Energía

Ucrania captura en Kursk el último gasoducto ruso que envía gas a Europa

Kyiv dejar fluir el tránsito del gas tras tomar las instalaciones en la localidad de Sudzha, en territorio ruso

The gas pumping station at Sudzhe, Russia.
La estación de bombeo de gas en Sudzha, Rusia, tomada por las tropas de Ucrania en la incursiónSergei ChuzavkovAgencia AP

Mientras las tropas ucranianas continúan avanzando en la región rusa de Kursk, el gas ruso sigue llegando a Europa a través de Ucrania. Ocurre a pesar de que Ucrania ahora tiene el control del único punto de entrada, una estación de medición en el gasoducto principal, donde se controla el volumen de los flujos entrantes y salientes y su calidad, en la ciudad de Sudzha.

Algo más de 40 millones de metros cúbicos de gas pasan por allí todos los días en camino a Austria, Eslovaquia, Moldavia y Hungría. Si bien la mayor parte de Europa ha cambiado a otras fuentes de gas después de que Rusia invadiera Ucrania, algunos países continúan comprando su gas a Gazprom, con su participación en las importaciones europeas de gas al 3%.

La incursión sorpresa de Ucrania ha provocado un aumento del 13% en los precios del gas, colocándolos en el nivel más alto desde principios de año. Sin embargo, son al menos 10 veces más bajos que en el pico que alcanzaron en 2022, cuando comenzó la invasión, mientras que los analistas aseguran que la reacción del mercado ha sido exagerada. El gas ruso podría ser reemplazado, según han aclarado ya los importadores austriacos.

El flujo de gas a través de Sudzha y Ucrania se ha mantenido estable a pesar de los combates, según han declarado tanto Ucrania como Rusia. «El flujo de gas es estable, no hay cambios. Si Ucrania quisiera detenerlo, podría hacerlo sin ocupar Sudzha», dijo Serhii Makohon, ex jefe del operador de los gasoductos ucranianos, según la prensa local.

Ucrania necesita el dinero, cientos de millones de euros al año, que Rusia paga por el tránsito de gas, y quiere ser vista como un intermediario fiable a los ojos de Occidente. Además, el gas ruso que fluya a través de Ucrania puede servir como garantía de que Rusia no atacará los gasoductos con drones y misiles.

La infraestructura de gas, cercana a los grandes depósitos subterráneos en el oeste del país, utilizados por otros países europeos para almacenar su gas, ha sido atacada repetidamente en 2024. Aunque existe el riesgo de que la infraestructura sufra daños si los combates se acercan, es probable que Rusia siga bombeando gas a través de Ucrania. Los ingresos provenientes de las exportaciones de energía son una fuente clave de financiación para su guerra contra Ucrania.

Según el think tank CREA, desde el inicio de la invasión, Rusia ha recibido 200.000 millones de euros por su gas y petróleo solo de la Unión Europea, mientras que Ucrania ha recibido 185.000 millones de euros en apoyo militar y financiero de la UE y Estados Unidos.

Los precios de la energía siguen desempeñando un papel importante en las complicadas relaciones en torno al apoyo a Ucrania. El petróleo ruso también fluye a través de Ucrania hacia Hungría y Eslovaquia, que hacen poco por liberarse de la dependencia, a diferencia de otros países de su entorno, y con frecuencia interfieren en decisiones clave sobre la ayuda a Ucrania.

Según varios analistas ucranianos, como Andrii Klimenko, del Instituto de Estudios Estratégicos del Mar Negro, las sanciones contra las exportaciones de petróleo ruso han tenido una eficacia limitada debido no solo a las compras por países como India, sino también a los temores de Estados Unidos de que los precios del petróleo puedan aumentar significativamente y, por lo tanto, afectar a su propia economía, antes de las elecciones presidenciales de noviembre.

Los petroleros, propiedad de Rusia e incluso de empresas griegas, siguen transportando petróleo ruso por todo el mundo a precios mucho más altos que los establecidos por las sanciones, sin ningún mecanismo de control adecuado, señala Klimenko. Como resultado, después de caer en 2023, las exportaciones de petróleo de Rusia se han recuperado y se han mantenido estables.

La Casa Blanca no apoyó los ataques con drones de Ucrania contra las refinerías de petróleo rusas, que comenzaron este año y han destruido alrededor del 15% de la capacidad de Rusia, sin que esto haya tenido un impacto significativo en los precios mundiales. En múltiples ocasiones, los drones ucranianos han llegado a cientos de kilómetros de profundidad en territorio ruso, dañando miles de millones de dólares en equipos rusos.

Los ataques son parte del intento de Kyiv de hacer que el costo de la guerra sea más alto para Moscú y dejar claro que Rusia no puede continuar con sus ataques destructivos contra el sistema energético de Ucrania sin represalias.

En lo que va de año, Ucrania ha perdido más de 9 GW de generación de energía después de que los misiles y drones rusos dañaran gravemente todas sus centrales hidroeléctricas y térmicas, provocando meses de largos cortes de energía. Aunque el país se apresura a reparar la mayor parte de los daños posibles antes de que las temperaturas empiecen a bajar, la recuperación total puede llevar años y se espera que vuelvan a producirse cortes prolongados de electricidad en invierno.

Mientras Rusia lleva a cabo diariamente ataques con misiles y drones contra la infraestructura y las zonas residenciales de Ucrania, los analistas militares advierten del riesgo de más ataques masivos contra el sistema energético. Según The Washington Post, las dos partes podrían estar cerca de discutir una posible tregua en los ataques contra sus sistemas energéticos, con Catar como intermediario, pero se han visto en pausa debido a los nuevos acontecimientos en la línea del frente.