Diseñadores
El bosque encantado de Gabriela Palatchi
La creación para la boda de la heredera de Pronovias, diseñado por Hervé Moreau, necesitó 400 horas de trabajo y seis personas del equipo
La creación para la boda de la heredera de Pronovias, diseñado por Hervé Moreau, necesitó 400 horas de trabajo y seis personas del equipo
Se veía venir. El enlace de Gabriela Palatchi, hija del presidente de Pronovias, Alberto Palatchi, y de Susana Gallardo, con el empresario turco Ediz Elhadef se perfilaba como una de esas bodas de película y, sin duda, como uno de los acontecimientos sociales del año. Si no nos fallan, en breve, imagino que contemplaremos muchas más fotos de este romántico enlace. Por ahora nos conformamos con el adelanto que nos ofrece Instagram, reina de las redes sociales, que al instante nos surte de tanta información privilegiada. A Gabriela ya la he visto escuchar embelesada a su novio bajo una «jupá» judía mientras se daban el sí quiero en una ceremonia civil, al atardecer, ante 200 invitados en la residencia familiar de la novia, en la localidad gerundense de Puigcerdá. Cuentan las invitadas que no pararon de llorar ante las emotivas promesas de Ediz, que dejaron con el aliento justo para darle el «sí, quiero». También la he visto bailar y tirar el ramo y en todas ellas estaba espléndida, vestida con dos diseños exclusivos (uno para la boda y otro para la fiesta) de la firma Pronovias. No en vano, ella es una de las dos hijas del presidente de esta brillante compañía a la que, sinceramente, tanto admiro y respeto.
Del vestido... ¡qué decir de esta maravilla! Gabriela lució un traje largo inspirado en el concepto «Enchanted Forest» o, lo que es lo mismo, bosque encantado. Un traje confeccionado en chiffón y tul de seda béis en el que si cabe destacar algo es el espectacular y delicado bordado realizado a mano, en tonos empolvados, que evoca una estampa japonesa, protagonizada por pájaros, libélulas, abejas y mariposas entre las ramas de un árbol, realizados en hilo de seda y oro combinado con pedrería blanca.
La novia tiene tipazo, así que, no dudó al elegir la silueta que más favorece en estos casos, la de la falda lápiz con un escote «bustier», que destacó por la originalidad de las mangas caidas de inspiración romántica, que han sido elaboradas en tul de seda drapeado, con un largo de cola de 2,50 metros. El diseño se completaba con una favorecedora capa-velo, también bordada con los mismos motivos del vestido pero sólo en los ribetes, con un largo de 3,30 metros de largo.
Según las íntimas de la novia, Gabriela se ha dejado llevar por la desbordante imaginación y el consejo del impecable director creativo de la casa, Hervé Moreau, que ha necesitado a seis personas del equipo y más de 400 horas de trabajo, pero también sabemos que, como las jóvenes de ahora, ha dejado para el último momento alguna de las pruebas reglamentarias. Para rematar el «look», la novia optó por una moderna gargantilla de diamantes de la firma Rabat (este detalle es súper tendencia) y por un ramo de rosas blancas a juego con las flores que decoraban su recogido desecho, informal y juvenil.
Estaba guapísima y tras la ceremonia también, porque, por supuesto, hubo cambio de vestido. Era largo y en divertidos tonos dulces haciendo juego con el pastel nupcial, de varios pisos, que ella y su apuesto marido cortaron ante los invitados en una cena amenizada por artistas del famoso y exclusivo restaurante Lio de Ibiza. O sea, ¡un lujo! Solo me queda desear a los novios que sean muy felices en estos tiempos en los que la felicidad nos es arrebatada, sin permiso, en cuestión de segundos.
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