50 años sin Kennedy
JFK marcó un nuevo camino para la política
Un recorrido por los escenarios de unas jornadas trágicas
Hicieron falta solamente seis segundos para que todo cambiara, para que lo que parecía la consolidación de una etapa de esperanza en el mundo fuera acribillada a balazos en Dallas. El asesinato de John F. Kennedy, medio siglo después, nos sigue provocando esa angustia al constatar lo fácil que era acabar con un deseo de cambio, algo que se repetiría cinco años más tarde con las muertes violentas de Martin Luther King y Robert Kennedy. Después nos adentramos en la oscuridad de la Guerra de Vietnam y el escándalo Watergate en una línea que desemboca inevitablemente en el 11-S.
Más allá de saber si Lee Harvey Oswald fue quien disparó o no ese día o si lo hizo solo o en compañía de otros, lo que nos debemos preguntar es por qué tuvo que pasar aquello, qué peligros representaba alguien que solamente gobernó durante mil días. Y la respuesta es aparentemente sencilla: cambio. Una nueva manera de pensar la política en plena Guerra Fría hasta el punto de plantearse alianzas y puentes de diálogo con aquellos que habían sido vistos como enemigos. En el maravilloso discurso que pronunció Kennedy en la American University, el 10 de junio de 1963, no hablaba de «una Pax Americana impuesta al mundo por el armamento de guerra estadounidense. (...) Estoy hablando de la paz genuina, del tipo de paz que hace que la vida en la Tierra merezca la pena ser vivida».
Eso es lo que hace que muchos, sin importar su nacionalidad e incluso parte de su ideología, hayan querido declararse herederos de unos ideales que todavía hoy perviven.
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