Elecciones andaluzas
La confluencia entre Podemos e IU no acaba de arrancar
La posibilidad de adelanto electoral añade presión al proceso. Maíllo advierte de una unión puramente «burocrática»
La posibilidad de adelanto electoral añade presión al proceso. Maíllo advierte de una unión puramente «burocrática»
El coordinador general de IULV-CA, Antonio Maíllo, dio un toque de atención el pasado 14 de noviembre para que su formación y Podemos, junto a otros partidos y plataformas cívicas constituyeran un bloque de izquierdas que fuera determinante en Andalucía. El contexto es el más propicio porque a nivel andaluz se impuso en las primarias Teresa Rodríguez y a nivel nacional Pablo Iglesias frente al equipo de Errejón, que siempre ha sido reacio al proceso de confluencia. Sin embargo, la unión no acaba de fraguarse.
Fuentes de IU señalan a este periódico que se están dando pasos discretos y que se reflejan en iniciativas conjuntas con Podemos como la defensa de la «cláusula suelo» en educación para que la inversión no baje del 5 por ciento del Presupuesto. Pero el acelerón que pedía Antonio Maíllo no se nota en un contexto en el que la incertidumbre sobre los Presupuestos y las consecuencias de la candidatura de Susana Díaz para hacerse con la Secretaría General del PSOE vuelve a disparar las cábalas sobre un llamada anticipada a urnas a nivel nacional o a nivel andaluz.
Antonio Maíllo volvió a insistir en la necesidad de confluencia en el informe político que presentó en el Consejo Andaluz de IULV-CA durante el fin de semana. Sus palabras fueron en la misma línea que en el desayuno informativo del 14 de noviembre, pero advirtiendo además del peligro de caer en una «gestión burocratizada o técnica de la confluencia», frente a un bloque construido desde abajo que se funda con la sociedad civil. Un proceso que –según su diagnóstico– es imposible crear de un día para otro cuando se acerque la fecha de las elecciones. Una confluencia electoral exprés que fue lo que ocurrió en las vísperas de las elecciones generales de junio de 2016.
«Eso es confluencia –recoge el informe político que presentó Antonio Maíllo–. Estar en el conflicto y construir desde la confianza y el encuentro un tejido organizado para articular una alternativa de gobierno y de sociedad. Este año debe seguir construyéndose desde abajo, de modo natural, cómo y con objetivo declarado de construir una alternativa. Pero si creemos que uniendo las partes sin más ambición conseguimos los objetivos estamos más que equivocados: o lanzamos una convocatoria para sacudir con un certero diagnóstico la realidad andaluza, construir espacios de búsqueda de alternativas y definición de nuevos modelos sociales, o nos quedaremos en una gestión burocratizada o técnica de la confluencia. Hay que avanzar desde el trabajo discreto, pero con objetivos muy ambiciosos. Construir una mayoría ni se hace de la noche a la mañana ni se resuelve con voluntarismo».
El proceso de confluencia que abandera Antonio Maíllo tiene la aspiración de ir más allá de la simple confluencia electoral. Pasa por imbricarse en la movilización social y converger hacia una unión efectiva con Podemos, aunque ambos partidos mantengan su identidad. Algo parecido a lo que ocurrió con la configuración de IU-Los Verdes Convocatoria por Andalucía, un paraguas en el que se integraron partidos como el PCA.
Maíllo dijo en noviembre que un año era un plazo razonable para la confluencia. Ya han pasado cuatro meses y lo cierto es que el acelerón del proceso no llega.
La confluencia entre Podemos e IU no acaba de arrancar
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