Sexo
La tentación vive en el chiringuito
El sol y la ausencia de estrés propician los encuentros extramatrimoniales. El 67% de los españoles asegura haber sido infiel durante las vacaciones.
El sol y la ausencia de estrés propician los encuentros extramatrimoniales. El 67% de los españoles asegura haber sido infiel durante las vacaciones.
Hace años que la tentación ya no vive arriba. Tantos como los que han transcurrido desde que Billy Wilder insinuó (que no mostró, dada la censura puritana en 1955) una historia de infidelidad entre un marido sosaina que se ha quedado solo en vacaciones y su exuberante vecina, una mujer que despierta en él una febril imaginación. El mundo moderno ha permitido que la incitación esté en todas partes a un solo golpe de click, borrando de un plumazo los delirantes titubeos sobre el desenfreno o la contención con los que nos deleita en esta vieja comedia Tom Ewell, en su papel de Richard. Los infieles del portal Ashley Madison, bastante más curtidos en estas lides, no necesitan grandes alharacas para tener una aventura. Según su portavoz, Matt Roth, aprovechan una escapada al chiringuito, un paseo por la playa o cualquier otro pretexto que no levante sospechas.
¿Qué tiene el verano que nos hace tan temerarios? La escritora Laura Riñón, autora de la novela «Amapolas en octubre», asegura que «histórica y literariamente, el veraneo es la cuna de los amores y de los desamores, de los encuentros fugaces y de los recuerdos para toda la vida. Las locuras y las pasiones han sido de su propiedad desde que las vacaciones fueron inventadas más allá de la Edad Media. Porque en nuestra vida real no hay sitio para locuras al margen de las que cada cual quiera permitirse». A menudo la intención se queda en microengaños, un fenómeno que ha favorecido la eclosión de las redes sociales y portales de encuentros, según explica la psicóloga Beatriz Goldberg, experta en crisis de pareja. «Un whatsapp subido de tono, una visita a hurtadillas a sus redes sociales, un perfil activo en una página de encuentros infieles o un contacto con nombre falso en el móvil que no despierte dudas», añade. Es el modo de mantener activa la libido, tal y como revelaron en una encuesta 7.000 usuarios del portal de citas infieles Victoria Milan. ¿Por qué en vacaciones? 24 horas junto a la pareja dan para mucho y nuestra imaginación más febril se dispara. Eso y que, según se intuye por la información que aporta esta página, hay mucha necesidad de sexo. Siempre hay uno que quiere más cantidad y mayor diversidad. Tanto hombres como mujeres reclaman aire. No solo la monotonía mata a cualquier pareja, sino que la presencia continua del otro en esta época puede llegar a resultar irritante y asfixiante, según definieron los encuestados por Victoria Milan. El 70% de las mujeres se lanza a la búsqueda de amante en estas fechas. El dato haría arder Troya si no fuese porque tiene un sesgo decisivo para entenderlo: la respuesta viene precisamente de sus usuarias (infieles). En sus aclaraciones, no descartan ninguna posibilidad con tal de conseguir una aventura extraconyugal: cibersexo, flirteo digital o encuentros clandestinos. Pero, una vez más, exponen una exigencia que es común a ambos sexos: es importante que esos encuentros furtivos no transcurran lejos de la familia para crear un equilibrio entre su vida sexual clandestina y la vida en el hogar. «Las relaciones –explica Riñón– evolucionan o involucionan de tal manera y van tan rápido hacia donde quiera que vayan, que ya ni siquiera es necesario que el pariente mande a la familia a la playa para disfrutar así de la libertad de la fingida soltería». Quedarse «de Rodríguez» en verano ya es una costumbre casi perdida.
Silvia Rubies, portavoz de Gleeden (otro portal de citas extraconyugales), dice que el verano se convierte en un patio de recreo y no dudan en jugársela, aunque esté cerca su cónyuge. «Son aventuras sin mayor repercusión, como lo es fantasear con alguien diferente a tu pareja, algo que admite haber hecho en vacaciones el 91% de nuestros entrevistados», aclara. El 67%, además, no pudo resistir la tentación, pero siempre bajo la consigna «placer, sí; compromiso, no». Son relaciones efímeras, con poco apego y ninguna expectativa. Están propiciadas, como describe Goldberg, por una actitud más desinhibida. «Los días de sol nos aportan, además, grandes dosis de vitamina D que estimulan la secreción de testosterona y otras hormonas sexuales, a la vez que debilita las hormonas relacionadas con el estrés. Una auténtica explosión hormonal que, aparte de levantarnos el ánimo, favorece esa óptima respuesta sexual, según concluye la Universidad Médica de Graz (Australia) en uno de sus estudios.
El psicólogo Bernardo Stamateas aporta una explicación neurológica: «La época de vacaciones presupone un cambio en el ritmo, una salida de la rutina. Nuestro cerebro tiende a armar rutinas y al mismo tiempo también a buscar nuevos estímulos. Es decir, tiene que haber un balance entre rutina y creatividad. Si se transforma en aburrimiento, entonces el cambio de lugar, de ritmo, de hábitat, le genera un estímulo nuevo, despertando emociones dormidas o apagadas. Por otro lado, las vacaciones presuponen una baja del estrés, dado que no existen responsabilidades cotidianas, horarios y presiones, lo cual lleva a relajarse y esto lleva a buscar nuevos alicientes». En ese marco idóneo de verano encaja bien el esquema del infiel que plantea el psicoterapeuta estadounidense Robert Weiss. «No somos monógamos, aunque asumamos el casamiento o la vida en común. El romanticismo se va extinguiendo y nos vemos en la necesidad de llenar ese vacío emocional y también de cerciorarnos de que aún tenemos valor en el mercado, que todavía somos susceptibles de ser deseados». Es la obsesión por la fruta prohibida, la manía (o llámese morbo) de querer lo que no tenemos. «Y mientras piensas en el plato del vecino, dejas de disfrutar el propio», añade Goldberg. Dicen científicos de la Universidad de Columbia (EEUU) que quizás si llevásemos el pensamiento a otra cosa, mantendríamos mejor a raya nuestra voluntad frente a la tentación.
Y a pesar de todo, Laura Riñón se resiste a pensar que la infidelidad sea propiedad de los meses de verano, puesto que las parejas ahora son libres casi todos los días del año y apenas importa la estación en la que se encuentre su relación para dar rienda suelta a su imaginación. «Hace unos días –cuenta– escuché que la infidelidad está de moda. ''Qué pena'', pensé, y después miré a mi alrededor y me di cuenta de que mi amigo no estaba tan equivocado. Y uno de los que ha sufrido las consecuencias directas de esta moda es el verano, al que le han arrebatado casi todas sus tradiciones, incluso las terrazas playeras han tomado la urbe. Ni los bronceados son ya de su propiedad, o los tintos de verano, ni tampoco lo son las caravanas de coches en las autopistas... El verano está quedándose únicamente con el sol abrasador y las huelgas en los aeropuertos. Y ni siquiera la infidelidad es propiedad de los meses estivales», dice Riñón. Además, la escritora regala esta reflexión final: «Alejarnos de nuestra rutina y enseñar más piel de lo normal puede que sea una ayuda a la hora de sentirnos más ligeros de responsabilidades y de coherencia, y sentirse atractivo es el primer paso que uno debe dar para acercarse a la infidelidad, pero el infiel hace tiempo que dejó de pertenecerle al verano. Los engaños amorosos ya no ponen peros a la hora de elegir estación. Cualquier clima les va bien y su exclusividad se ha esfumado de la misma manera que se han esfumado los temazos de Georgie Dann o las pelotas hinchables».
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