Abusos a menores
Los testigos acorralan al «pederasta de Ciudad Lineal»
Termina la fase testimonial del juicio con numerosas pruebas que lo incriminan.
Termina la fase testimonial del juicio con numerosas pruebas que lo incriminan.
Tras las declaraciones de los policías nacionales, que ayer acudieron a la Audiencia Provincial de Madrid para dar su testimonio, terminó ayer la fase testifical de la vista oral del juicio contra el llamado «pederasta de Ciudad Lineal». Por delante de los agentes que realizaron el perfil de Antonio Ortiz antes de que le capturaran han pasado por la Audiencia un centenar de testigos que han dejado poco margen a la defensa de Antonio Ángel Ortiz. Ayer se descubrió que los agentes realizaron un informe que ya describía sin vacilaciones a un pederasta «decidido, imprudente y sin empatía», a un hombre que pudo haber sufrido abusos sexuales en su infancia y que, ahora, encuentra el placer en el aspecto inocente de las niñas y en los rasgos exóticos de las pequeñas de origen oriental. Así, con esta valiosa aportación de los expertos en el análisis de la conducta del presunto pederasta, para el que la Fiscalía pide 77 años de cárcel, se pone fin a un primer capítulo dentro de este proceso judicial, el que han escrito más de un centenar de personas que, durante el último mes, han tenido que comparecer ante el tribunal de la Audiencia Provincial de Madrid. El resultado: un Ortiz cada vez menos impasible y más debilitado por las circunstancias, acorralado por las palabras y señales de los testigos.
El primer turno de palabra fue suyo y, sin embargo, Antonio Ángel Ortiz prefirió callar cuando fue llamado a declarar el pasado día 18 de octubre durante la primera sesión del juicio. Ni siquiera un interrogatorio pactado con su abogado, nada; el conocido como «pederasta de Ciudad Lineal» quiso hacer del silencio una testificación a su favor y, sin embargo, la falta de argumentos en su defensa bien puede entenderse como una primera declaración en su contra. Y después, llegó el turno de las víctimas: ese mismo día, tras la negativa de Ortiz a responder, se procedió al visionado de los testimonios de dos de las niñas agredidas, cuyas voces había sido grabadas previamente en presencia de psicólogos infantiles para ahorrarles el sufrimiento de revivir su pesadilla. Los presentes no sólo pudieron oír el desgarrador relato de las dos menores, sino que, además, vieron cómo al menos dos de las pequeñas señalaban sin titubeos a Antonio Ángel Ortiz en sendas ruedas de reconocimiento.
La siguiente fecha clave en el desarrollo de esta fase de testimonios en el juicio es la del 20 de octubre, día en el que habló el jefe de la investigación, que sería el primero de los 80 agentes que han declarado en total en los últimos 30 días. Todos ellos estuvieron meses dedicados a la llamada «operación Candy», por lo que pudieron aportar en el juicio numerosas pruebas incriminatorias que dejan al supuesto pederasta sin demasiadas opciones ante la acusación que le pide penas por una violación consumada y cuatro agresiones sexuales a menores cometidas entre 2013 y 2014. De hecho, los testigos llegaron acompañados de material de gran valor informativo, como un «tour virtual» por la casa donde tuvieron lugar los abusos sexuales: el llamado «piso de los horrores», situado en el número 3 de la calle Santa Vigilia de Madrid, en el que se ha probado que se hallaron restos biológicos y huellas de una de las menores.
Pero quizás el testimonio más crudo lo dio la madre de una de las víctimas, quien, el 8 de noviembre reconoció que su hija, dos años después de los hechos, sigue despertándose por las noches atemorizada por la imagen de su asaltante. La mujer lamentó el tratamiento profiláctico al que tuvo que someter a su hija: una niña de nueve años que ha tomado hasta tres pastillas distintas al día para sobrellevar las secuelas de su calvario.
Después del que juzgó la tragedia del Madrid Arena –que contó con un total de 145 testigos–, no hay otro juicio en el que tantas personas hayan tenido que personarse para dar su visión de los hechos, al menos, en nuestra historia más reciente. Y es que, han sido cerca de 100 personas las que han hablado ante la mirada impasible del único acusado que, preso por los nervios o por falta absoluta de humanidad, llegó a soltar alguna que otra carcajada en las diferentes sesiones del juicio de un caso que mantiene incrédula y horrorizada a las familias de las víctimas, a los vecinos madrileños y a la opinión pública española.
Ahora comienza la fase pericial del juicio y, con ella, la recta final para cerrar la trágica historia del «pederasta de Ciudad Lineal» que, previsiblemente, terminará con una sentencia a mediados del próximo mes.
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