Continúa recrudeciéndose la Guerra en Ucrania, dos años después del inicio del conflicto. En los últimos meses, Rusia ha optado por aumentar la presión en el frente, mientras continúa causando importantes bajas civiles entre la población ucrania. El pasado lunes, Volodímir Zelenski, se hizo eco de dos ataques, que en total habrían acabado con la vida de cinco personas en Mykolaiv, y habrían dejado otros cuatro muertos, y 12 heridos en Krivi Rig, ciudad natal del mandatario ucraniano, y polo de la industria minera antes de que comenzara la guerra.

Muchos de estos ataques han sido perpetrados por drones. El pasado sábado Rusia batió récords al lanzar un total 145 de estos dispositivos, aunque como asegura la agencia de inteligencia militar ucraniana (HUR), parte de los drones buscarían engañar a sus defensas aéreas, en lugar de provocar daños directos. La HUR calcula que cerca de la mitad de los drones lanzados por Rusia en octubre, unos 2.000, se tratarían de señuelos.

Al interceptarlos, las autoridades ucranianas han podido comprobar que presentan importantes diferencias con respecto a los drones iranís, modelo Shahed-136, que el ejército ruso suele emplear. Entre ellas se encuentra el hecho de que sean de menor tamaño, así como más baratos. No obstante, uno de los aspectos que más ha sorprendido a la HUR, han sido los componentes que hallaron al abrir algunos los vehículos aéreos no tripulados.

Componentes de fabricación occidental

Según recoge el medio estadounidense Business Insider, estos drones contarían con componentes como microcontroladores, antenas y transceptores, de compañías procedentes de Estados Unidos y Europa. Ucrania habría aportado pruebas de este hecho en uno de sus portales gubernamentales, donde también se encontraría un listado con los nombres de las empresas occidentales fabricantes.

La aparición de componentes de fabricación occidental en drones rusos abre un debate sobre el grado de eficacia de las sanciones que Occidente viene aplicando a Rusia desde el inicio de la guerra.