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Suiza

Un triunvirato al rescate de la derecha francesa

Tres ex primeros ministros dirigirán la UMP hasta el congreso de octubre

François Fillon, Alain Juppé y Jean Pierre Raffarin larazon

Huérfana de líder carismático e, ideológicamente, desnortada, la derecha francesa atraviesa una grave crisis.

Huérfana de líder carismático e, ideológicamente, desnortada, la derecha francesa atraviesa una grave crisis. Al borde de la implosión, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), escapa in extremis a su desintegración. La derrota electoral de 2012, la retirada de Nicolas Sarkozy, la guerra de jefes y la lucha de clanes por dirigir un partido descabezado, la polémica elección de Jean-François Copé y su dimisión hace unas semanas por un escándalo de falsas facturas, y la victoria de la ultraderecha en las pasadas europeas amenazan la supervivencia de un partido que desde que pasó a la oposición y a la espera de un eventual regreso de su campeón no se ha empleado en buscar nuevos liderazgos ni definir una línea política.

Minada por todas esas circunstancias, la pervivencia de la UMP pasa por una refundación profunda. La renuncia de Copé, atenazado y acorralado por los escándalos, fue un primer paso. El nombramiento de un triunvirato formado por los ex primeros ministros Alain Juppé, Jean Pierre Raffarin y François Fillon para pilotar la formación transitoriamente hasta el congreso de otoño es el segundo. Tras múltiples negociaciones y a pesar de las muchas tensiones, la Ejecutiva lo decidía por unanimidad esta semana en una reunión de alto voltaje. En juego estaba la vida del partido de centro derecha, que aprobó también nombrar al sarkozysta Luc Chatel como secretario general, con el objetivo de equilibrar este poder provisional e interino, cuya misión, además de preparar el congreso que elegirá al futuro presidente de la formación, va a consistir en sacar de la opacidad unas turbias cuentas.

Porque junto a la falta de liderazgo y la ruina ideológica se suma la crisis financiera. La UMP acumula una deuda que podría superar los 50 millones de euros. Por eso, la primera medida adoptada por la nueva presidencia colegial es una auditoría que deberá arrojar luz sobre la situación real de la tesorería y las facturas falsas asumidas por el partido para cubrir gastos de la campaña de Sarkozy en 2012 y evitar así que las cuentas del candidato se disparasen rebasando el máximo legal. Pero también dilucidar si hubo desvío de fondos a Bygmalion, la agencia de comunicación encargada de los mítines y actos de la UMP y dirigida por gente cercana a Copé. «Salvar la UMP de una desaparición posible, ése es el objetivo de las próximas semanas», reconocía Fillon, para quien la prioridad es «restaurar la confianza de los militantes», «garantizar la unidad» del partido y velar por la «transparencia y ejemplaridad» del futuro Congreso.

En las filas sarkozystas la nominación de este triunvirato se interpreta, sin embargo, como una voluntad de cerrar el camino a un posible regreso de Sarkozy, aclamado por el electorado conservador, pero cada vez más cuestionado dentro del partido. Para muchos, el «mal» que aqueja a la UMP, pero también, y paradójicamente, el único «antídoto». Su volantazo ideológico a la derecha condujo a la derrota de 2012. Además, sus cuentas de campaña, invalidadas y nuevamente cuestionadas por irregulares, han mancillado la credibilidad del partido. Pero para electores y militantes sigue siendo el único capaz de llevar, nuevamente, a la UMP al poder. Aunque «Sarko», debilitado por los escándalos judiciales que aún le salpican, pierde posiciones en los sondeos de popularidad en beneficio de Alain Juppé.

Por eso, Sarkozy podría acelerar su regreso. «Uno no puede escapar a su destino», afirmaba la pasada semana en Suiza, voluntariamente ambiguo, como acostumbra. De hecho, su regreso podría ser a la vuelta del verano, si no antes, confían en su entorno. «Lo que era una posibilidad es ahora una necesidad», declaraba Brice Hortefeux, su mano derecha, proclive a que el ex dirigente se haga con presidencia de la UMP y concurra por el Elíseo en 2017 sin primarias. «Son inútiles cuando un candidato se impone naturalmente», asegura. Una posición defendida por el clan sarkozysta y que crea división en un partido donde, además del choque entre corrientes, se enfrentan los partidarios de una derecha más cercana al centro y los defensores de una derecha «desacomplejada», que coquetea con el Frente Nacional.