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Crítica de cine

«La mirada del amor»: Volver a empezar

Director: Arie Posin. Guión: Matthew McDuffie.Intérpretes: Annette Bening, Ed Harris, Robin Williams, Amy Brenneman. EE UU, 2013. Duración: 90 minutos. Comedia romántica.

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Lo peor de una historia de amor es que luego va y se acaba. A veces, porque alguien está cansado de algo, otras, porque te mueres, hasta amando todavía, y a ver. Nikki, una atractiva viuda que trabaja decorando casas vacías en venta para que parezcan habitadas (de cierta manera, esa extraña ocupación parece que recuerda a su propia vida), se topa una mañana mientras visita un museo con un desconocido, cuyo parecido físico con el difunto esposo de la mujer resulta casi milagroso. Y ella, que lo echa tanto en falta, se siente inmediatamente atraída por Tom (Richard Harris), profesor de arte, un tipo divorciado encantador que pronto también descubre que nadie lo había mirado antes como Nikki. Que interpreta la sensible y humana Annette Benning. Los retoques faciales y el botox no van con esta actriz de mirada líquida, de sonrisa auténtica, capaz de, ante la pérdida, transmitir un dolor parecido al que padecieron las estrellas de los años cuarenta y cincuenta, y que se observa en el tramo final de la cinta, incluso a través de esos besos tan falsos que Tom y Nikki comparten. Salvando el escollo inicial, sobre cuán improbable resulta el punto de partida, la existencia de esos hombres como gotas de agua, el segundo largometraje de Airie Posin (que debutara en 2005 con «Historia de un secuestro», vaya cambio de registro) resulta una película elegante sobre la pasión en la edad madura gracias al binomio protagonista, dos grandes y carismáticos intérpretes que caminan juntos por la calle y ya dan la impresión de quererse antes incluso de rodar la película. La pena es que Tom deba sufrir tanto, que en esto de las relaciones sentimentales, en fin, siempre halla un perdedor hasta por culpa de un persistente fantasma.