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Merkel abre la campaña con un discurso de mano dura
La canciller es reelegida presidenta de la CDU con el 89,5% de los votos y promete restringir la acogida de refugiados y prohibir el burka
La canciller es reelegida presidenta de la CDU con el 89,5% de los votos y promete restringir la acogida de refugiados y prohibir el burka
Angela Merkel fue reelegida ayer presidenta de la Unión Cristianodemócrata (CDU) con un 89,5% de los votos. Un resultado que perpetúa a la canciller por novena vez en la cúspide de su partido, en cuyo frente suma ya 17 años y desde donde optará a un cuarto mandato en los comicios previstos para dentro de diez meses. Con todo, y a pesar de que goza de un alto nivel de apoyo entre la población, Merkel se anotó su segundo peor resultado entre los delegados de su formación y lo que podría ser más perjudicial para su futuro –tal y como apuntó la prensa alemana–, la pérdida de un «áurea» sacrificado por las balas de todos aquellos que no perdonan su giro a la izquierda en pro de su política migratoria y su distanciamiento del conservadurismo clásico o de los valores cristianos tradicionales.
Sin embargo, el resultado obtenido en el congreso federal de la CDU demuestra asimismo que, a pesar de las imposiciones de Merkel, ni existe ninguna rebelión interna en el partido ni mucho menos competidor que sea capaz de proyectar cierta sombra sobre ella. La CDU sigue siendo el partido de Merkel y de ahí que la canciller, consciente de su papel como garante de la estabilidad gubernamental y del país, lanzara un discurso repleto de retórica al ánimo de conseguir unidad dentro de su formación, pero sobre todo de mensajes que frenen la inmensa correlación de fuerzas centrífugas que parecen querer mermar a la sociedad alemana. «Necesito vuestra ayuda», aseguró Merkel ante los más de mil delegados de su partido reunidos en Essen y añadió que «está en nuestra mano lograr el futuro que anhelamos para nuestro país» y para ello, en un mensaje definido tanto claro como dramático, la canciller se definió como la única guía en un mundo «que se cae a pedazos» y como garante de la estabilidad ante las fuerzas de la globalización, la guerra y la elección del magnate Donald Trump en Estados Unidos.
ocho puntos menos
Consciente de las divisiones por su política migratoria, Merkel comenzó su intervención aludiendo a la política de refugiados; la cuestión que más ha minado su liderazgo y que más problemas le ha acarreado con su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), que le exige un regreso a la derecha. En esa línea, y en pro de un acercamiento entre las distintas alas de su partido, Merkel marcó un línea dura en su política migratoria y advirtió de que no todos los que llegaron desde el año pasado al país podrán permanecer en Alemania, aunque garantizó que se evaluará cada caso antes de adoptar una decisión al respecto.
En 2015, Alemania recibió más de 800.000 refugiados, recordó la canciller. Algo que «no va a repetirse», añadió, para recordar que a lo largo de este año se redujo considerablemente este flujo. «No todos podrán quedarse. Pero cada una de esas solicitudes va a ser evaluada individualmente y cada caso será resuelto», garantizó. En este sentido, la mandataria defendió el polémico acuerdo migratorio firmado con Turquía que, según dijo, se mantiene como «decisivo» a la hora de garantizar que los refugiados no caigan en manos de los traficantes de personas. «Este tratado salva vidas cada día», agregó. Además, y al objeto de frenar la deriva de votos hacia la formación populista Alternativa para Alemania (AfD), Merkel también se pronunció con inusitada claridad sobre el uso del burka en Alemania y abogó por su prohibición «en todos los lugares que sea legalmente posible». «El derecho alemán tiene prioridad sobre la sharia. Las leyes deben ser cumplidas por todos, sin excepción. Rigen para todos los alemanes pero también para todos aquellos que ha venido aquí a vivir», recalcó. Un anuncio que, tras un estrepitoso aplauso, fue recibido por la prensa alemana en clave electoral y como punto de partida hacia unos comicios que, como admitió la propia canciller, no serán «como otras elecciones», sino mucho más dificultosas y en ningún caso «un azucarillo».
Por el momento las encuestas dan ventaja a los conservadores, aunque no llegan al 41,5% de la intención de voto que tuvieron en las elecciones de 2013. En el centro de todas las discusiones, la más que segura irrupción en el parlamento de AfD que ha ganado apoyo con sus ataques a la política migratoria de Merkel. «La elección de 2017 será más difícil que cualquier elección anterior, al menos desde la reunificación alemana», añadió. «2016 no trajo más calma y estabilidad, al contrario», aseguró la canciller durante su discurso en el recinto ferial de Essen que duró una hora y cuarto y al que siguieron once minutos de aplausos. Especialmente buena acogida tuvo su compromiso a no subir los impuestos si vuelve a revalidar el cargo de canciller.
Muy aplaudida fue también su denuncia de los mensajes de odio que, de modo creciente, se difunden en internet, sean de contenido xenófobo u otras formas de extremismo. «Nos enfrentamos a un mundo, especialmente tras las elecciones de Estados Unidos, que necesita reorganizarse, con respecto a la OTAN y a la relación con Rusia», añadió. El congreso de Essen tiene para Merkel un significado especial ya que en esta ciudad se celebró en 2000 el congreso del que salió convertida en jefa de la CDU.
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