Purga
La misteriosa desaparición del ministro de Defensa chino apunta a una crisis en el seno del Partido Comunista
Li Shangfu se ha convertido en el segundo funcionario cercano al presidente chino en desaparecer de la escena pública después del diplomático Qin Gang
A medida que la cúpula del Partido Comunista Chino se reorganiza de manera abrupta, surgen dudas sobre su estabilidad. El ministro chino de Defensa, Li Shangfu, desaparecido hace casi tres semanas, se ha convertido en el segundo funcionario cercano al presidente chino en desaparecer de la escena pública, después de que Qin Gang fuera despojado del cargo de ministro de Asuntos Exteriores el pasado mes de julio. Estas dos misteriosas destituciones en el plazo de tan solo dos meses, han marcado el periodo más voluble de la cúpula del Partido Comunista Chino en mucho tiempo.
En opinión de los expertos, si bien no es inaudito que funcionarios de alto nivel sean investigados y acusados de corrupción, el caso de Li, que se suma a la reorganización de la cúpula de la Fuerza de Cohetes del Ejército Popular de Liberación y a la abrupta destitución del exministro chino de Exteriores, sugiere que podría estar en marcha una campaña anticorrupción a gran escala en el seno del Partido Comunista. Y lo que hace que la situación sea aún más desconcertante, es el hecho de que las recientes destituciones afectan a personas nombradas por Xi, cuyos antecedentes, sin lugar a dudas, se habrían examinado a fondo antes de su designación.
Cuando Xi asumió el poder en noviembre de 2012, ya prometió luchar a la vez contra los «tigres» y las «moscas», en referencia a la lucha contra los dirigentes corruptos y los burócratas de bajo nivel implicados en prácticas fraudulentas en todo el sistema chino. Por lo tanto, este patrón de limpieza no es nada nuevo para el mandatario chino, que ha hecho de la erradicación de esta lacra endémica, en particular en el Ejército, una de las señas de identidad de su mandato. No obstante, las recientes desapariciones indican que, a pesar de sus más denodados esfuerzos, este tipo de malas praxis se siguen produciendo en algunos de los niveles más altos y visibles, entre ellos del Ejército Popular de Liberación, lo que podría obstaculizar sus ambiciones de modernizar las fuerzas armadas.
La misteriosa ausencia del jefe de Defensa apenas unos meses después de haber accedido al cargo, alimenta las dudas sobre su destino y la estabilidad del Régimen comunista. Elegido por el líder chino para el cargo en marzo, lleva perdido de la vista del público varias semanas, ya que su última aparición fue el 29 de agosto, cuando pronunció un discurso ante funcionarios de defensa africanos en un foro de seguridad celebrado en Pekín. Una serie de informes que citan a funcionarios estadounidenses sugieren que ha sido despojado de sus responsabilidades y posiblemente está siendo investigado por corrupción, lo que le convertiría en el cuarto alto funcionario chino que cae en desgracia a menos de un año y dentro del tercer mandato de Xi.
El hecho de que el alto cargo militar se esfumara de una reunión con homólogos vietnamitas en las últimas semanas, sigue un patrón respecto a los bruscos cambios que sacudieron las altas esferas del liderazgo comunista chino durante el pasado verano, entre ellos la sorpresiva destitución del exministro de Asuntos Exteriores Qin Gang, después de haber ocupado el cargo durante siete meses.
Aunque Li fue ascendiendo en la jerarquía militar, su estancia en la cima fue extremadamente fugaz. Fue elegido miembro de la Comisión Militar Central en octubre de 2022 y nombrado ministro de Defensa en marzo de este año, justo cuando se desató una grave crisis diplomática entre Pekín y Washington por el escándalo del supuesto «globo espía». De hecho, en su primer gran discurso como titular de la cartera afirmó que una guerra con Washington sería un «desastre insoportable» para el mundo.
Cabe recordar que antes de convertirse en titular de Defensa, Li fue durante más de cinco años jefe del Departamento de Desarrollo de Equipamiento de la Comisión Militar Central, donde era responsable de la adquisición de armamento. Por ello, fue sancionado por el Departamento de Estado estadounidense al dirigir la compra por parte de China de cazas y sistemas de misiles tierra-aire rusos.
A diferencia de Occidente, el ministro de Defensa chino no tiene poder militar real y es un mero funcionario diplomático. El verdadero jefe militar es el presidente de la Comisión Militar Nacional, en manos de Xi, seguido de dos vicepresidentes de la Comisión.
El caso del general se enmarca en medio de una renovación sin precedentes de la Fuerza de Cohetes del Ejército Popular de Liberación, la unidad militar más importante de China.
Desde que Xi asumió el poder en 2013, esta división ha estado en el centro de su estrategia para reunificar Taiwán, supervisando el poderoso arsenal de misiles nucleares y balísticos del país, incluidos los intercontinentales que posee en la actualidad.
Con todo, esta crisis interna en la dirección del partido se produce en un momento en el que Pekín continúa desplegando cada vez más su poderío militar en el mar de China Meridional y cerca de Taiwán, la isla autónoma reclamada por Pekín. Incluso se suma a los insistentes discursos de Xi en los que pide un avance total del Ejército Popular de Liberación, con el objetivo de convertirlo en una «fuerza de clase mundial que pueda luchar y ganar guerras». Curiosamente, los soldados del Ejército chino suelen vociferar un lema que reza: «Seguir al Partido, luchar para ganar, forjar una conducta ejemplar», como uno de los principios con los que se pretende fortalecer las fuerzas armadas.
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