Libre
Julian Assange, en libertad bajo fianza tras un acuerdo con el Gobierno de EE UU
El fundador de Wikileaks parte de Reino Unido de vuelta a su país de origen, Australia
Julian Assange es un hombre libre. El fundador de WikiLeaks, de 52 años, ha llegado aun acuerdo con Estados Unidos y se ha declarado culpable de un cargo de violación de la Ley de Espionaje por su papel en la obtención y publicación de documentos militares y diplomáticos clasificados en 2010. Se pone así fin a una larga batalla legal contra su extradición al otro lado del Atlántico donde se enfrentaba a 175 años de prisión tras revelar cientos de miles de documentos secretos, entre ellos, 92.000 informes sobre la Guerra de Afganistán.
Durante la campaña presidencial de 2016, la organización publicó miles de correos electrónicos robados del Comité Nacional Demócrata, lo que generó revelaciones que avergonzaron al partido y a la campaña de Hillary Clinton. “Las palabras no pueden expresar nuestra inmensa gratitud hacia VOSOTROS (sic)— sí, VOSOTROS, que os habéis movilizado durante años para que esto fuera realidad. GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS”, ha escrito su esposa, Stella, en su cuenta de X (antes Twitter), junto a un video en el que se ve al ex hacker firmando los papeles de su acuerdo y saliendo de la prisión cárcel de máxima seguridad de Belmarsh, en el sureste de Londres, donde ha estado completamente aislado desde abril de 2019.
Las imágenes también le muestran tomando un avión desde el aeropuerto londinense de Stanstead con destino a Bangkok. Se confía en que el acuerdo de culpabilidad finalice este miércoles en un tribunal de las Islas Marianas del Norte, territorio estadounidense, cerca de su Australia natal, donde Assange espera que regrese en las próximas horas para reunirse con su mujer y sus dos hijos pequeños, que ya se encuentran allí. El acuerdo de culpabilidad se produce meses después de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijera que estaba considerando una solicitud de Australia para abandonar el intento de Estados Unidos de procesarle.
Un documento presentado ante el tribunal de la remota Saipán, capital de las Islas Marianas del Norte, en el Océano Pacífico, sostiene que Assange “conspiró a sabiendas e ilegalmente” para “recibir y obtener documentos relacionados con la defensa nacional” y “comunicar” esa información a personas que no tenían derecho a recibirlos”. Una carta del departamento de justicia estadounidense registrada ante ese mismo tribunal señala: “Anticipamos que el acusado se declarará culpable (...) de conspirar para obtener y diseminar ilegalmente información clasificada relacionada con la defensa nacional de los Estados Unidos (...) y será sentenciado por el Tribunal por ese delito”, según los registros judiciales.
En esa misma carta se señala que Assange comparecerá este miércoles a las 9.00 dela mañana, hora local (1.00 de la madrugada en la España peninsular), ante lajueza Ramona Villagómez Manglona, que se ha hecho cargo del caso apresuradamente. Según el Departamento de Justicia, el acusado rechazaba comparecer ante un juzgado del territorio continental de Estados Unidos.
“A pesar de las distintas opiniones que la gente pueda tener sobre Julian Assange y sus actividades, el caso lleva ya mucho tiempo prolongándose. No hay nada que ganar con su continuo encarcelamiento y queremos que regrese a Australia”, ha dicho el primer ministro Anthony Albanese, que lleva meses defendiendo, junto al Parlamento de ese país, la liberación. Su decisión de defender esta causa contribuyó a impulsar una inmensa campaña internacional a favor de la libertad del co fundador de Wikileaks y de la propia libertad de prensa en todo el mundo.
Assange siempre ha sido una figura controvertida. Para unos es un ídolo de masas y un abanderado del periodismo de investigación. Para otros, un megalómano sin escrúpulos. Pero son pocos los que se atreven a desentrañar su personalidad. El pasado mes de mayo, el Tribunal Superior de Londres le concedió permiso para poder apelar su extradición. Tras la sentencia, sus abogados se abrazaron y los seguidores del ex hacker que se concentraban frente a la puerta entraron en euforia. Había gran expectación, ya que se trataba del último recurso que tenía el australiano ante la justicia británica para evitar un traslado al otro lado del Atlántico que finalmente ya no tendrá lugar gracias al acuerdo llegado con los Estados Unidos.
Su mujer Stella siempre temió la posibilidad de un suicidio si era extraditado. Denunciaba que su “salud física y mental” estaban cada vez más débiles. La batalla del australiano es una maraña legal sumamente compleja. En 2006, fundó el sitio web Wikileaks y publicó una gran cantidad de documentos que exponían escándalos como la corrupción en Kenia, los disturbios tibetanos en China y los ataques con aviones no tripulados en Yemen.
Cuatro años después, publicó más de 250.000 documentos clasificados del Departamento de Estado estadounidense en relación con el asesinato de civiles en Afganistán e Irak. Tras ser detenido inicialmente en2010 por un caso instigado por Suecia de supuesto acoso sexual, buscó refugio en la embajada de Ecuador en Londres, donde estuvo encerrado de 2012 a 2019. Pero cuando este caso fue archivado, fue arrestado de nuevo en abril de 2019 a instancias de Estados Unidos, donde le acusaban de espionaje.