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Un libro analiza las bibliotecas y las lecturas de escritores como Cervantes, Galdós, Lorca o Vila-Matas

El libro de la Universitat de Barcelona es una invitación a conocer las bibliotecas de varios autores larazon

Un libro analiza las bibliotecas y las lecturas de escritores como Cervantes, Galdós, Lorca o Vila-Matas

A todos aquellos que les gustan la buena literatura les gustaría echar un vistazo en las librerías de los autores que admiran. Allí, en muchos casos, esta la semilla del trabajo de los grandes autores, las lecturas que pueden haber inspirado libros hoy imprescindibles. De esas experiencias lectoras da fe un libro que acaba de publicarse de la mano de Edicions de la Universitat de Barcelona. Bajo el título «Bibliotecas de escritores» y coordinado por Ana Rodríguez Fischer y María José Rodríguez Mosquera, el volumen nos permite conocer la experiencia lectora de Cervantes, Pérez Galdós o Lorca a través del estudio de quienes han investigado sobre ellos, o la vivencia personal de Jesús Ferrero, Gustavo Martín Garzo y Enrique Vila-Matas.

El libro se abre de la mano de Jesús Ferrero quien habla de la lectura y la escritura en la aventura de la vida. El descubrimiento de una literatura culta le llegó al encontrar en la biblioteca de su padre «La náusea» de Jean-Paul Sartre. «Me ubicó plenamente en la literatura moderna y ya nunca más me acerqué a la narrativa juvenil. Fue como un bautismo con agua ácida y corrosiva», apunta Ferrero en su texto.

Por su parte, Gustavo Martín Garzo nos acerca a sus primeras lecturas infantiles, el nacimiento de su vocación lectora. Igualmente nos explica que «leo para seguir el rastro de luz que dejan en la noche esas moritas cautivas de mi infancia», en referencia a ese Oriente imaginado y fantasios de «Las mil y una noches».

Otro autor que escribe en primera persona sobre su biblioteca, concretamente sobre tres autores, es Enrique Vila-Matas. Nos pone ejemplos de lecturas: Ray Bradbury, Patrick Modiano y Francis Scott Fitzgerald. Son relecturas. La primera de ellas vino a través de la revista «Minotauro» donde encontró el relato «La costa en el crepúsculo». «Releída hoy, me ha parecido recordar que la historia me fascinó porque vi desmentir de golpe todas las ideas, cargadas de temores, que me había ido construyendo acerca de lo que podía ser un cuento de ciencia ficción», asegura Vila-Matas.

Rosa Navarro nos lleva hasta la biblioteca que poseía Alonso Quijano y de los libros salvados y que fueron condenados al fuego como consecuencia de la locura de su dueño al pasar a ser don Quijote de la Mancha. Esto le sirve a Navarro para exponer que «la biblioteca de un escritor es el material esencial para trabajar sobre su obra porque de ella se ha alimentado para crearla; de modo semejante, la biblioteca de un personaje se convierte en guía para entender sus pasos por el mundo de la ficción». Así identifica, entre los leídos por Cervantes, «Honesto y agradable entretenimiento de damas y galanes», traducción de Francisco Truchado de «Le pieacevoli notti» de Giovan Francesco Straparola.

Por su parte, María Isabel Martínez de Contrasta nos lleva hasta el Galdós lector subrayando la influencia que tuvieron en él Ventura Ruiz Aguilera y Mesonero Romanos. Estos dos autores son, como demuestra el estudio que se incluye en esta obra, fueron modelo de las teorías estéticas que el autor de «Fortunata y Jacinta» plasmó entre 1865 y 1876 en sus colaboraciones en «La Nación», «El Debate» o la «Revista de España». De los dos autores citados, Galdós comparte la idea de que lo bello es «aquello que expresa una verdad, sin ornatos estilísticos exagerados o pomposas retóricas impuestas por convenciones de moda que, en realidad, carecen de significación profunda y genuina».

Otra biblioteca visitada en esta monografía es la de Federico García Lorca, algo que hace en un texto Mónica Hurtado Hernández. La autora hace un inventario de lo que quedó entre los 445 libros y publicaciones monográficas, así como 46 publicaciones seriadas que sobrevivieron al asesinato de su propietario. Así podemos saber que el poeta granadino contaba con ejemplares de los místicos españoles, como san Juan de la Cruz o santa Teresa, así como filósofos indios como Rabindranath Tagore o Brahmacharin Bodhabhikshu. A ellos se le suman los «Entremeses» y «La Galatea» de Cervantes, una edición de las «Obras completas» de Shakespeare o «Comedias» de Aristófanes, sin olvidar a los compañeros de generación de Lorca: Rafael Alberti, Vicente Aleixandre o Luis Cernuda.