Trágicas coincidencias
La profunda maldición en la que navega el Titanic
La leyenda y fascinación por el famoso naufragio se lleva por delante a cinco personas más 111 años después
La madrugada del 15 de abril de 2023 se cumplieron 111 años del hundimiento del transatlántico más famoso de la historia, el Titanic, un gran barco considerado «indestructible» que, desde su construcción, en la que murieron ocho trabajadores, ha navegado entre misterios y oscuros mitos. Las similitudes entre aquel naufragio en 1912, en el que murieron 1.500 personas en las gélidas aguas del Atlántico, y el terrible desenlace del sumergible «Titan» han vuelto a despertar leyendas y sombrías teorías sobre la maldición que rodea al ultramarino.
El propio director de cine James Cameron (Titanic, 1997), que para documentar su película bajó hasta 33 veces a las profundidades del Atlántico a recabar información entre los restos del barco, ha confesado en una entrevista a la cadena ABC que «estaba impresionado por las similitudes entre el desastre del Titanic en sí mismo, donde el capitán advirtió repetidamente sobre el hielo delante del barco, y sin embargo se navegó a toda velocidad hacia un campo de hielo en una noche sin luna, y como resultado, muchas personas murieron. Y con una tragedia muy similar en la que no se prestaron atención a las advertencias, que tuvo lugar en el mismo sitio exacto».
En 2018, una treintena de expertos en vehículos submarinos ya había advertido del peligro del «enfoque experimental» que tenía el «Titan», que además no contaba con ningún tipo de homologación. Esto no impidió que Stockton Rush, director general y fundador de la compañía propietaria del sumergible OceanGate Expeditions y que se encuentra entre los cinco fallecidos, siguiera adelante con su obsesión por explorar el fondo marino, y sobre todo por saber más acerca del Titanic. Una fascinación que nació en 2009, el mismo año que abrió su empresa. «El océano se está tragando el Titanic y tenemos que documentarlo antes de que desaparezca o se vuelva irreconocible», dijo Rush en una entrevista en 2021.
A pesar de las advertencias de uno de sus trabajadores sobre la seguridad del artefacto submarino, Rush comenzó a realizar inmersiones a los restos del gran buque con turistas (la mayoría de ellos expertos en la materia), a 3.800 metros de profundidad. Rush tampoco quiso hacer caso a los presagios meteorológicos que no eran nada favorables a sus planes de pilotar el «Titan». El mal tiempo registrado las semanas anteriores en esa región parecía haber dado una tregua el pasado fin de semana, aun así, seguían sin ser las mejores condiciones climatológicas. A Rush no le importó, quería aprovechar la ocasión porque en esa zona de Canadá se espera uno de los peores inviernos de los últimos 40 años. De hecho, la del domingo iba a ser la única inmersión del «Titan» de 2023.
Todavía está por ver si este aspecto afectó de alguna manera a la «implosión catastrófica» que destrozó el «Titan» por el «aumento de la presión en la cabina». Sobre todo, ahora que todo apunta a que esa implosión se produjo poco después de que el batiscafo comenzara su viaje a las profundidades del océano. Así lo reveló en una exclusiva el periódico «Wall Street Journal», que aseguraba que «funcionarios involucrados en la búsqueda», habían revelado que «un sistema ultrasecreto de detección acústica de la Marina de EE UU escuchó por primera vez la implosión del sumergible horas después de que comenzara su misión.
Por si las coincidencias fueran pocas, hay más. La esposa del piloto fallecido en el «Titan», Wendy Rush (directora de comunicaciones de OceanGate), es la tataranieta de Isidor e Ida Strauss, tripulantes del Titanic que perdieron la vida en el naufragio de la madrugada del 15 de abril de 1912. Los Strauss eran uno de los matrimonios más adinerados y queridos de Nueva York por su labor filantrópica. Ya entonces, la experiencia sobre las aguas del océano Atlántico era exclusiva de unos pocos adinerados. Isidor Strauss era el cofundador de los grandes almacenes Macy´s, los más antiguos y conocidos de EE UU con unos ingresos anuales que rozan los 25.300 millones de dólares. Un elevado estatus económico que más de un siglo después sigue siendo imprescindible para explorar el Atlántico, ahora a través de sus profundidades. Cada uno de los pasajeroshabía pagado 250.000 dólares por el que se suponía que debía ser el viaje de sus vidas.
El cuerpo de Ida Strauss se pudo recuperar y sus restos yacen en un cementerio de Nueva York, el de Isidor Strauss nunca lo encontraron. Su cadáver se esfumó como parece haber pasado con el cuerpo sin vida del marido de su tataranieta Wendy después de que se encontraran ayer cinco grandes piezas del "Titan" esparcidas en el océano, un nombre que tampoco es casual.
En 1898, 14 años antes del naufragio del Titanic, Morgan Robertson, un oficial de la marina mercante estadounidense, publicó un libro llamado ¨Wreck of the Titan¨ (El naufragio del Titan), que hoy toma más relevancia que nunca. Cuenta la historia de un barco de dimensiones gigantes llamado "Titan" que se considera insumergible y realizaba la ruta Nueva York (EE UU)–Southampton (Gran Bretaña), al revés que el auténtico Titanic. El transatlántico se considera insumergible, pero acaba en el fondo del océano tras chocar con un iceberg. Casi todos sus pasajeros mueren porque no había botes salvavidas suficientes. Entonces se habló de profecía, maldición o incluso se llegó a decir que el autor podía predecir el futuro. De lo que no hay duda es un leve cosquilleo recorre el cuerpo de cualquiera que relacione la novela con el trágico final del "Titan" y su buscado Titanic.
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