Historia

¿Por qué decimos Latinoamérica y no Hispanoamérica? La culpa es de este político francés

Desde Francia se potenció el concepto "latino" como antídoto contra Inglaterra, pero acabó arrinconando a la herencia hispana del continente

¿Por qué decimos Latinoamérica y no Hispanoamérica? La culpa es de este político francés
¿Por qué decimos Latinoamérica y no Hispanoamérica? La culpa es de este político francésWikipedia

La historia ha demostrado en sobradas ocasiones que la primera guerra que hay que dar es la del relato. Y luego ya vendrán, si se tercia, las victorias en el campo de batalla y en los despachos. Pero llamar a las cosas por su nombre (por el nombre que eligen los ganadores) es también muy importante.

Desde hace mucho tiempo, en Sudamérica y Centroamérica hay un pulso silencioso que se libra en la calle, en internet, en los artículos y en los libros en torno a un nombre. ¿Cómo llamamos a ese territorio que va desde el sur de Estados Unidos hasta el estrecho de Magallanes?

Desde luego, geográficamente hablando, es la suma de Centroamérica (hasta la selva del Darién, en Panamá, que hace frontera con Colombia) y Sudamérica. Pero, ¿culturalmente? Aparentemente, lo más correcto sería decir Hispanoamérica, tanto histórica como lingüísticamente, aunque esto dejaría fuera a Brasil y otros pequeños países no hispanohablantes (Guyana, Guyana francesa, Surinam, Belice y el Caribe francés e inglés).

Más preciso, por tanto, sería el término Iberoamérica para englobar al país más extenso de la región, ex colonia portuguesa. Pero, y ¿Latinoamérica? ¿Qué tienen que ver los latinos, herederos o no de la antigua Roma, con el continente?

Y, sin embargo, es el término que ha hecho fortuna: “Latinoamérica” es ya la denominación más habitual para el continente como lo demuestra, entre otras cosas, ese termómetro llamado Google: en español Latinoamérica tiene cerca de 1.000 millones de citas, frente a los solo 61 millones de Hispanoamérica o los 12 millones de Iberoamérica. En inglés, la brecha es aún más abismal.

Pero esta aparente elección popular por una denominación en concreto no tiene nada de casual, sino que esconde una intención geopolítica que ha demostrado ser muy eficaz. La “culpa” de que el término Latinoamérica haya hecho fortuna es de un avispado diplomático francés del emperador Napoleón III llamado Michel Chevalier, considerado el primer intelectual que acuñó el término.

Chevalier, economista, político y consejero, escribió en 1836 un libro titulado “Cartas sobre América del Norte” en el que defendía que América era esencialmente latina frente al expansionismo anglosajón en el norte. Pero lo que empezó como un movimiento de piezas frente a Londres acabó engullendo la huella española y portuguesa.

El testigo de Chevalier lo retomaron después el escritor francés Benjamin Pourcel y el chileno Francisco Bilbao Barquín, quien en una conferencia en París hablaba ya abiertamente de una raza “latinoamericana” para mayor entusiasmo de los presentes y en contraposición con la raza anglosajona.

La idea fue poco a poco arrinconando el término “América española” por el de “América latina” entre los intelectuales hispanoamericanos, empezando por el colombiano José María Torres Caicedo, el primero que oficialmente apostó por el cambio de denominación (según recoge en “Madre Patria” Marcelo Gullo Amadeo) y siguiendo por el resto.

Curiosamente, lo que había nacido como un antídoto contra la América inglesa hizo fortuna al norte de México en contraposición con la América hispana. El resto de la historia de Latinoamérica, Hispanoamérica o Iberoamérica es ya conocido… y está por escribir.