Cástor Díaz Barrado
Una política exterior sin medias tintas
Rusia tiene una nítida política exterior. El Gobierno de Vladimir Putin no juega a engaños. Los actores de la comunidad internacional saben, perfectamente, el poder que tiene en las relaciones internacionales y, asimismo, el Gobierno de Moscú lo ejerce con intensidad.
Al contrario de la desorientada política exterior de EE UU, el Gobierno de Rusia pretende apuntalar cada uno de los ejes que sustentan su acción exterior y, por ello, escenifica mediante procedimientos distintos el verdadero poder que ostenta. Ante todo, asegurar y garantizar el espacio más cercano y, por ello, se constituyó en 2015 la Unión Económica Euroasiática. Recuperar el «viejo imperio soviético» de manera paulatina y mediante adhesiones sucesivas. De Crimea: ni hablar. Plenamente aceptada una anexión territorial por la comunidad internacional. Asimismo, debilitar a la UE es fortalecer a Rusia sin que el presidente de EE UU llegue a comprender que empequeñecer a los europeos repercute en sus propios intereses. Los Estados de la Unión Europea se debaten, por lo tanto, en las fronteras con Rusia y no acaban de encontrar el acomodo en su política exterior.
Por si fuera poco, Vladimir Putin ha decidido proyectar su política a América Latina y el Caribe y disputar, así, a EE UU la capacidad de actuar en su tradicional «zona de influencia». Rusia tiende puentes con buena parte de los Estados de la región latinoamericana-caribeña, sobre todo, de contenido económico y con prudencia, mientras tanto, sin embargo, Estados Unidos construyen muros que le separan, cada vez más, de América Latina. Más aún, el Gobierno de Moscú ha encontrado una posición de equilibrio en sus relaciones con China que se fundamentan en el respeto mutuo. Lo más llamativo, no obstante, es que el Gobierno ruso ha dejado clara su posición en el lugar quizá más convulso del planeta: Próximo Oriente. El poder de Rusia se ha revelado esencial para resolver los conflictos en la región y, en todo caso, en la actualidad no es posible prescindir de las decisiones que emanan del Kremlin. Putin puede hacer todo un alarde de escenificación en el orden internacional por la intensa capacidad de Rusia de negociar simultáneamente con Turquía e Irán y de buscar respuestas que produzcan efectos en sus propios intereses. El hundimiento del poder soviético dejó huella a la hora de diseñar una política exterior directa, sencilla y sumamente eficaz.
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