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Un proyecto de

Educación

La vocación y entrega de los profesionales de educación infantil

La primera infancia es el primer contacto de la persona con el mundo. A través de los sentidos, el bebé va creciendo y convirtiéndose en un niño o niña capaz de comunicarse, entender, coordinar sus movimientos, etc. Con la Educación Infantil se promueve el desarrollo intelectual, físico, social y emocional de los niños y niñas.

Los educadores infantiles son los responsables de acompañar a los pequeños en este primer periodo de sus vidas. Jesus ChaconLa Razón

En esta etapa tan importante los servicios educativos de Koala Escuelas Infantiles, juegan un papel fundamental y sus educadores desempeñan una labor esencial. Su compromiso es clave para el buen funcionamiento de las actividades y para que los niños y niñas de 0 a 3 años que acuden cada día a estos centros crezcan en un ambiente seguro y alegre.

Vocacional y esencial: así es un educador infantil

Aunque la educación infantil no es de escolaridad obligatoria, lo cierto es que es una etapa clave en el desarrollo y socialización de los niños y niñas. En este ciclo hay una figura clave: los educadores infantiles. Son los responsables de acompañar a los pequeños en este primer periodo de sus vidas. Su labor va mucho más allá de asistirlos en las tareas más básicas de alimentación e higiene: a través del juego y las rutinas tratan de fomentar el desarrollo emocional y social de los más pequeños, estimular la psicomotricidad y guiarlos en el camino hacia su autonomía.

Se trata de un trabajo que requiere de ciertas habilidades como la paciencia, la empatía y la creatividad, y que, en palabras de quienes ejercen esta profesión, es muy vocacional.

La alegría de crecer y descubrir el mundo

Lorena Serrano de la Fuente es educadora de apoyo en la Escuela Infantil Mafalda y Guille en Valladolid. Comenzó en 2014. Es la encargada de apoyar donde se la necesita: en las aulas, en las actividades o en la oficina. “Mi trabajo es supervocacional - asegura Lorena -. Desde muy pequeña supe que quería dedicarme a trabajar con niños y estoy muy contenta de haberlo conseguido”.

De esta etapa destaca la oportunidad de ver los cambios que no se viven en otras edades. “Cuando empiezan les llevas en brazos, son totalmente vulnerables - explica -. Las familias nos dan lo mejor que tienen en casa con total confianza. Eso es precioso”. Lorena hace especial hincapié en lo agradecido que es su trabajo: “aquí no hay un día triste”.

Educadoras infantiles, la esencia de los centros

María del Mar Román Baeza es educadora en la Escuela Infantil Viator en Almería y es un claro ejemplo de lo que significa la vocación en el trabajo. Es una pieza clave en la escuela, donde desprende energía y alegría por donde pasa. La “seño Mar” - así es como la llaman - tiene claro que lo mejor de su trabajo es lo que le aportan a ella los niños y todo el cariño que recibe a cambio. “Es como volver a vivir la infancia y disfrutarla a través de los niños y niñas - explica - Esto no te lo da ningún otro trabajo”. También destaca cómo se viven los cambios de la sociedad observando a las nuevas generaciones: “cada vez se sienten más cómodos con las tecnologías y los medios audiovisuales - comenta - y nosotras tratamos de adaptar nuestras actividades a lo que ellos sienten como algo natural”.

Este año María del Mar gradúa a su grupo, al que ha visto crecer desde que eran bebés. Junto a ellos y casi como alguien más de la familia, ha podido ver cómo comenzaban a caminar, a hablar, a entender mejor y hacían sus primeras amistades en su aula. “Tratamos de que aprendan con actividades motivadoras y alegres para ellos, porque aprenden haciendo, no solo viendo”, explica.

Aprender a través del juego

Lourdes Hernández Ferrera es educadora infantil en la Escuela Infantil Costa Isora en Santa Cruz de Tenerife desde que abrieron las puertas, hace 10 años. Aunque pasa más horas en la escuela que en su propia casa, asegura que le encanta su trabajo y que disfruta cada minuto que pasa allí. “Los niños aprenden a través del juego - comenta -. En cada etapa vas viendo los cambios: sus primeras palabras, sus primeros pasos… Es agotador, pero es precioso verlos crecer”.

Este año ha sido muy duro también en estas escuelas. Padres y educadores han tenido que coordinarse para garantizar la seguridad y lo han hecho estupendamente. Incluso han tenido tiempo y ganas de crear un proyecto para trabajar las emociones y el refuerzo positivo: el ‘cariñograma’. Cada semana niños y niñas trabajaban una emoción concreta tanto en la escuela como en casa. Los jueves los padres enviaban una frase en positivo y los viernes las leían todos juntos en el aula. “Si te digo la verdad, tuvimos miedo de que fueran muy pequeños para entenderlo, pero todo lo contrario - explica Lourdes -. Cada viernes esperaban con mucha ilusión la frase de sus papás y lo vivían con mucha alegría. En este año tan duro, el cariñograma nos ha dado la vida a todos”.

Si algo queda claro viendo estos ejemplos, es que las educadoras infantiles son el alma de las escuelas, quienes sacan el trabajo adelante y se enfrentan a posibles contratiempos sin perder la sonrisa con los peques y la ilusión por su profesión.

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