Teatro
Un Jardiel de miedo
Una avería, un caserón perdido y una serie de presencias fantasmagóricas. No se asusten: se trata de que rían a base de bien. Y Pepe Viyuela suele conseguirlo. PARA NO PERDERSE. Dónde: Teatro Fernán-Gómez. Pza. de Colón, 4. Madrid. Cuándo: hasta el 24 de febrero. De martes a sábado, 19:30 . Domingos, 18:30 h. Cuánto: de 18 a 24 euros. Tel. 91.436.25.40.
Un secuestro chapucero, un señorito que viaja con su chófer –quien no tiene ni idea de mecánica– y un viejo caserón. «Los habitantes de la casa deshabitada» rebosa «jardielismo» por todos lados, con una particularidad: se atreve con lo sobrenatural. Y es que en esta comedia que escribió Jardiel Poncela en 1942, los protagonistas van a dar a una mansión en la que tendrán que lidiar con criaturas fantasmagóricas y extrañas presencias. Hace un año, el productor Juanjo Seoane recuperó uno de los títulos más representados del genial comediógrafo, e Ignacio García tomó la batuta artística del proyecto. Ahora llega al Teatro Fernán Gómez, con Pepe Viyuela en el papel de Gregorio, el carismático chófer, junto a Juan Carlos Talavera y Paloma Paso Jardiel, entre otros intérpretes. «Me hacía mucha ilusión, para empezar por los actores que lo han representado antes, desde Saza a Paco Martínez Soria», comenta Viyuela, que menciona también a Pepe Orjas y Antonio Garisa, «una serie de grandes que han tenido la suerte de pasar por este personaje». La comedia «tiene algo de aventuras, una historia que sucede en una casa, y a la vez es muy vodevilesca, con personajes estrambóticos», explica el cómico. «No sé si es Jardiel en estado puro, pero sí es la función más abdurda que tiene, y combina muy bien el juego terrorífico». Un juego reflejado en la puesta en escena, que recuerda a las viejas películas de monstruos. «No hacía mucho tiempo que Jardiel había vuelto de Hollywood y escribía bajo otra influencia. Esta pieza habría sido un éxito si se hubiera estrenado en cine», reflexiona el actor.
Viyuela, que se había medido antes a Mihura, pero no a Jardiel, defiende al autor, al que, si pudiera, «le daría las gracias por todo lo que me ha hecho reír. Es un autor fundamental en la historia del teatro, conviene no olvidarle. Ha habido mucho prejuicio, contra él y contra otros de esa generacion: por una cuestion ideólogica han sido apartados de los repertorios. Pero eran escribían muy bien, eran realmente grandes».
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