Golpe de Estado
Níger se aleja de la democracia y Estados Unidos relaja su postura contra los golpistas
El nuevo Primer Ministro de Níger se reunió este martes con el presidente de Chad en Yamena, en lo que la página de Facebook de la Presidencia calificó como "una visita de trabajo"
Teodoro Obiang (Guinea Ecuatorial), Paul Biya (Camerún), Mahamat Déby (Chad), Assimi Goita (Mali), Ismaïl Omar Guelleh (Yibuti), Isaias Afwerki (Eritrea), Ali Bongo (Gabón), Mamady Doumbouya (Guinea Conakry), Paul Kagame (Ruanda), Salva Kiir Mayardit (Sudán del Sur), Ibrahim Traoré (Burkina Faso), Abdelfatah al Burhan (Sudán) y Denis Sassou-Nguesso (República Popular de Congo) ofrecen una calurosa bienvenida al nuevo miembro de la asociación de dictadores africanos: el general Abdourahamane Tchiani, líder de la junta militar que gobierna Níger desde el golpe de Estado de julio de 2023 y que cada día se aposenta un poco más en el poder.
Tras dos semanas frenéticas donde la CEDEAO amenazó con intervenir militarmente en Níger para devolver el orden constitucional al país, y después de que dicha amenaza se haya disipado, o postergado hasta nuevo aviso, Tchiani ha realizado las maniobras necesarias para afianzarse en el poder y deslegitimar al presidente democráticamente electo de Níger, Mohamed Bazoum. Comenzó nombrando el pasado lunes al economista Ali Mahaman Lamine Zeine como Primer Ministro, para formar a continuación un nuevo gobierno compuesto por veinte ministros militares y civiles.
Alianzas críticas
Configurado el nuevo gobierno en Níger, y tras hacerse pública su primera reunión oficial, los apoyos ofrecidos en los días previos por parte de las juntas militares que gobiernan en Mali, Burkina Faso y Guinea Conakry aportaron a los golpistas las alianzas regionales necesarias para apuntalar su poder en Níger. Los mismos apoyos colaboraron a la hora de generar un discurso aparentemente panafricano que convenciera a la población nigerina de que los militares recién instaurados en el poder suponen la mejor alternativa para, primero, liberar a la nación de la amenaza yihadista y, segundo, desprenderse definitivamente la influencia francesa que lleva ensombreciendo la región desde los años del colonialismo.
Un gobierno oficial, dueño de un discurso convincente para sus conciudadanos y sujeto a aliados en las naciones vecinas, se fortalece de manera inexorable. Y el 13 de agosto anunciaron que el presidente depuesto, Mohamed Bazoum, sería juzgado por “alta traición” tras solicitar en una tribuna del Washington Post que Francia y Estados Unidos intervengan para restaurar la democracia en Níger.
Los líderes de la CEDEAO se han reunido en sucesivas ocasiones, emitido comunicados donde se condena esta acción o aquella, han mostrado firmeza en las palabras, promovido sanciones que empobrecerán a la ciudadanía nigerina antes que a los generales a quienes pretenden castigar. Los golpistas en Níger forman gobierno, estrechan alianzas, se acomodan en el poder. Cabe además a destacar que las sanciones promovidas por la CEDEAO vienen condicionadas por el hecho de que tanto Níger como otros ocho países de la CEDEAO comparten la misma moneda, el franco CFA, cuyo valor viene vinculado al euro. Aunque las sanciones podrían socavar la capacidad económica nigerina gracias a la subida de precios, igual que afectarían a las cuentas de los particulares vinculados al golpe, el núcleo económico de una nación, su moneda, se mantendrá imperturbable, disminuyendo así la efectividad de estas medidas.
Estados Unidos relaja su condena
Los golpistas tienen a su favor el poco interés que existe por iniciar una guerra en el avispero yihadista del Sahel. Mientras el gobierno francés ha mostrado una condena firme al golpe de Estado y se muestra dispuesto a apoyar a la CEDEAO en cualquiera de las acciones que tome, ya sean militares, Estados Unidos ha expresado en la última semana una posición más cautelosa y que podría beneficiar al gobierno recién formado por Tchiani. La Secretaria de Prensa adjunta del Pentágono, Sabrina Singh, confirmó este martes en una rueda de prensa que “Níger es un socio. Y no queremos ver cómo esa asociación desaparece. Hemos invertido cientos de millones de dólares en bases allí, entrenado con sus fuerzas armadas. Realmente queremos una solución pacífica”.
