Subasta
La Junta birmana busca deshacerse de la casa en la que Aung San Suu Kyi pasó 15 años bajo arresto domiciliario
Finaliza sin compradores la primera subasta de la icónica residencia familiar de la Premio Nobel de la Paz por un precio de salida de 140 millones de dólares
La Junta militar de Myanmar pretendía deshacerse de la residencia familiar de Aung San Suu Kyi en la que la Premio Nobel de la Paz pasó 15 años bajo arresto domiciliario. En enero, el Tribunal Supremo ordenó subastar la histórica vivienda en un caso que enfrenta a Suu Kyi con su hermano Aung San Oo, que reside en Estados Unidos y lleva pleiteando desde 2000 para reclamar la venta de la residencia y poder cobrar su parte.
La propiedad de estilo colonial, dos plantas y unos 7.600 metros cuadrados, situada a orillas del lago Inya de Rangún, la antigua capital del país, es un emblema de la lucha de esta nación del sudeste asiático por la democracia. La vivienda ha sido escenario de momentos históricos, como el saludo de Suu Kyi a los manifestantes durante la Revolución Azafrán en 2007 o cuando fue liberada de su último arresto domiciliario en 2010.
El precio de salida era 315.000 millones de kyats, de acuerdo con el anuncio colocado en la entrada, unos 140 millones de dólares según el cambio oficial. Sin embargo, nadie pujó para adquirir la icónica vivienda, por lo que la Junta militar, en el poder mediante un golpe de Estado que apartó a Suu Kyi en 2021, decidió suspender la subasta hasta nueva orden. Los representantes legales de ambas partes deberán fijar el mes que viene un nuevo precio de salida más bajo para realizar otra puja de la vivienda en la que la líder prodemocrática de 78 años vivió durante tres décadas.
Suu Kyi creció en la propiedad después de que su madre recibiera la casa en 1953. Su padre, el general Aung San, fue asesinado en 1947, dos años después de que ella naciera, ya como héroe de la independencia del país de Gran Bretaña. La Premio Nobel de la Paz ocupó la vivienda desde 1988, cuando viajó a Birmania desde Reino Unido, donde vivía con su marido y sus dos hijos, para cuidar de su madre enferma. Poco después se uniría al movimiento prodemocrático, lo que le costaría pasar tres lustros bajo arresto domiciliario de forma interrumpida.
Allí recibió a una serie de mandatarios extranjeros, entre ellos Barack Obama. El entonces presidente de Estados Unidos visitó a Suu Kyi en 2012, unos años antes de ganar las elecciones de 2015 y asumir el poder al año siguiente.
Suu Kyi cumple hoy una pena de 27 años de cárcel por una serie de juicios por cargos que ella niega, como la violación de la ley de secretos oficiales y fraude electoral, entre llamamientos de la gran mayoría de la comunidad internacional para que sea liberada junto con el resto de los prisioneros políticos.