Corrupción política
Odebrecht: Los sobornos ponen en jaque a Latinoamérica
El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, ha sido el último dirigente vinculado a la red diseñada por la constructora brasileña para conseguir contratos públicos. Pero el escándalo afecta a diez democracias del continente y la Justicia investiga otras ramificaciones
El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, ha sido el último dirigente vinculado a la red diseñada por la constructora brasileña para conseguir contratos públicos. Pero el escándalo afecta a diez democracias del continente y la Justicia investiga otras ramificaciones.
En América Latina ya se hablaba de un monstruo marino llamado Kraken en los tiempos de la conquista. Según qué cultura, era descrito como un ser de tentáculos infinitos o con dientes afilados, que dormía en mares del Caribe y el Pacífico. Un día la criatura despertó y carcomió los débiles cimientos del continente, cuyas venas seguirán abiertas hasta la eternidad. Esa criatura maligna está encarnada hoy en día por la poderosa constructora brasileña Odebrecht, cuyos ex diretivos han revelado el pago de sobornos millonarios a ministros, presidentes y funcionarios de varios países latinoamericanos hasta conformar una lista de más de mil señalados por corrupción.
Esta semana, Perú ha sido el país en el punto de mira. Ayer mismo se filtraban extractos del interrogatorio a Marcelo Odebrecht, ex directivo de la compañía, efectuado en noviembre pasado por fiscales peruanos donde se hicieron serias acusaciones a varios ex presidentes peruanos. «Con certeza apoyamos a todos. A Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, a Keiko Fujimori», asegura el empresario brasileño, condenado a 19 años de cárcel por varios delitos, entre ellos lavado de dinero y asociación para delinquir.
De acuerdo a la grabación, Marcelo Odebrecht afirma que le pidió a Jorge Barata, ex representante de la constructora en Perú, apoyar más a la lideresa de Fuerza Popular –Keiko Fujimori–, quien era una de las favoritas en los comicios celebrados en 2011. Sobre el actual presidente, Pedro Pablo Kuczynski, indicó que su empresa contrató al entonces empresario y ministro como consultor.
Precisamente Kuczynski logró conservar la semana pasada su puesto al frente del Ejecutivo después de que el Congreso rechazara iniciar el proceso de destitución presentado por la oposición por una supuesta «permanente incapacidad moral» por los vínculos del mandatario con Odebrecht.
Finalmente, éste se retractó y aceptó que su empresa sí había recibido pagos de Odebrecht, pero que no fue él quien firmó los contratos, sino un tercero. El presidente declaró que el pago de 782.000 dólares hecho por Odebrecht a su empresa Westfield Capital, entre 2004 y 2007, correspondió a contratos firmados por su ex socio Gerardo Sepúlveda.
En esos años, Kuczynski fue ministro de Economía y primer ministro del Gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006), pero asegura que no manejó los negocios de su compañía mientras ocupaba un cargo público.
El caso Odebrecht sacudió primero la escena política de Brasil al más alto nivel, ya que tanto el actual presidente, Michel Temer, como Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva, sus antecesores en el cargo, se han visto implicados. Y la onda expansiva rápidamente alcanzó al resto de la región salpicando a las principales figuras. Se estima que por lo menos 12 países, incluido España, se han encontrado dentro de la cartera de esta constructora brasileña.
Una fuente anónima de la compañía, ya retirada, atiende el teléfono desde Sao Paulo. Es Navidad pero el calor sacude la metrópolis paulista. Sudor y caipiriña en mitad de la urbe. Disfruta en su piscina, mientras responde con soltura a LA RAZÓN. La única regla es no revelar su identidad. «Había un departamento entero que se dedicaba a las coimas (sobornos). Una caja B. Yo y otros emisarios viajábamos con maletas enteras en aviones para financiar principalmente campañas y otras partidas no presupuestadas», explica. «Allí nos esperaban porque nunca tuvimos controles; además, gozábamos de estatus diplomático. Nadie revisaba nuestras valijas. Fueron años divertidos donde nuestra misión era básicamente llegar y complacer a ministros y presidentes. Pero no éramos los únicos. Empresas energéticas, de comunicación, petroleras... todas iban con su maletín debajo del brazo. Nos conociámos. Con ron, lechugas verdes (dólares) y prostitutas. Algunos gobiernos eran más elegantes, preferían cuentas en paraísos fiscales, pero muchos, como por ejemplo el de Venezuela, querían “la panoja” (el dinero) en metálico», agrega.
El 21 de diciembre de 2016, el Departamento de Justicia de Estados Unidos publicó una investigación sobre Odebrecht en la que se detalla que ésta habría sobornado a funcionarios de países como Mozambique, Colombia, México, Panamá, Guatemala, República Dominicana, Perú, Argentina, Venezuela, Ecuador, Estados Unidos o España. Odebrecht creó esta red a finales de los años 1980 con el nombre de «sector de relaciones estratégicas» para disimular la maraña de sobornos. Concepción Andrade, entonces veinteañera y empleada de la empresa, fue la primera secretaria de dicho departamento. Al ser despedida en 1992, se marchó a casa llevándose una copia de los registros de los sobornos y los guardó durante tres décadas hasta entregarlos a la Justicia brasileña y a la Comisión del Congreso encargada de la investigación. Aunque no hay cifras exactas, nuestra fuente asegura que la empresa podría haber pagado entre 2.000 y 3.000 millones de euros en sobornos. Y lo más importante: En pleno proceso judicial lo seguiría haciendo.
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