Irán
La vuelta de la Policía de la Moral se topa con el desafío de las mujeres en Irán
El expresidente Mohammad Jatamí critica la decisión del Gobierno por ser autodestructiva que aumentará las tensiones
El hiyab es un poderoso símbolo político en la República Islámica de Irán, donde las mujeres que no respetan el código de vestimenta obligatorio pueden enfrentarse a penas severas. Sin embargo, desde que comenzaron las protestas nacionales en septiembre tras la muerte bajo custodia policial de la joven kurda Mahsa Amini, detenida por llevar mal colocado el velo, muchos jóvenes han cuestionado abiertamente la estricta normativa iraní sobre el hiyab, a veces en manifestaciones públicas de desobediencia civil.
Las patrullas de la Policía de la Moral, encargada de hacer cumplir las normas sobre el hiyab, se habían interrumpido desde que estallaron las protestas tras el presunto asesinato de Amini. Sin embargo, el Gobierno que dirige Ebrahim Raisi, procedente del ala dura del régimen, ha restablecido recientemente las patrullas de este cuerpo en las calles como «contramedida contra la negligencia en el uso del hiyab», según un portavoz de la Policía.
Es una medida que amenaza con provocar nuevos enfrentamientos entre las autoridades y los manifestantes. Aunque el Ejecutivo insiste en que la decisión de reactivar el cuerpo se ha basado en una demanda popular, ha suscitado muchas críticas. El expresidente Mohammad Jatamí, de corte reformista, ha declarado que la reaparición de las furgonetas de la Policía de la Moral es una medida autodestructiva que aumentará aún más las tensiones y podría conducir a una «implosión social».
Un antiguo funcionario, que pidió no ser identificado, declaró a la agencia Reuters que las decisiones equivocadas «pueden tener consecuencias dolorosas para el poder. La gente no puede soportar más presión. Si continúa, volveremos a ser testigos de protestas callejeras». De hecho, ya se han producido enfrentamientos entre la policía y los manifestantes por la aplicación de la normativa. En un vídeo obtenido por la BBC, que se cree que fue filmado el 16 de julio, se ve a varias personas en la ciudad septentrional de Rasht impidiendo que la policía detenga a tres chicas por violar el código de vestimenta.
Si las autoridades están intensificando la vigilancia, quienes se oponen al hiyab obligatorio parecen decididas a continuar su resistencia. Por ejemplo, este mes no se celebró el juicio de una de las presas políticas más destacadas del país, Sepideh Gholian, porque se negó a llevar hiyab en el tribunal. Esta activista de derechos humanos de 29 años lleva seis en la cárcel por informar sobre un conflicto laboral en el suroeste de Irán. A principios de año fue puesta en libertad tras cumplir su condena, pero enseguida fue detenida y encarcelada de nuevo por gritar consignas contra el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, a las puertas de la sanguinaria prisión de Evin, en Teherán.
En medio de una furibunda reacción de los críticos del estamento religioso, los periódicos asociados al gobierno se apresuraron a defender las sentencias, argumentando que las celebridades se «curarían» con estas medidas.
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