros en metálico del galardón, cada premiado tiene la oportunidad de incorporarse a uno de los programas de talento joven que ofrece Repsol. La compañía apuesta con fórmulas como esta para elevar su tasa de incorporación de estos nuevos profesionales a la compañía. Se fomenta su empleabilidad y se consigue que contribuyan al proceso de transformación que está llevando a cabo la multienergética en todas las áreas de negocio (desde la digitalización a la transformación industrial o la economía circular).

Para Gabriela, que llegó a España con mentalidad de viajera y no de migrante, trabajar en una empresa alineada con lo que ella misma quiere ser, resulta de vital importancia. Y para ella ese “querer ser” tiene que ver con la naturaleza, pero también con el trabajo y con las ganas. “Hace falta liderazgo, gente que haga cosas, que actúe. El hackathon nos abrió un camino que no habíamos visto y este premio significa no el inicio, sino la continuación de un trabajo constante por hacer del mundo un espacio digno de habitar. Para esto necesitamos sinergias, acompañamiento, espacios de aprendizaje, pero sobre todo, acciones del sector público, privado y de la ciudadanía”, decía una exultante Gabriela al recibir el premio.

Este proyecto es un inicio, un orgullo para Gabriela, y también una buena solución para las ciudades del futuro, pero también algo más. Es una forma de reconectar con su familia, de volverla a sentir cerca ahora que está aquí. Como dijo su madre al enterarse del galardón: “Te veo crecer, seguir tus sueños y eso me encanta”.

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