Es importante recordar que el mero hecho de que una dictadura gobierne una nación africana no supone un impedimento real a la hora de colaborar con Occidente. Estados Unidos estableció jugosas relaciones diplomáticas durante casi 40 años con el dictador congoleño Mobutu, entre que la relación de Francia con las dictaduras de Chad se remonta a los últimos 30 años. No trata de democracia cuando Estados Unidos es el mayor inversor extranjero en Guinea Ecuatorial.
El problema que encaran tanto Estados Unidos como Francia sería la pérdida de influencia en una región cada vez más inclinada del lado ruso, mientras Emmanuel Macron no puede permitirse una retirada de sus tropas en Níger tras desmantelar en sólo doce meses sus bases de Mali y Burkina Faso. El problema para Occidente no sería una dictadura; sería un gobierno asociado con Moscú, otro más. El apoyo que reciba Bazoum por parte de Occidente es directamente proporcional a la inclinación que muestren los golpistas hacia una alianza con el grupo Wagner.
Washington procura mediar entre los distintos actores enfrentados, siempre buscando mantener esa “asociación” que mencionaba Singh, mientras la visita de la Subsecretaria de Estado, Victoria Nuland, una semana después del golpe, procuró acercar posturas con la junta militar y presionar para obtener la liberación de Mohamed Bazoum. Sin embargo, la contundencia mostrada por Estados Unidos en los días inmediatamente posteriores al golpe no sólo ha disminuido tras las últimas declaraciones del Pentágono. Poco después de anunciar la CEDEAO la activación de una fuerza que permita restablecer el orden constitucional en Níger, oficiales del Ejército de Estados Unidos desestimaron su utilidad al afirmar que un ejército comunitario tardaría meses en prepararse, desbaratando así el último órdago de los líderes africanos.
El Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, también ha mostrado una actitud que se ha trasladado desde el "apoyo inquebrantable" a Bazoum hace dos semanas, hasta el deseo de encontrar "una solución pacífica" para que Níger "pueda seguir siendo un aliado fuerte para la seguridad de la región" en la última semana, pasando por su petición de que el expresidente sea liberado como "gesto de buena voluntad". El que tenga oídos, que oiga.
Pero más inquietante sería la reunión sostenida este martes entre el nuevo Primer Ministro nigerino y el dictador chadiano, Mahamat Déby, en Yamena, en lo que la página de Facebook de la Presidencia calificó de una “visita de trabajo”. Business as usual en el Sahel. Tras concluir su reunión con Déby, Ali Zeine, inclinándose hacia el diálogo que concederá definitivamente la legitimidad a su Gobierno, indicó en una rueda de prensa que "estamos en un proceso de transición, ya hemos hablado de los pormenores y reiterado nuestra disponibilidad a la hora de hablar con todos los implicados, eso sí, insistiendo en la independencia de nuestro país". Debe reconocerse a la junta militar nigerina su habilidad a la hora de negociar. Mientras se asentaban en el poder, todavía frágiles ante la contundente reacción de la comunidad internacional, negaron cualquier tipo de negociación con la CEDEAO; y sólo ahora, confiados en una nueva postura enmarcada en su nuevo Gobierno, ofrecen "una transición" que recuerda a la propuesta hecha por Assimi Goita en Mali hace casi dos años... y que se mantiene también allí sin vistas a acabar.
El general Tchiani forma gobierno, reúne alianzas, afianza su poder, garantiza su legitimidad reuniéndose con líderes africanos y occidentales mientras acusa al presidente depuesto por alta traición. Y Mohamed Bazoum se queda cada día un poco más sólo. Apenas un puñado de países de la CEDEAO (la mitad de la organización se ha mostrado contraria a una intervención militar) y Francia se mantienen de su lado.
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