Estados Unidos
Las incógnitas del suicidio del magnate Jeff Epstein
Controversia sobre su muerte en una cárcel federal. ¿Cuál era el grado de vigilancia? y ¿cómo pudo ahorcarse? son preguntas clave
El supuesto suicidio de Jeffrey Epstein, que se habría ahorcado en el amanecer del sábado en su celda del Centro Correccional Metropolitano de Manhattan, en Nueva York, ha provocado una inmensa controversia. El Departamento de Justicia promete que investigará hasta las últimas consecuencias. Al mismo tiempo trata de defenderse de quienes le acusan de negligencia, incapaz de evitar la muerte por su propia mano de un hombre que en los próximos meses debía de responder por acusaciones gravísimas de tráfico y abuso sexual de menores, y en cuya agenda figuraban ex presidentes, aristócratas, estrellas del cine y grandes científicos y deportistas.
En mitad de una formidable tormenta el fiscal general, William P. Barr, se declaraba horrorizado porque Jeffrey Epstein «haya sido encontrado muerto de un aparente suicidio mientras estaba bajo custodia federal». «La muerte del señor Epstein», abundaba, «plantea serias preguntas que deben ser respondidas. Además de la investigación del FBI, he consultado con el Inspector General que está abriendo una investigación sobre las circunstancias de su muerte», subrayó.
Por supuesto la rumorología ya funciona a pleno rendimiento. En declaraciones a Brad Hamilton y Bruce Golding, del «New York Post», un ex-convicto del mismo Correccional insiste en que «no hay forma de que ese hombre pueda haberse suicidado. He pasado demasiado tiempo en esas unidades. Entre el piso y el techo hay como ocho o nueve pies. No hay forma de que te ates nada. Tienes hojas, pero son de papel, no lo suficientemente fuertes». «Cuando estás en vigilancia de suicidio», añade, «te ponen una bata blanca, una camisa de fuerza». «¿Podría haberlo hecho desde la cama? No señor. Hay un marco de acero, pero no puedes moverlo. No hay luz. No hay barras. No te dan nada con lo que puedas crear un instrumento de muerte con éxito. Si quieres escribir una carta, te dan bolígrafos de goma y quizás una vez por semana un pedazo de papel».
El problema de esta teoría es que Epstein estuvo varios días bajo el protocolo antisuicidios, sí, pero según ha confirmado el propio departamento de Justicia el reo habría abandonado dicha unidad hace pocos días. Uno de sus abogados, March Fernich, ha acusado a los funcionarios de justicia, los políticos y los periodistas de tener las manos manchadas de sangre y ha exigido una investigación completa. «Todos ellos», sostiene, «tienen alguna responsabilidad» y «deberían de estar avergonzados por su comportamiento». «La gente necesita saber lo que ha sucedido y cómo es posible que sus custodios lo permitieran». Fernich acusa a los jueces por no proteger la «presunción de inocencia», a los encargados de la prisión por empujar a su cliente a «herirse» y a «una prensa histérica por exigir que Epstein fuera «acusado de nuevo por unos crímenes por los que hace mucho que pagó su deuda ante la sociedad», y todo por «haber tenido la mala fortuna de ser un hombre rico en la era del #MeToo».
Para añadir paranoia el mismísimo presidente Trump ha retuiteado un comentario del actor y humorista Terrence K. Williams, que especula con la posibilidad de que fuese un asesinato y que estén detrás los Clinton: «¿Murió suicidado cuando estaba 24/7 bajo la vigilancia contra el SUICIDIO? ¡Sí claro! #Jeffery Epstein tenía información sobre Bill Clinton y ahora está muerto». En un alarde de terraplanismo puro Williams añade en un vídeo que «alguien no está haciendo su trabajo, o hubo alguien a quien se le pagó por no hacer su trabajo a fin de que otro pueda ser anulado, de modo que no hable». No es ni de lejos la primera vez que Trump ha insinuado que el matrimonio Clinton están detrás de un homicidio. Durante años clamó que Vince Foster, consejero de Clinton, no se suicidó en 1993. Más allá de sus viejas némesis, y antaño amigos, también insistió en su momento en que el padre del senador republicano Ted Cruz podría haber estado relacionado con Lee Harvey Oswald y el asesinato de John Fitzgerald Kennedy.
Por su lado el fiscal federal de Manhattan, Geoffrey S. Berman, tachaba de «muy inquietante» su muerte. Berman lamenta entre otras cosas «el obstáculo que esto supone para dar respuesta a las demandas de muchas de las víctimas». El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio también especuló con las circunstancias de la muerte de un hombre poderoso, con grandes amistades y muchos secretos para guardar.
Tormenta perfecta para el Fiscal General
Las críticas a la actuación del departamento de Justicia y el sistema penitenciario no llegan sólo desde las filas conspiparanoicas. Así, nada menos que el senador republicano por Nebraska, Ben Sasse, presidente del Subcomité de Supervisión Judicial del Senado, ha exigido responsabilidades y dimisiones en una carta abierta al fiscal general. Entre otras consideraciones Sasse opina que «El Departamento de Justicia fracasó, y hoy los conspiradores de Jeffrey Epstein piensan que podrían haber obtenido un último favor amoroso. Cada persona en el Departamento de Justicia, desde el personal de la sede principal de Justicia hasta el carcelero nocturno, sabía que este hombre tenía riesgo de suicidarse, y que sus oscuros secretos no podían morir con él».
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