Gaza
Said, el gazatí que aborrece a Hamás: «Son arbitrarios y violentos»
«Tengo un 70% de posibilidades de morir ejecutado por Hamás y un 30% de caer en un bombardeo israelí», confiesa el activista
Said, no es su nombre real. Nació en la ciudad de Gaza hace 28 años. Habla con LA RAZÓN por teléfono, tras muchos intentos de conectar a lo largo de una semana. La comunicación con Gaza es difícil, por asuntos técnicos y también de seguridad. La mayor dificultad de Said fue encontrar un lugar donde hablar libremente, alejado de las tiendas de campaña levantadas en las inmediaciones de Jan Yunes, donde se encuentra desde hace un mes con su familia de diez miembros. Su miedo principal son los gobernantes de Gaza, Hamás, y sus diferentes fuerzas del orden, ahora de paisano y sin identificación las más de las veces. Según él, arbitrarias e inquisitivas.
En el décimo mes de la guerra iniciada cuando cerca de 4.000 gazatíes liderados por Hamás atacaron más de veinte comunidades israelíes fronterizas en las que saquearon, violaron, torturaron, hirieron, secuestraron y mataron a más de mil israelíes, en su mayoría civiles, los muertos en Gaza ascienden a casi 40.000, según las autoridades sanitarias del movimiento islamista.
Said, abogado, dice que antes del 7 de octubre se dedicaba al activismo social y político contra de Hamás. «Publicaba mis opiniones contrarias al régimen casi a diario en medios sociales, sobre todo en Facebook». A la pregunta de si no es extremadamente peligroso hacer eso, contesta que lo es, y que por ello fue secuestrado y arrestado por Hamás. Secuestrado porque no se presentó en la comandancia cuando le llegó la carta de arresto.
Cofundó en 2019 una organización de derechos humanos llamada Noridu Anaish (Queremos vivir, en árabe). Ese año cientos de habitantes de Gaza salieron a las calles para exigir mejores condiciones de vida en lo que se conoció como las manifestaciones «Queremos vivir». Las fuerzas de seguridad de Hamás reprimieron brutalmente las marchas, golpeando a los manifestantes y deteniendo a más de 1.000. Said estaba entre ellos.
Cuenta que las protestas no tenían un liderazgo ni eran explícitamente políticas, porque no podían serlo, pero dice que lo que buscaban era derrocar a Hamás. Aunque no podían decirlo en voz alta. Por eso lo que pedían era una reconciliación entre Hamás y Fatah, y que se convocaran nuevas elecciones. «El arresto fue horrible, me torturaron, física y psicológicamente, me acusaron de ser agente israelí y de la Autoridad Nacional Palestina y también de otros países árabes y otras organizaciones que tratan de derribar a Hamás», explica.
Dice que sigue vivo porque fue de los que tuvieron suerte. «Mucha gente pidió mi liberación, como era conocido y la gente protestó, eso tuvo repercusión, la publicidad fue la clave y eso me salvó, fui un caso prominente». Explica que la acusación no pudo demostrar ninguna de las cosas de las que se le acusaban.
Said explica que la ley de Hamás es la de misma de cuando Fatah gobernaba el territorio, antes de 2007. «Esa carta de principios la usa Hamás a la hora de arrestar, y son arbitrarios y violentos, pero no pueden ignorar todos los elementos legales. No siempre, por lo menos», detalla. En 2007 cuando Hamás tomó el poder, sus fuerzas armadas mataron a unas 800 personas opositoras y del partido laico Fatah. Según Said, la imagen de crueldad que desplegó en ese momento ha sido una lacra que el régimen ha tratado de limpiar.
El abogado dice que, en general, al movimiento islamista le ha importado la imagen que tiene frente a su pueblo, por eso matan a los «don nadie, pero no a la gente conocida, como yo». Entonces, si les importa su imagen, ¿cómo explican a su gente la destrucción que les han traído provocando esta guerra? «Es que Hamás tiene dos imágenes: una de consumo local y otra para uso internacional.
Ahora muchísimos palestinos de Gaza les dicen o piensan ‘cómo es posible que Hamás nos haya llevado a esto’, mientras que en el exterior los ven como héroes. Viven en esta ecuación entre la imagen a los palestinos de Gaza, otra diferente a los de Cisjordania y otra al resto del mundo». Según el activista, es irónico que para los palestinos son represores, mientras que para otros en el extranjero, libertarios. «Después del 7 de octubre, y contrario a su imagen de lo sucedido en el terreno ese día, tratan de mostrar a los medios que tratan bien a los rehenes israelíes. Tratan de decir que no atacan a civiles, y eso mentira», asegura.
Said insiste en que los gobernantes de la Franja roban la ayuda humanitaria, disparan a las piernas de la gente si hacen movimientos raros y si alguien se atreve a cuestionar la guerra. Y concluye: «En este punto de los acontecimientos ya no les importa la imagen local». En la situación bélica actual, Said cree que si muriera, sería más probable que lo hiciera ejecutado por Hamás que por ataque israelí: «Yo diría que tengo un 70 por ciento de posibilidad de morir en manos de Hamás y un 30 por ciento por error israelí». «Y digo error porque no soy antisraelí. Si me mataran sería por error», responde.
Preguntado sobre cómo podrían salvarse él y su pueblo, responde: «Imagino y trabajo para crear una zona segura, lejos de Hamás, gobernada por gazatíes demócratas liberales. En ese enclave seguro esas personas vivirán en paz y los israelíes también, uno al lado del otro». ¿Existe esa masa de gazatíes demócratas y liberales? «Sí, estamos trabajando en ello, y los tenemos localizados», dice.
Cuenta que desde el 7 de octubre ha hablado con muchos parlamentarios del mundo que apoyan esa idea, la de que los israelíes no deben tener solo una aproximación militar, golpear y correr. Dice que hay muchas áreas vacías en Gaza y que han diseñado una zona a la que se puedan trasladar 10.000 personas en la que ya hay algunos servicios. «Pero necesitamos protección contra Hamás», puntualiza. Y espera que Israel se la proporcione de algún modo.
Sobre las protestas antiisraelíes y pro palestinas en el mundo, Said es tajante: «Lamentablemente muchos de esos movimientos de protesta están equivocados, exigen el alto el fuego a Israel, algo muy necesario, pero no hablan de la miseria que Hamás ha traído a su pueblo. Si de verdad les importáramos deberían criticar implacablemente al gobierno de Hamás, respetarnos a los gazatíes que no queremos a Hamás y apoyar nuestro mensaje».
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