Oriente Medio
Rusia comienza el repliegue militar a gran escala de Siria
El Kremlin admite desconocer si podrá mantener sus bases naval y aérea en suelo sirio
Durante décadas protegida por el régimen de los Asad, la Federación Rusa ha asumido la nueva realidad siria tras la fulgurante victoria rebelde y se encuentra embarcada de lleno en la retirada de tropas y equipamiento militar en el país, concentrados sobre todo en sus dos bases situadas en las provincias de Latakia y Tartús, según fuentes diplomáticas europeas y estadounidenses confirmaron a la CNN.
Poca ha sido la información oficial ofrecida al respecto del nuevo escenario para Moscú en Siria por parte del Kremlin. Tras la caída de la autocracia siria, el portavoz de la Presidencia, Dmitry Peskov, confirmó la semana pasada que las autoridades rusas ya mantenían contactos con los insurgentes, a los que lidera la milicia neoyihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS). “Debemos mantener contacto con quienes controlan la situación sobre el terreno porque tenemos facilidades y personal allí”, admitió Peskov.
Medios estadounidenses aseguraron ya la semana pasada que Rusia había comenzado a retirar material militar de las citadas bases del oeste de Siria. Además, oficiales del nuevo mando político sirio aseguraron el fin de semana que Moscú había retirado a sus soldados de puntos estratégicos en el norte del país y también de posiciones de las zonas montañosas de mayoría alauita. Anteayer desde el Kremlin se admitía la incertidumbre de la situación. “No hay decisiones definitivas”, confesaba el citado portavoz Peskov.
El objetivo principal de Rusia en su canal abierto con las organizaciones fundamentalistas e islamistas a cargo de la situación en el país de Oriente Medio no es otro que tratar de llegar a un acuerdo que permita la permanencia de la base aérea de Jmeimim, situada en la demarcación de Latakia, y la naval, ubicada en el puerto mediterráneo de Tartús. El apoyo de Moscú a la dictadura de Bachar al Assad ha sido fundamental en su supervivencia tras el estallido de la guerra en 2011. La intervención de la aviación rusa hace casi diez años, cuando la caída del régimen parecía inevitable frente a los yihadistas, permitió a Asad mantener el control de gran parte del territorio antes de rehabilitar su figura en la región. Un proceso que el rápido e inesperado avance insurgente hizo saltar para siempre por los aires.
Entre los factores de carácter externo que explican el desmoronamiento -el Ejército regular sirio apenas opuso resistencia a los islamistas radicales- ha de mencionarse, sin duda, la incomparecencia del Ejército ruso, que acusa un importante desgaste después de casi dos años de guerra en Ucrania. A pesar de la decisión de las autoridades rusas, Putin no se olvidó de su viejo amigo en Damasco y ha ofrecido rápido asilo a la familia Asad en Moscú, donde medios locales sitúan desde el domingo 8 de diciembre. Este lunes, el propio exmandatario sirio aseguró que la decisión de evacuarlo partió de las autoridades militares rusas en Latakia puesto que él pretendía “seguir combatiendo a los terroristas”.
Por otra parte, fuentes diplomáticas estadounidenses citadas por la CNN aseguraban que las autoridades rusas han comenzado a desplazar “activos navales” de Siria a Libia. Otra fuente de defensa recogida por la cadena estadounidense aseveraba que Moscú presiona al Ejército Nacional Libio, que comanda el mariscal Jalifa Haftar, para que sus fuerzas navales puedan gozar de un espacio en el puerto de Bengasi, en el este del país norteafricano. De culminarse la pérdida definitiva de la base de Tartús, la Federación Rusa se quedaría sin presencia permanente en las aguas cálidas del Mediterráneo.
La misma fuente estadounidense recalca que el Kremlin tendría mucho más difícil desplazar material bélico desde la zona hasta el interior de África, donde Rusia ha ampliado en los últimos años fuertemente su presencia militar amén de económica. Lo cierto es que aviones de carga pertenecientes al Ministerio de Situaciones de Emergencia han viajado en varias ocasiones durante la última semana a la base libia de Al-Jadim.
Ya el pasado domingo el Ministerio ruso de Exteriores anunció la retirada de parte de su personal diplomático en Damasco, al cumplirse exactamente una semana después del derrocamiento del régimen baazista. A tal fin, el Gobierno ruso dispuso un avión de la Fuerza Aérea situado en la base de Jmeimim. La aeronave aterrizó el domingo en un aeródromo militar de las afueras de Moscú, según reportó la propia Cancillería rusa en un comunicado difundido en Telegram. “El trabajo de la Embajada rusa en Damasco continúa”, remachaba la citada nota. El avión también transportó a Moscú a empleados de las legaciones diplomáticas de Bielorrusia y Corea del Norte, precisó la nota oficial.
Y mientras Moscú y los rebeldes neoyihadistas, que forman el núcleo del nuevo gobierno en Damasco, negocian un nuevo statu quo entre los dos países, el Departamento de Estado de EE UU aseveraba el lunes haber mantenido “más de una comunicación con Hayat Tahrir al Sham (HTS)” durante la última semana.
El portavoz de la cartera diplomática, Matthew Miller, precisó entonces que los contactos “se han centrado principalmente” en la “importancia de localizar” al reportero estadounidense Austin Tice, dado por desaparecido en territorio sirio desde hace doce años, y llevarlo de vuelta con su familia. “Comunicamos directamente a HTS que cualquier cosa que pudieran hacer para ayudarnos a encontrarlo sería de gran ayuda. Y se comprometieron a hacerlo”, reveló el portavoz del Departamento de Estado.
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