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Johnny Hallyday: amores que matan

La vida amorosa del ídolo del rock francés fue tan caudalosa como intensa. Se casó cinco veces y tuvo decenas de amantes, pero el amor de su vida fue Sylvie Vartan, por la que incluso llegó a intentar suicidarse.

Halladay con Sylvie Vartan, su gran amor. larazon

La vida amorosa del ídolo del rock francés fue tan caudalosa como intensa. Se casó cinco veces y tuvo decenas de amantes, pero el amor de su vida fue Sylvie Vartan, por la que incluso llegó a intentar suicidarse.

Para la generación de posguerra, Elvis Presley fue el Mesías de una nueva religión, el rock and roll, y Johnny Hallyday su profeta en Europa. Elvis volvió de la mili transformado en un «crooner», como su ídolo Dean Martin, pero sus sosias europeos no pudieron desembarazarse de la mística del rocanrol y exceptuando a Adriano Celentano, que se convirtió en actor de cine y gurú televisivo, tanto Johnny Hallyday como Bruno Lomas, que se conocieron en Valencia en 1962, vivieron esclavizados por ese «furor de vivir», siempre flirteando con las chicas, la velocidad y la muerte a bordo de sus descapotables, víctimas del síndrome de James Dean. Bruno falleció en un accidente de coche. Johnny Hallyday también estuvo a punto de morir en 1961 cuando su Triumph derrapó y se hirió en la cara. Peor fue cuando se estampó contra un camión en 1967, acompañado del fotógrafo Jean-Marie Périer, pero el accidente más aparatoso lo sufrió en 1970, cuando su DS patinó y cayó por un terraplén. Sylvie Vartan, su mujer, salió disparada por el parabrisas delantero y quedó seriamente desfigurada, hasta el punto de necesitar dos operaciones de cirugía en EEUU y un año de recuperación.

La vida amorosa de Johnny Hallyday fue tan caudalosa como intensa. Se casó cinco veces y tuvo decenas de amantes, pero el amor de su vida fue Sylvie Vartan. Eran la aristocracia del rock francés: él, «el rey del rock», y ella, «la colegiala del twist». Las máximas figuras del yeyé francés, que compitieron en pie de igualdad con la «chason» de Brel y Aznavour, y resistieron la invasión inglesa del «beat» adaptando sus éxitos al francés.

El caso de Johnny es el típico de una «vedette» de las «varietés» francesas. Mientras el mundo cambiaba, la generación pop adoptaba la contracultura norteamericana y las drogas inauguraban la moda psicodélica y hasta Elvis Presley se adaptaba al «show» de Las Vegas con sus petos iridiscentes y pantalones pata de elefante, Johnny Hallyday permanecía fiel al rock and roll disfrazándolo con la sucesivas modas que transformaron el primitivo rock en rock psicodélico, heavy metal, country and western, blues, gospel y las fantasías más aparentemente opuestas al rock, los brillos de la moda gay de Elton John y David Bowie.

Johnny siguió en la carretera con sus mega conciertos en las grandes catedrales del rock, los estadios, con uno de los directos más trepidantes de la escena europea. Y como los viejos roqueros, que mueren de viejos, los «blousons noirs» seguían destrozando las gradas y se liaban a cadenazos con los «flics» después de cada concierto. Los ligues, la coca y el fumeteo de drogas blandas y varios paquetes diarios de Gitanes, regados con whisky a gogó configuran la vida hedonista del último roquero francés.

Con Sylvie Vartan, vestida con un traje con capucha blanca de la Maison Réal, se casó en 1965 en Loconville. Se divorciaron en 1980 y tuvieron un hijo, el cantante David Hallyday. Un año después de su divorcio, Johnny se casó con Babeth Étienne en Los Ángeles, pero fue un matrimonio corto, apenas duró dos meses y dos días. En 1982 se casó con la actriz Nathalie Baye, con quien tuvo una hija, Laura Smet. La relación duró tres años y supuso para Hallyday codearse con el mundo intelectual de Truffaut, Godard y Tavernier. En 1990 reincidió con Adeline Blondieau, hija del letrista y amigo de juventud Long Chris. Pese a llamarla «víbora» en su autobiografía, se caso dos veces con ella, en 1990 y 1994. Un año después volvieron a divorciarse y se casó con otra jovencita de veinte años, la bellísima rubia Laeticia Boudou, su amor más longevo, y adoptaron dos niños vietnamitas, Jade y Joy. Con ella ha permanecido hasta su muerte.

Menos conocida es su relación amorosa con Catherine Deneuve durante el rodaje de uno de los episodios de «Les Parisiennes» (1962). El romance, intenso pero breve, fue uno de los amores secretos del icono del rock francés.

La fidelidad no fue una de sus virtudes. Su pasión quedó fijada en jóvenes veinteañeras como Sylvie Vartan, con quien convivió durante década y media, con sus crisis, peleas e intentonas de suicidio. En 1966, en plena crisis financiera, cercado por el fisco, Sylvie le pidió el divorcio y Johnny intentó suicidarse en el baño, cortándose las venas. Lo descubrió su secretaria, Ticky Holgado, y lo trasladó al hospital metido en el portaequipajes del coche.

Se reconcilian, y durante la convalecencia de Sylvie tras el accidente de coche en 1970, Johnny se lió con una corista del grupo, Nanette Workman. De nuevo Sylvie le perdonó y para sellar su amor grabaron juntos uno de sus mayores éxitos comerciales: «J´ai un problème», que define su relación de forma obsesiva: «Cuando yo me alejo tú te acercas un poco». Así fue su relación amorosa, peleas y reencuentros; alejamientos y aproximaciones, en la que se dejaron media vida. Justo el tiempo transcurrido entre ser los reyes del yeyé francés a transformarse en dos ídolos adultos, en los iconos incuestionables de la canción pop.