Brexit
Reino Unido y la UE llegan a un acuerdo sobre Irlanda del Norte
Para Sunak, el tratado abre un "nuevo capítulo" en la relación entre Londres y los Veintisiete, pero todavía debe ser aprobado por el DUP y los eurófobos
Londres y Bruselas cerraron este lunes la ansiada fumata blanca respecto a la polémica del Protocolo de Irlanda del Norte, pieza clave del acuerdo del Brexit que nunca se ha llegado a ejecutar en su totalidad por todos los problemas burocráticos y políticos que han creado los nuevos controles aduaneros que hay que aplicar ahora a la provincia británica, que lleva ya más de un año sin gobierno en Belfast.
Tras días de especulaciones, el 'premier' Rishi Sunak se reunió en Windsor con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para anunciar el comienzo de un “nuevo capítulo” en las relaciones entre Reino Unido y la UE, alejado en definitiva de las amenazas que en su día vertió Boris Johnson y que a punto estuvieron de iniciar una guerra comercial a colación precisamente de los chequeos que había que llevar a cabo en los puertos norirlandeses.
Lo cierto es que el Brexit siempre planteó un auténtico reto para la frontera entre la República de Irlanda (miembro de la UE) y la provincia británica de Irlanda del Norte, la única terrestre que existe ahora entre Reino Unido y la UE, aparte de la de Gibraltar. Más allá de los problemas logísticos para proteger el mercado único, se planteaban las delicadas cuestiones históricas, ya que el Acuerdo de Viernes Santo de 1998 -que firmó la paz entre católicos y protestantes- deja claro que no puede haber una “frontera dura” en la isla.
En su momento, Johnson decidió "mover" la frontera al mar de Irlanda y dejar a la provincia británica con un estatus diferente al del resto de Reino Unido, más alineada a la normativa comunitaria. Pero la fórmula nunca funcionó. Ya no tanto por la parte burocrática, sino por la preocupación de los norirlandeses protestantes del DUP, que temía que esto allanar el camino a un referéndum de reunificación en la isla, petición histórica de los católicos del Sinn Fein que, el año pasado, quedaron por primera vez como la formación más votada en las elecciones `regionales´ de mayo.
A fin de encontrar una solución, Sunak ha apostado ahora por el pragmatismo, pese a su convicción euroescéptica, y Bruselas ha mostrado una gran flexibilidad. Y gracias al acercamiento entre ambas partes -algo complicado en la era de Johnson- se ha llegado a un nuevo pacto que presta especial atención a la gobernanza, soberanía y el comercio en la región.
Los nuevos controles aduaneros se reducen considerablemente gracias a la creación de dos canales. Uno verde, con chequeos mínimos o inexistentes, para los productos que viajen desde Gran Bretaña (Escocia, Inglaterra y Gales) a Irlanda del Norte. Y uno rojo para los productos cuyo destino final sea la República de Irlanda (miembro de la UE), a los que deberá aplicarse controles aduaneros, sanitarios o fitosanitarios. Sunak ha conseguido además que todo lo relacionado con el IVA o con subsidios estatales a empresas de Irlanda del Norte quede bajo el control de Londres, y no de Bruselas.
Por otra parte, el documento introduce el bautizado como “freno de Stormont”, por el nombre con el que se conoce a la Asamblea norirlandesa, que permitirá a la provincia británica no solamente poder opinar acerca de las normas del mercado único de la UE, al que sigue perteneciendo, sino también bloquear su aplicación en la provincia británica.
Respecto al papel de árbitro del Tribunal de Justicia de la UE -uno de los asuntos que creaba más problemas entre los euroescépticos- se verá reducido. En caso de disputas, los tribunales locales norirlandeses tendrán la última palabra y si no son capaces de solucionar el conflicto el caso se derivará a la corte europea.
“Es un gran acuerdo -dijo Sunak- ofrece un comercio fluido en todo Reino Unido, protege el lugar de Irlanda del Norte en nuestra unión y salvaguarda la soberanía del pueblo de Irlanda del Norte”.
En realidad, según la prensa británica, el texto estaba cerrado desde hace tiempo. Sin embargo, a fin de no correr la misma suerte que Theresa May, el actual primer ministro quería tener todo bien atado antes de anunciar cualquier cosa que fuera luego rechazada en casa. De ahí que en los últimos días haya mantenido varias reuniones con sus filas y los partidos políticos del Belfast.
Ese siempre ha sido el gran “quid” de la cuestión para el inquilino de turno de Downing Street desde que comenzara la larga telenovela de un histórico divorcio que a día de hoy se sigue reescribiendo. Lo difícil no era cerrar acuerdo con Bruselas. La misión más complicada siempre fue venderlo luego en Reino Unido.
Y en este sentido, queda ahora por ver si Sunak consigue el apoyo del núcleo duro de los `tories´ euroescépticos y los norirlandeses unionistas protestantes del DUP, que hoy recalcaron que “estudiarán al detalle” el texto. “En términos amplios, está claro que se han logrado avances significativos en diversas áreas, si bien hay que reconocer que se mantienen ciertas cuestiones claves que crean preocupación”, indicó el líder de los unionistas, Jeffrey Donaldson.
Si el nuevo pacto no logra desbloquear la crisis en Belfast para muchos será un fracaso, sobre todo teniendo en cuenta que el próximo 10 de abril se cumplen 25 años del Acuerdo de Paz entre católicos y protestantes. Sunak prometió hoy en la Cámara de los Comunes que sus señorías se podrán “pronunciar respecto” al nuevo pacto. Pero no se espera una votación inminente.
En acto de buena fe hacia Bruselas, el Gobierno británico retirará de su trámite parlamentario el polémico proyecto de ley presentado en su día por Boris Johnson para violar unilateralmente lo que se había pactado con la UE.