Ferias taurinas
¿Ahora qué escribo yo?
El premio que le dieron a Curro Romero por su beticismo demuestra lo vivo que está en Sevilla el cariño por «El Faraón de Camas», que mantiene intacta su torería
En este resumen semanal tenía como tema especial la entrega del segundo premio de la Fundación Heliópolis al maestro, y no sólo de lo taurino, Curro Romero. Tras un turno de oradores que se crecieron, como los toreros que alternaban con «El Faraón» el Domingo de Resurrección, a la hora de agradecer la distinción el maestro se arrancó como si fuera un fandango que tan bien domina: «Vaya cómo hablan estos señores». La plaza, en este caso el teatro, se puso en pie aplaudiendo, porque una verónica la ejecutan todos los toreros pero... Igual pasa con una frase. Dicha por otro no pasa nada, pero dicha por Romero resulta memorable. Concha Piquer le dijo a un periodista que una artista que sale a un escenario y al saludar no es aclamada ni es buena artista ni nunca será una estrella... Como tantas veces, se me ha enredado la pluma –ahora llamada ordenador– recordando lo vivido el miércoles. Quería decir que igual que Curro cuando inició sus palabras, después de leer el deslumbrante artículo de otro maestro, Antonio Burgos, me veo obligado a decir: «Vaya tela cómo escribe este señor. ¿Ahora qué escribo yo?».
A pesar de todo, no tengo más remedio que contarles los acontecimientos desde mi admiración y no poca envidia. Empecé la tarde a las ocho y con comodidad. Tenía dos actos, afortunadamente en el mismo sitio, el edificio de la Fundación Cajasol. En su patio central se realizaba en directo el programa de Carlos Alsina. Siendo compañero de Onda Cero, me pareció que procedía saludarlo y sentarme a oír su programa. Por cierto, en la entradilla el periodista explicó con mucha erudición y humor el origen de la puñetera Diada y dijo que afortunadamente los sevillanos se volcaron en aquella Guerra de Sucesión por el Príncipe Felipe y que ya han seguido siendo «felipistas» hasta el momento presente. Pasé al auditorio y ahí comenzó la gloria. De la conferencia de Gerardo Seeliger ya les di cumplida cuenta, así que vamos a lo que interesa. El mismísimo rector de la Universidad de Sevilla, que ya ha cumplido 500 años –la Universidad se entiende, que esto de los años es motivo de muchas querellas–, alguien que sólo presenta a premios noveles y escalones superiores, glosó los méritos del Faraón y de su beticismo, «curro-betis, betis-curro». El rector estuvo, como indica su título, magnífico, porque no quiso ser académico. Habló desde la admiración de un partidario de toda la vida, desgranó la vida de Romero, con tal perfume, con tal pasión con tal emoción, que definían perfectamente al torero y al Betis, que son justamente eso, emoción, pasión, duende. El momento más esperado se produjo por fin. Como dijo el rector, Curro no necesita apellido. En la arena desde el primer lance, la plaza se puso en pie y la faena, de Puerta del Príncipe. Remató con una estocada hasta la bola al buen toro «sanseacabó», que ya ha entrado en la Historia de la tauromaquia. De buena gana, el público hubiese llevado al maestro a hombros hasta el Hotel Inglaterra, donde se tomaba una copa para relajar tantas emociones.
Les anuncié un resumen de la semana, pero la magnífica corrida organizada por el foro Heliópolis me ha podido, otro domingo será.