Denver
«Fui drogada y violada por Bill Cosby»
La actriz Barbara Bowman revela al diario «Daily Mail» el terror que vivió con sólo 17 años
La ambición por encontrar su hueco en el mundo televisivo, la vulnerabilidad de ser una adolescente de 17 años o, quizá, la falta de una figura paterna llevaron a la actriz Barbara Bowman a perseguir sin descanso a Bill Cosby. Quién podía imaginar que, detrás del que para todos era una figura clave de la televisión americana y el padre ejemplar del «The Cosby Show», se ocultaba una historia tan escalofriante.
Treinta años después, la actriz rompe su silencio y en una entrevista al diario «Daily Mail» habla de aquellos terribles años de su vida. «El motivo por el que hablo es para mostrar a Cosby como el animal que es», confiesa. Todo comenzó en 1985, cuando, cegada por la fama de uno de los gigantes de la televisión, empezó a seguirle por el mundo en sus shows. Limusinas, seguridad personal, dinero y lujo nublaron la vista de Bowman. «Bill decía que era mi figura paterna, que confiase en él. Comenzó a manipularme, sabía que estaba sola y era vulnerable». Cosby entabló una relación de confianza con su familia y les pagó viajes para para evitar que se diesen cuenta de lo que realmente sucedía y quedarse a solas con la pequeña Bowman. «Mi madre confiaba en él totalmente».
Las reuniones clandestinas en hoteles se convirtieron en una rutina. En 1986, tuvo lugar la primera agresión, según la actriz, en la suite de un hotel de Nevada, Cosby apagó todas las luces, la acostó en el sofá y comenzó a tocarla: «Me tocó por todos sitios. Luego puso mi mano sobre su pene y comenzó a masturbarse. No podía ver qué estaba pasando, sólo sé que cuando todo terminó, me encontré vomitando en el baño. Era invasivo, aterrador y humillante. Traté de convencerme de que me lo había imaginado». A pesar de que se convenció de que no ocurriría más veces, volvió a suceder. «Me invitó a una casa de piedra rojiza en Nueva York para cenar. Me dio una copa de vino y lo siguiente que recuerdo es que estaba en la taza del inodoro vomitando, vestida con la camisa de un hombre y que él estaba detrás diciendome: ‘‘Tranquila, está todo OK’’. Me acompañó al sofá y cuando me recuperé me pidió un taxi. Cualquiera que sea la droga que me dio, no me permitía pensar con claridad». A pesar de que estaba asustada y avergonzada, su ambición por seguir en esa carrera la hizo aguantar: «Una parte de mi cerebro me decía que estaba en la cima del mundo y que tenía lo que otras no tenían. Tuve una falsa sensación de superioridad. Era un pequeño precio a pagar. Pensé que era parte del trato». Sin embargo, la peor situación la vivió en Atlantic City cuando, tras una discusión, «me tiró en la cama mientras trataba de desabrochar su cinturón. Nunca olvidaré el sonido del tintineo de la hebilla. Con el brazo me presionaba el cuello, no podía escapar de él. Yo no dejaba de gritar y al no conseguir quitarse el cinturón, decidió parar porque era demasiado problema y no quería correr el riesgo». Días después, Bárbara fue expulsada, sin poderse llevar ni sus pertenencias, de la casa de Roslyn (en la que ella residía y que era financiada por Cosby) y volvió con su madre. Demandó al propietario y le devolvieron sus cosas, además de 830,77 dólares por daños y perjuicios. Su agente y un amigo de Cosby le obligaron a hacerse un test de embarazo y una prueba de drogas. Los resultados fueron negativos. Con los años se mudó a Los Ángeles y comenzó su carrera en el cine y la televisión y aunque nadie nunca la creyó, no ha parado de luchar para que su verdad salga a la luz.
Pero no ha sido la única en declarar abusos por parte del cómico, hay trece personas más que han querido contar su historia y todas coinciden en el mismo modus operandi: primero las drogaba y luego abusaba de ellas. Algunas son Andrea Constand, directora del equipo de baloncesto de la Universidad de Temple, y Tamara Green, una abogada californiana. A pesar de estas historias todos los procesos judiciales quedaron relegados a simples acuerdos y todavía no existe ninguna condena que le incrimine en estos delitos.
Cegada por el sueño de ser actriz
Barbara ahora es una artista de éxito en Arizona. Casada y madre de dos hijos. Se crió en Denver desde los nueve años con su madre, y comenzó a estudiar interpretación y modelaje. A los 13 años entró en una agencia de representación muy prestigiosa de EE UU. Ha actuado en más de 30 anuncios publicitarios de empresas como McDonalds, Miller Luz y Holiday Inn. También tuvo hueco en programas como Saturday Night Live, One Life to Live y All My Children. Más tarde reunió dinero y se mudó a Los Ángeles para comenzar su carrera en la televisión y el cine.