Francesc Arbal entró en la biblioteca de la Universidad de Barcelona a las seis de la tarde y salió 18 horas después afirmando que era Demócrito. Había llegado con su gastado traje de profesor suplente y había salido con una túnica blanca algo translúcida que dejaba ver que debajo estaba completamente desnudo.

Francesc Arbal entró en la biblioteca de la Universidad de Barcelona a las seis de la tarde y salió 18 horas después afirmando que era Demócrito. Había llegado con su gastado traje de profesor suplente y había salido con una túnica blanca algo translúcida que dejaba ver que debajo estaba completamente desnudo. Los que le vieron entrar decían que era un hombre atractivo de unos 30 años, de ojos claros, nariz helénica, barbilampiño y labios grandes de buen orador. Al salir, parecía un hombre de edad indeterminada, de arrugada frente y largas barbas canas que gritaba «la belleza que no afecta todos los sentidos es garra que afea el gesto».

La primera reacción de los que estaban presentes en la biblioteca fue reírse. No pudieron evitarlo. Nadie sabía si la transformación que había sufrido aquel hombre había sido instantánea en ese momento o si se había arreglado segundos antes en el lavabo. Nadie se había fijado tanto en él. Pero cuando le vieron levantarse con ímpetu y empezar a vociferar viejos axiomas sobre la belleza, no pudieron evitarlo, creyeron que era una broma de esas que se comparte en las redes sociales y se rieron con gusto. Francesc Arbal, ahora Demócrito, gritó enfervorecido: «Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa».

No había más de cinco personas en la biblioteca en ese momento, pero todos sintieron que eran los malos en ese axioma y al mirarse al espejo vieron dentro de sí toda la fealdad del mundo, como si les hubiesen empezado a salir pústulas por todo el cuerpo. Dejaron de reírse al momento y empezaron a creer que Francesc Arbal era Demócrito y nadie debía mofarse de Demócrito, el hombre bueno. ¿Pero quién era Demócrito? En realidad, nadie lo sabía. Como estaban en una biblioteca, consultaron quién era y vieron que en ningún lugar ponía que su verdadero nombre no era Francesc Arbal. «¿Qué es la belleza para usted?», le preguntaron entonces a uno de los estudiantes que habían visto ese fenómeno. «Para mí, la belleza es la posibilidad que un hombre diga que es Demócrito y la gente lo crea». La belleza es, entonces, creer la posibilidad de lo imposible.

El mundo clásico busca salir de su retiro académico y empezar a expandirse por toda la esfera pública con la primera edición del Festival Clàssics, iniciativa que pretende acercar al público contemporáneo nuevas formas de entender y vivir las grandes obras de la historia de las bellas artes. La Casa dels Clàssics, institución surgida de la Bernat Metge, y el Grup Focus unen fuerzas para organizar un gran acontecimiento transversal que incluya teatro, música, arte, videocreación y cine para dar nueva vida a las grandes obras clásicas. Y por clásicas no se encasillan en la época grecolatina, sino que llegan a las grandes novelas canónicas de principios del siglo XX. Es decir, de Homero a Kafka.

De esta forma, Josep Maria Pou, Àlex Rigola, la artista e ilustradora Paula Bonet, el poeta Josep Pedrals, el catautor Roger Mas, la compañía teatral Clara y Ariadna Peya (Les Impuxibles) y el cineasta Albert Moya preparan obras inspiradas en alguno de los clásicos centrados en este caso en el tema de la belleza. «En momentos de incerteza como los que estamos viviendo, es importante buscar nuestro reflejo en el clásico», afirma Oriol Soler, director general del Grup Som, que engloba La Casa dels Clàssics.

Manifiesto fundacional

El festival arranca este domingo en el Institut d'Arquitectura Avançada de Catalunya (IAAC) con la lectura de la conferencia «La belleza», del autor italiano Alessandro Baricco. Gran divulgador de los clásicos, el autor de «Seda» dará una clase magiustral de la idea de belleza del mundo clásico y cómo puede leerse hoy, lo que dará pie a convertirse en una especie de manifiesto en el que el resto de artistas tendrán que inspirarse para sus propias creaciones. En octubre de 2019 se podrán ver las obras que ha generado esta genial idea.